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Los mejores de la historia

El capitán Puyol levanta el trofeo. Barcelona aplastó al Santos en la final del Mundial de Clubes Getty Images

BUENOS AIRES -- La demostración de fútbol colectivo del Barcelona para aplastar al Santos en la final del Mundial de Clubes me hace sentir confianza como para emitir una sentencia: estamos ante la presencia del mejor equipo de la historia.

Algo similar me ocurre con respecto a Lionel Messi: hace unos días, di una charla para una empresa, y en medio de la conferencia, un brasileño me preguntó a quién consideraba yo como el mejor futbolista de la historia, a Pelé o a Maradona. Y yo le contesté que con todo el respeto que me merecían los dos, en este momento veo a Messi superior a todos.

La afirmación de que para ser el mejor de la historia primero tiene que salir campeón del mundo con su selección me parece muy banal. Hubo grandes jugadores que no necesitaron o no pudieron jugar en grandes selecciones para demostrar toda su clase.

Messi, más allá de lo que haya sucedido o suceda a futuro cuando se pone la camiseta argentina, confirma cada semana, e incluso a veces más de una vez por semana, que es capaz de cosas que nadie había hecho hasta ahora en la historia del fútbol. Va a pasar mucho tiempo para que aparezca un jugador como él, yo simplemente me saco el sombrero ante su capacidad.

Volviendo al Barcelona, vimos más de lo mismo a lo que nos ha acostumbrado en estos últimos tiempos: se van sucediendo los adversarios, entre los que están los mejores del mundo, y todos van quedando en ridículo. Este año le sucedió a todos los que se le enfrentaron, incluyendo al Manchester United, al Real Madrid y ahora al Santos. Pasan los rivales y de tanta que es la diferencia parece que nadie tiene la intención de ganarle al Barcelona.

El tema es que no hay tiempo suficiente para pensar cómo contrarrestar el poderío del Barcelona: el Santos tuvo seis meses para hacerlo y, a la hora de la verdad, sufrió la misma suerte que todos los demás. Y no fue por falencias propias sino por méritos de los de Guardiola, que gracias al extraordinario monopolio del balón terminan volviendo impotente a quien sea que se le plante adelante.

Así, los espectadores tenemos la oportunidad de ver no sólo a una maquinaria casi perfecta de jugar al fútbol, sino también goles de todo tipo, uno más bonito que el otro: uno en el que hay más de 30 pases y la tocan todos, otro con centro atrás, otro con resolución individual en un metro cuadrado... para todos los gustos.

Este Barcelona demostró tanta superioridad que no existe otro equipo que haya ganado tanto en tan poco tiempo. En la era Guardiola, de 16 competiciones en las que participó ganó 13 y solamente perdió una final y por la mínima diferencia. El único contemporáneo que apenas se le acerca es Alex Ferguson, que podrá haber ganado muchos títulos, pero hace más de 25 años que está en el Manchester United.

Por eso hay que rendirnos ante este equipo que es único en la historia del fútbol mundial, sabiendo lo odiosas y complicadas que son las comparaciones entre distintas épocas. Apenas encontré tres equipos que podrían apenas intentar ser comparados con este Barcelona moderno.

De atrás para adelante en el tiempo, uno es el Real Madrid cosmopolita de Di Stéfano, en el que también brillaron Kopa, Puskas, Gento, Santamaría y tantos otros de distintas nacionalidades. Otro es el Ajax de Rinus Michels y Johann Cruyff, desplegando su fútbol total a principios de los años 70. Y el más cercano en el tiempo y en la propuesta futbolística es el AC Milan de Arrigo Sacchi.

Este último es, a mi entender, el equipo más similar, en función de que tuvo el mismo credo de jugar la pelota bien desde atrás y al mismo tiempo presionaba bien arriba, achicando hacia adelante de la mano de Baresi.

Un factor que no puedo dejar de mencionar es que las reglas de juego actuales son mucho más beneficiosas para el fútbol de ataque que intenta desplegar el Barcelona. Ya no se puede agarrar a un delantero de la camiseta sin correr el riesgo de dejar al equipo con un hombre menos, la misma línea no se cobra offside y otros cambios que ayudan a que sea mucho más factible desarrollar una propuesta de ataque y tener éxito con ella.

Para terminar, hice un ejercicio de imaginación, ya que tuve la suerte de liderar tres equipos que ganaron la Copa Intercontinental en su momento (Vélez en 1994 y Boca en 2000 y 2003). Me puse a pensar si alguno de esos tres equipos habría estado capacitado para ganarle mano a mano al Barcelona.

La verdad es que no conseguí darme una respuesta positiva, con lo cual luego intenté armar un equipo ideal tomando lo mejor de esos tres planteles, es decir, eligiendo entre unos 40 jugadores. Como tampoco llegue a una respuesta que me permitiera estar confiado en salir a jugarle 50/50 a Guardiola, me rendí y abandoné el ejercicio, prefiriendo reconocer en este Barcelona al mejor de todas las épocas.

Felicidades.