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Un campeón brillante

BUENOS AIRES -- Azul. Todo de azul. Y sí. De ese color quedó teñido ayer el fútbol de este continente tras la consagración de la Universidad de Chile en la Copa Sudamericana 2011.

El global de 4-0 sobre la Liga Deportiva Universitaria (1-0 en Quito; 3-0 en Santiago) es una muestra cabal de lo que fue el paso de "los azules" por este certamen. Arrasador.

Y lo bueno es que no sólo desde los números impacta este equipo. Las matemáticas se dan la mano con un estilo de juego, con una osadía futbolística, que invita a ponerse de pie y aplaudir.

Equipazo. Con todo el respeto que le tenemos a esta palabra en el fútbol, nos animamos a escribirla.

Y aquí queremos hacer una mención especial al argentino Jorge Sampaoli. Cuando un DT logra un funcionamiento tan aceitado de un conjunto, con una audacia ofensiva semejante, creemos que se recibe de buen entrenador.

Seguramente Sampaoli tendrá, en el futuro, buenas y malas en su carrera. Pero el video de esta campaña será siempre una carta de presentación inmejorable para acreditarle credenciales en cualquier club. Un espectáculo, y no somos de exagerar en estos aspectos, ya que generalmente preferimos la cautela.

UN SOLO EQUIPO
Esta segunda final no tuvo equivalencias. Hubo un solo equipo en el campo de juego. El otro, apenas un partenaire. Y eso que Liga tiene oficio y una historia cercana de permanentes definiciones (muchas ganadas) en su haber.

Pero esta vez no hubo duelo de fuerzas. La ventaja conseguida en la altura de Quito se transformó en asunto liquidado cuando apenas transcurrían dos minutos de juego.

En ese instante, Eduardo Vargas, el goleador y la figura de esta Copa Sudamericana, clavó una media volea de zurda, abajo, y selló la serie.

El Estadio Nacional explotó. Y tanto los de Bauza como los de Sampaoli sabían, apenas iniciado el juego, que no habría vuelta atrás.

Fue un monólogo, con llegadas recurrentes del local que, de no ser por el arquero visitante Alexander Domínguez, hubiese concretado una goleada aún mayor y de cifras históricas.

La U impuso su repertorio pleno de dinámica. Una movilidad constante, basada en un estado físico excepcional, y acompañada por una sana intención de "jugar" el balón siempre. Un equipo práctico, contundente, voraz, superambicioso, y en algunos casos hasta lujoso (Vargas es exquisito). Podríamos nombrar a todos sus hombres como valores destacadísimos dentro de la estructura, pero preferimos quedarnos con el bloque. Ese es el mayor elogio. Lo de Vargas es tema aparte, un fuera de serie.

Liga no pudo hacer nada, y eso es porque la Universidad de Chile siempre asume el protagonismo. Ganando o perdiendo, toma las riendas del juego, intenta y se compromete a manejar permanentemente el desarrollo.

Volviendo al match, hubo que esperar hasta cerca del final para que el argentino Gustavo Lorenzetti marcara el segundo.

Y después, llegó el broche de oro, el tercero. El que la Copa y ese jugador diferente merecían. Eduardo Vargas encaró como un rayo desde tres cuartos de cancha, a puro slalom y gambeta llegó hasta el área, y sobre la salida de Domínguez la mandó a la red con una sutileza digna de un crack mayúsculo. La electrizante corrida nos hizo acordar a Michael Owen, la precisa definición a muchos otros grandes delanteros. Golazo, el número 11 del torneo para el jugador y goleador excluyente del mismo.

UNA FIESTA POPULAR
La Universidad de Chile abrazó su primer título internacional en 84 años de historia.

Un campeón brillante que corona un 2011 magnífico que incluye la consagración en el Apertura chileno en el primer semestre del año.

Queda la disputa por el Clausura aún, pero este equipo ya marcó historia.

Por su logro y por su brillantez.

¿Cómo retener a Vargas? Creemos que es imposible.

¿Seguirá este ciclo exitoso? No lo sabemos, y Vargas será una baja tremenda.

Pero estos interrogantes ya forman parte del futuro y de las posibilidades económicas y deportivas.

Ahora es tiempo de festejos y hay fiesta popular en la hermosa Santiago.

Chile, su fútbol, saborean a un equipo que será inolvidable más allá de extenderse o no en el tiempo.

Felicitaciones al gran campeón. Las tiene largamente merecidas.