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Autocrítica no le falta

LONDRES -- Cinco anillos olímpicos gigantes reciben al visitante que llega en tren desde París en la estación de St. Pancras, en el centro de Londres. Tan gigantes que tapan un reloj, no precisamente pequeño, que debería guiar al turista para reacomodar su horario al huso local.

Los subtes operan con demoras y suspensiones en ciertos tramos por la misma razón: arreglos y mejoras relacionados con los Juegos. De todas formas, no hay problemas para llegar a la estación North Greenwich, caminar hacia el 02 Arena (debe leerse como el símbolo químico), sede del Masters masculino, y encontrarse con la segunda tanda de entrevistas en modalidad de mesas redondas -en realidad rectangulares- con los cuatro integrantes del grupo que no abrirá el torneo mañana.

Entre ellos está David Ferrer, quien llegó en barco al O2 Arena, como el resto de sus colegas -el hotel está del otro lado del río Thames- y no puede ocultar su cara de cansancio. Es un tema que se repetirá en la charla de los periodistas con Tomas Berdych y también había aparecido en las conferencias de Roger Federer y Novak Djokovic: la temporada larga, la cabeza y el físico que no están al 100%, en un Masters que podría ser, si todos estuvieran al máximo de sus condiciones, el mejor de los últimos años.

"Sí que estoy cansado, la verdad que sí. Llego igual que el año pasado con respecto al físico. Se nota en que no recuperas igual, no te entrenas con la misma chispa o energía. He jugado muchos partidos. Se hace larga la temporada, pero a la vez, también llego con mayor ambición con respecto a otros años", afirmó el valenciano, quien jugó 22 torneos en el año, la mayor cantidad entre los top cinco. ¿Suena a contradicción?

El lo explica: "Es difícil como está el calendario, decir que no a París que es Masters 1000, decir que no a Valencia que es tu ciudad, decir que no a la gira asiática, decir que no a la Davis. ¿Cómo le vas a decir que no? Es complicado, tienes que jugar todo. Eso forma parte de mi trabajo y ojala sea así cada año y llegué a diciembre fulminado, quiere decir que hecho una buena temporada y he acabado top ten". Ferrer también sabe que falta la final de la Copa Davis en Sevilla, pero afirma estar mentalizado para no relajarse después de Londres, y para acostumbrarse al cambio de superficie. Reconoce también que, por su estilo de juego (no tiene golpes fulminantes), jugar más horas que la mayoría de sus colegas, eso está incluido en el combo.

A Ferrer se lo suele asociar con el silencio, y no sólo porque elija el bajo perfil ante la prensa y el público general. El silencio acompaña a sus buenos resultados: él siempre está en la discusión, al menos para llegar a las últimas rondas de los torneos importantes, es extraño que pierda ante rivales de ranking inferior. A la vez, es verdad que, para un jugador de su jerarquía, su ausencia en las finales importantes es una falencia.

Ferrer tiene como mejor resultado la final del Masters 2007, torneo en el que derrotó a Nadal, Djokovic, Gasquet y Roddick. Más allá de eso, nunca pudo llegar a una final de Grand Slam y tampoco ganar un Masters 1000. Hasta el año pasado incluso carecía de finales: perdió las de Montecarlo 2010 y Roma (ambas con Nadal), y Shanghai 2011 (con Murray).

"Es verdad, es verdad", reconoce, autocrítico. "Soy de los pocos jugadores que siendo Nº 4 del mundo, estando prácticamente tres años top ten, ocho top 15, que no haya conseguido un Masters 1000... No lo sé, es raro pero me ha pasado. No puedo quejarme de mi carrera pero me ha faltado eso para la trayectoria. Las finales de Masters 1000 que perdí también fueron en momentos muy buenos de Rafa y Murray. Esperemos que se dé el caso de puedas ganarlos", comenta.

Afirmado en el quinto puesto del ranking, el español opina que "los cuatro primeros demostraron estar en un nivel superior a los demás, en las finales importantes siempre están ahí". Hay un dato que lo comprueba: Djokovic ganó tres Grand Slam este año, Nadal el restante; en los Masters 1000, los Big Four se llevaron todos los títulos: cinco Nole, dos Murray, uno Federer y otro Nadal. "Ellos son tenísticamente jugadores muy dotados", los define Ferrer. Este año tuvo una buena chance ante Murray en semifinales de Australia, y perdió 7-6 en el cuarto set.

"Ser top ten es mi objetivo. Haber tocado cuatro del mundo y estar cinco o seis... Es la mejor temporada, la más regular que he tenido en mi carrera..", celebra David, siempre conducido por Javier Piles, aquel que, según la vieja y conocida historia, solía encerrar a Ferrer (17 años por ese entonces) en un cuarto, hasta que se le pasaran los berrinches. Una práctica pedagógicamente despreciable.

"Era difícil cuando yo era más chico, hemos tenido momentos duros, pero ahora tengo 29 y es todo más sencillo. Javier no es sólo un entrenador: es mi confidente, mi amigo y parte de mi familia, es una persona muy importante de mi vida". Aquí hay un punto de coincidencia con Rafael Nadal, quien el sábado dijo en entrevista con RNE que terminará su carrera con su tío Toni si éste quiere, y que no se imagina jugar un partido sin tenerlo en la tribuna como entrenador.

Ferrer debutará el lunes ante Murray, y su favorito a ganar el torneo es justamente Rafa. "Puede ser cualquiera de los top cuatro, pero lo elijo a él porque llega más descansado". El próximo domingo comprobaremos si Ferrer tenía razón.

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