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Viene con sorpresa

Los tenistas se sorprenden por la variación de velocidad en la pelota Getty Images

PARÍS -- El pobre de Nicolás Mahut intenta llegar a la red con cualquier método que tenga a su alcance, pero indefectiblemente llega tarde o es pasado por David Ferrer. Si las reglas le permitieran, le tiraría dos pelotitas a la vez para que el español se confundiera, pero ni así.

El torneo que alguna vez se jugó "sobre hielo", que fue señalado como el más rápido del circuito ATP cuando todavía existía la categoría carpeta sintética –alfombra de goma que se desenrollaba sobre una superficie dura- hoy permite intercambios en los que la bola pasa 42 veces por sobre la red (sucedió en el choque entre los serbios Novak Djokovic y Viktor Troicki) y les da una segunda oportunidad a jugadores como Ferrer o el argentino Juan Mónaco, quienes pudieron moverse con comodidad desde la base y alcanzaron las rondas finales.

El cambio forma parte de un proceso de homogeneización de las superficies en el circuito. No sólo desaparecen las ultraveloces (Roger Federer admite que las canchas que él llamaría "rápidas" son las de Cincinnati cuando hace calor y las de Montreal, en la jornada diurna), sino que las pelotitas también hacen su juego para agilizar el trámite en polvo de ladrillo y producir el efecto contrario.

Sin embargo, París tiene su historia bien diferenciada. En 1991 se coronaba el ofensivo Guy Forget; un año después, Boris Becker, y en 1993 un rey del "palo y a la bolsa", el croata Goran Ivanisevic. Cuenta Julien Reboullet, del diario deportivo francés L'Equipe, que en aquella final con el ucraniano Andrei Medvedev, la gente en el Palais Omnisport de Bercy silbaba los aces de Goran. Querían ver puntos que duraran más de dos segundos.

El cambio en este torneo fue gradual, hacia la ralentización de la superficie, pero seguían dominando los jugadores acostumbrados al suelo veloz (Sampras en 1997; Rusedski en 1998; Agassi en 1999; Safin en 2000, 2002 y 2004; Berdych en 2005). En 2007, la superficie cambió de color, para favorecer la televisación: de azul violáceo en su totalidad a verde fuera y azul dentro. En 2008, invirtieron los colores, con verde en el interior y azul fuera de los límites del rectángulo. Ya se disputaba sobre una superficie dura colocada por paneles de madera con superficie rugosa de acrílico, como lo es hoy (con un colega, tuvimos la oportunidad de pisar la cancha Nº 2).

Después de la edición 2009, hubo quejas: se había llegado a un punto en el que la cancha era demasiado lenta. La organización cambió para el año siguiente, pero se les fue la mano: quedó muy rápida. Como ejemplo están los aces de Michael Llodra, quien venció a Novak Djokovic en octavos y tuvo match point en semifinales ante el posterior campeón, Robin Soderling.

No encontraban con el punto justo y es necesario decir que es imposible contentar a todos los jugadores. Rafa Nadal se quejó el año pasado, le hicieron la cancha más lenta y esta vez no vino. Ahora el que está disconforme es el irónico Andy Roddick: "Es mucho más lenta que la del año pasado. No sé si quieren tenernos adivinando cada vez que venimos. En otros torneos tienes alguna idea de lo que vas a esperar, pero ir de un extremo a otro en un año, no es bueno. Los cinco minutos del primer peloteo suelen ser muy entretenidos". Según la explicación oficial, la idea es que la velocidad de Paris-Bercy fuera similar a la del Masters de Londres.

David Ferrer coincide con esta idea en charla con ESPNDeportes: "El año pasado era lo más rápido que había jugado en mi vida, y este año es lo más lento que he jugado en canchas bajo techo. Nunca sabes lo que van a poner, sólo cuando tocas la bola por primera vez", contó el español. José Clavet, entrenador de Juan Mónaco, afirmó que "cada año, la cambian y hacen lo que quieren, pero tiene que ver con lo que les piden los jugadores. Unos van para un lado y otros para otro".

La belleza en el tenis no tiene que ver con la duración de los puntos: puede haber una excelente volea en el tercer disparo o un extenuante peloteo que deje de cama a sus protagonistas. El problema, en este caso, es que el torneo no encuentre su punto justo. Este año reinaron los puntos extensos, a excepción de dos partidos "de otra época", uno entre Llodra y Feliciano López, el de López con John Isner, y otro entre el impredecible Florian Mayer y el igualmente talentoso Radek Stepanek. Fuimos privilegiados testigos de la diversidad de golpes y efectos empleados en este último.

"Coincidimos con varios jugadores, especialmente los top ten, que el torneo previo al Masters debería tener, si no es igual, una superficie muy parecida. El año pasado vinimos de Basilea, que era velocidad intermedia, a una extra-extrarrápida, y luego fuimos a Londres, que era un poco más lenta que ambos torneos", recordó Novak Djokovic. Puede ser peligroso por las lesiones. Mi opinión es que me gusta la cancha así antes que lo rápida que era el año pasado", agregó el Nº 1.

"Yo no fui uno de esos jugadores que coincidieron", contestó Murray, consultado acerca de las palabras de Nole. "De todas formas, está bien así, es parecida a las demás indoor, no como ocurría el año pasado".

Nuevamente en su versión lenta, una paradoja: los semifinalistas son jugadores que prefieren las superficies veloces: Federer, Isner, Berdych y Jo-Wilfried Tsonga. Sobre el asunto de la cancha -y cómo evitar que se bajen las estrellas en el último torneo ATP de la temporada regular- deberá pensar Guy Forget, quien a fines de 2012 dejará el cargo de capitán de la Davis. Mientras tanto, desde este lunes, será el nuevo director de Bercy.