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Los Gladiadores

BUENOS AIRES -- Los gritos: "¡Bravo muchachos...!". "Se hizo justicia". "Era hora". "¡Bravo muchachos...!", surgieron desde lo más profundo de mis sentimientos, acompañados de las lágrimas cubriendo mi rostro.

Desde los 18 años vivo intensamente los Juegos Panamericanos como deportista, como periodista. Durante ese largo camino tuve la oportunidad de asistir a la admisión al handball actual, que yo jugaba cuando era de 11 con canchas y arcos de medidas de fútbol, a la esfera panamericana, otorgando al ganador la clasificación para los Juegos Olímpicos.

Eso fue en Indianapolis 1987. La Argentina finalizó quinta; Brasil, tercera. Volví a ver como en La Habana 1991 la Argentina repetía ese quinto y Brasil era segundo.

También en Mar del Plata 1995, con nuestro handball en el cuarto puesto y en Winnipeg 1999, cuando al fin llegó al podio. Fue el tercer lugar, siempre detrás de Brasil, como en Santo Domingo 2003 y Río 2007, al perder las finales conductoras al mundo de los cinco anillos entrelazados.

La Argentina vivió un gran crecimiento en el final de los 90, y en 1999 llegó a Winnipeg pensando que alcanzar el oro no era una utopía. En semifinales se cruzó con Brasil y cayó en tiempo suplementario, por 23-22. Eso no fue nada comparado con lo que ocurrió en Santo Domingo 2003. La Argentina llegó por primera vez a la final. Otra vez contra Brasil, al que le había ganado los seis enfrentamientos anteriores. Siendo favorito, arrancó el primer tiempo arriba 16-12, aunque no pudo sostener la ventaja. Empató en 24 y en el suplementario volvió a estar arriba. En la última jugada, abajo 30-31, Martín Viscovich tuvo el empate pero su tiro pegó en el palo. En Río 2007, el equipo llegó debilitado por una disputa interna (no jugaron Gull y Kogovsek, entre otros). En la final otra vez fue derrota ante Brasil: 30-22. Encima, dejando una mala imagen por una gresca con los rivales en el final del partido.

En Mar del Plata, Andrés Kogovsek, quien nació en San Isidro, el 7 de enero de 1974, jugó su primer panamericano en el seleccionado nacional. Es decir, tenía 21 años. Lo recuerdo perfectamente. Un lateral derecho-extremo, de 1m91 Era una promesa plena de ilusiones. Ahora a los 37 y 16 años en el plantel, convertido en el Gran Capitán, después de jugar en Europa y volver al club que lo vio nacer -SAG de Villa Ballester-, pero con un gran objetivo: disputar sus cuartos Juegos en procura de alcanzar su permanente objetivo: ser olímpico.

Por eso mis gritos de alegría ante la victoria frente a Brasil en la angustiante final por 26 a 23, deseaban unirse como si fuese un abrazo corporal a la distancia, a los lanzados por Andrés en el estadio San Rafael de Guadalajara ese inolvidable lunes 24 de octubre de 2011.

"La verdad es que hoy creamos un nombre en el handball", dijo Andrés Kogovsek tras el enorme triunfo ante Brasil, que finalmente puso a la Argentina en un Juego Olímpico. "Hijo de... hijo de...", insultaba con un desahogo de años y años de frustraciones mientras apretaba una pelota contra su pecho. El que más lío hizo fue el más experimentado de todos. El capitán Andrés no paraba de saltar y de gritar, y de abrazar.

AHORA SON LOS GLADIADIORES
Un nombre, dijo. Ese nombre nació en el último mundial de Suecia donde fueron bautizados como los Gladiadores. Alguna vez nacieron los Pumas, otra vez las Leonas, y ahora fue el turno del seleccionado argentino de handball. "Sabíamos del mundial que habíamos hecho pero si hoy perdíamos nos íbamos a poner otro nombre", continuó, exultante, un Andrés imposible de contener: "Eso es lo que yo siempre le transmití a los chicos. Crear un nombre, pero esto no terminó ni empezó acá. Empezó hace muchos años".

Sería injusto no mencionar a los demás obreros, artesanos o como se desee calificarlos a los creadores de esta gran obra. Fueron muchos. Algunos que ya no están en el seleccionado. Por eso, Kogovski los representa a todos.

Dady Gallardo, el artífice desde el banco. El entrenador, de perfil bajo, intentó explicar por qué la Argentina es olímpica por primera vez: "Nos venimos preparando hace cuatro años, trabajando duro para esto, y lo único que importaba era llegar acá bien y a pesar de por lesiones no llegamos de la mejor forma que queríamos, los Gladiadores juegan mejor cuando el panorama es más difícil e hicieron posible disfrutar después de tanto años de luchar".

El DT continuó: "El logro es fruto de un trabajo largo, con un roce internacional clave y una regularidad de nombres que se necesita para hacer cosas importantes. "Los pibes son increíbles. Por algo este grupo hizo historia en 2007 en juveniles, 2009 en juniors en Egipto, en el Mundial de mayores... Son increíbles".

Mario Moccia, Secretario General del COA, y presidente de la Confederación Argentina de Handball fue quien repartió las medallas. Me imaginó su emoción, Porque cuando era un simple representante del handball siempre decías: "Un día vamos a ser grandes". Mario, el día llegó y tienes todo el derecho de festejar.

Otra. A sus 21 años, Diego Simonet es una de las grandes promesas del handball masculino. Con su corta experiencia ya juega en el Club US Ivry de Paris de la liga francesa, una de las más fuertes del mundo. "Está pasando todo muy rápido, tengo 21 años y esto hace dos años no lo pensaba. No puedo describir lo que siento, no me sale llorar, ya vamos a caer todos y a llorar", contó con la medalla dorada colgada en su cuello.

Haciendo el recuento, al bajar el telón me indica: el lunes 24 de octubre de 2011 es una fecha que el handball argentino recordará durante toda su existencia. El lunes 24 de octubre de 2011 el día que el handball argentino estuvo esperando durante toda su historia. Darse el gusto de conseguir su primera clasificación a los Juegos Olímpicos. Una fecha histórica, una fecha para recordar. Que se sepa.