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Cuestión de Pelota

BUENOS AIRES -- El reparto de dinero en los Grand Slam, la conformación y duración del calendario y la obligatoriedad de participar en algunos torneos –llamados justamente "mandatorios"- se instalaron como focos de conflicto en las discusiones entre tenistas y dirigentes. Hay otro motivo de descontento, que salió a la luz el año pasado, pero que es un problema endémico y de difícil solución: las pelotitas.

Nada malo con que existan (¿qué haríamos sin ellas?). El problema es que conviven varios tipos -por peso, presión y marca- y el jugador tiene la dificultad extra de acostumbrarse a cambiar cada lunes. Lo mismo les ocurría a colegas de décadas pasadas: el asunto es que ambos circuitos, masculino y femenino, ofrecen una versión más física en el nuevo milenio. El desgaste es superior.

"Para cuidar las muñecas, articulaciones y el hombro de los jugadores, tiene sentido usar solamente una bola. Me gustaría que jugáramos con la misma en cada parte de la temporada. Eso lo que prefiero y lo que la mayoría del circuito prefiere, para ser honesto", opinó Andy Murray durante el último Roland Garros.

Mientras el escocés descansa, la realidad le lleva la contra, y de qué manera. Acá cerca, los torneos de la gira latinoamericana ofrecen, todos ellos, pelotas distintas. Después de las Wilson Australian Open utilizadas en Melbourne, Viña del Mar presenta Head ATP; San Pablo se jugará con Babolat Team, vuelta a las Wilson Australian Open para Buenos Aires, y en Acapulco, se utilizarán las Wilson "normales". En el medio, argentinos y alemanes jugarán la serie de Copa Davis en Bamberg con Dunlop Fort. Más tarde, Indian Wells y Miami sí unificarán pelota, pero distinta a las anteriores: Penn ATP.

La situación no es novedosa y el caso Roland Garros sirve de ejemplo: en 2009, por las quejas de los jugadores, se logró que los torneos de la gira previa a dicho torneo cortaran el vínculo con Head –pelota oficial de los Masters 1000 hasta entonces- e incorporaran Dunlop, la misma que el Abierto Francés. El asunto es que, desde 2011 y por espacio de cinco años, Roland Garros tiene un arreglo con Babolat: los jugadores hicieron toda la gira con Dunlop y se encontraron, en el Bois de Boulogne, con una pelota más dura y rápida.

"En los vestuarios, muchas chicas venían con problemas de hombro", afirmaba la estadounidense Bethanie Mattek-Sands. Rápido de reflejos, Dunlop emitió un comunicado resaltando que, en los años anteriores, los jugadores no habían emitido quejas. Christophe Proust, vocero de la Federación Francesa, explicó que las Babolat estaban hechas "de la misma manera, pero pican más porque el clima estuvo muy seco y templado últimamente. Hace dos meses que no llueve, lo que no sucedía en 2010". Los jugadores no se quejaban de la pelota, sino del cambio.

La Federación Internacional de Tenis aprueba más de 300 tipos de pelota –hay exámenes de peso, diámetro, presión y resistencia - y los torneos eligen de esa lista. Siempre se trata de un asunto comercial, en el que cada torneo o institución elige según su conveniencia. Los torneos de la US Open Series utilizan Wilson US Open como parte de su arreglo con la Asociación estadounidense (USTA), a excepción de los dos Masters 1000 (Canadá y Cincinnati), que usan Penn como parte del convenio de sponsoreo por parte de la ATP.

El año último, en Flushing Meadows, los jugadores volvieron a sentir el cambio y, sumado al cansancio por la extensa temporada y otros factores, se llegó al récord de retiros en un Grand Slam: 14 en los primeros seis días de competencia (diez hombres y cuatro mujeres) y dos más en los días siguientes, para elevar la cifra a 16.

"Hubo cambio de pelotas y los jugadores no estamos contentos", le decía el argentino Juan Mónaco a ESPNDeportes en el US Open. "Puede traer lesiones en el hombro, el codo y la muñeca. Los retiros pueden ser consecuencia de eso. La ATP e ITF deberían coincidir en una pelota por gira y así salvar a los jugadores".

El asunto se reduce a lo comercial, entonces: cada torneo intenta sacar su mayor beneficio y no hay espacio para una estrategia en conjunto. Si existen torneos con la misma pelota, también es por un arreglo comercial, no por intentar salvar a los jugadores, como pide Mónaco. Como en cualquier deporte, los torneos tienen la prioridad sobre cualquier arreglo posterior: si el campeonato X tiene convenio con tal marca de cerveza, no está obligado a tener Corona, la oficial de la ATP. El caso de la gira previa al US Open es el ejemplo: los arreglos de los Masters 1000 de Canadá y Cincinnati con Penn son anteriores a los arreglos de la USTA con Wilson.

En torneos donde no hay convenio, como en la gira latina, cada uno es libre de elegir. "Muchas empresas ofrecen productos de calidad, entonces la decisión es comercial", comenta Luiz Carvalho, gerente del torneo de San Pablo. "Cada marca tiene productos específicos para altura, tipo de piso, etcétera, y el mejor acuerdo lleva el evento".

"Lo mejor e idea sería limitar la variedad de pelotas", opina Javier Frana. "Recuerdo cuando Wimbledon quiso lentificar su juego, puso pelotas más pesadas y lo notabas en el vestuario, porque estábamos todos con el hombro más cargado, con molestias o dolores en el brazo en general. En mi época, también había muchísimos cambios de marcas, y en los torneos indoor, los pisos eran muy diferentes y de un día para otro cambiabas pelotas y superficie. Imaginate el que llegaba a semi o final de un torneo y casi sin adaptación, debía jugar la primera ronda en el siguiente. A veces era tanta la diferencia de piso que el cambio de pelotas era un detalle menor".

Diego Rodríguez, kinesiólogo fisiatra, integrante la Asociación de Kinesiología del Deporte y actualmente trabajando con David Nalbandian, afirma que "si toda la misma gira tuviera la misma bola, tendríamos un factor de riesgo menos, pero no podemos reducir una lesión a ese único factor. Desde la kinesiología planteamos que el cambio de bola, o una bola muy pesada, y condiciones climáticas desfavorables, se consideran factores desencadenantes de lesión, y producen molestias en regiones de miembro superior, pero esto ocurre siempre que el jugador esté predispuesto a eso, que tenga factores de riesgo intrínsecos y extrínsecos. Es cierto el enfoque, pero siempre tiene que ver con el terreno que predispone".

Los factores intrínsecos, explica Rodríguez, pueden ser alteraciones posturales, desbalances musculares, falta de flexibilidad, falta de fuerza, una coordinación inadecuada en el momento del gesto, por ejemplo. Los extrínsecos, una mala planificación, error en el entrenamiento o sobrecarga de trabajo, entre otros.

"Un cambio de bola no lesiona a nadie en sí, pero te puede hacer bajar el rendimiento. Por ejemplo, si hay un sobreuso de músculo de hombro, ese músculo puede comprimir un nervio que pasa por ahí y eso te da sensación de fatiga. En 48 horas se trata. El cuerpo se acostumbra más rápido a un cambio de bola que a un cambio de superficie", explica Rodríguez.

"Es una dificultad más de la adaptación, por eso tratamos de llegar con tiempo a los torneos, y el de las pelotitas no es tema menor", afirma el uruguayo Pablo Cuevas. "Se suma a los cambios de ciudad, de superficie de acuerdo al tipo de suelo o la pintura, o el polvo de ladrillo que puede cambiar de acuerdo a cómo es el polvo mismo o a la humedad". En una postura más radical, el español Manolo Santana afirma que "los jugadores tienen que acostumbrarse. La parte comercial se ha vuelto muy importante y es lógico. En mi época también jugábamos con Dunlop, Slazenger… Cada uno hace lo más conveniente para sus intereses. Pienso que no debería haber tantas quejas".

¿Hay solución o unificación posible? "No tengo una postura clara. Una es adaptarse, porque es para todos igual, y la otra que estemos todos de acuerdo para que se juegue todas las giras con la misma bola y no sentir los cambios en el cuerpo, dejar de lado esa dificultad", plantea Cuevas.

La dificultad es la misma que en otros asuntos como el reparto de dinero o el calendario: acercar posturas entre los jugadores y luego con los torneos. "Es complicado para los jugadores juntarse y discutir el tema de las pelotas. Esto es un negocio, la ATP e ITF tratan de hacer su negocio y no sé si piensan en nosotros", lanzó Mónaco.

"No es imposible", afirma Carvalho, a cargo de San Pablo. "Si la marca viene con una propuesta buena en conjunto, se podría unificar, como hicimos en la Copa Petrobras (una serie de challengers por Latinoamérica, ya extinta), que cerramos con Babolat para todo el circuito". De nuevo, esa solución, si bien ayudaría a los jugadores, sería por motivos comerciales.

Frana se corre de la economía y la medicina, para ampliar el espectro: "Es como ocurre en la vida. Todo se va perfeccionando tanto que el ser humano va perdiendo su capacidad natural de adaptación y aceptación... Lo mismo le ocurre al tenista. Las generaciones son más sensibles porque la tecnología y las mejoras te llevan a eso. Hoy les das las cuerdas de hace 20 años y se mueren. A nosotros nos dabas las raquetas de la generación anterior y nos moríamos... y así seguirá".

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