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Fallas en el sistema

BRISTOL -- Fue el chivo expiatorio de una temporada de ensueño que terminó en una horrible pesadilla, así que las apuestas podrían favorecer que los Philadelphia Eagles dejaran libre a DeSean Jackson. Podrían simplemente haber dejado que se convirtiera en agente libre, dejarlo comenzar una nueva vida como jugador de fútbol americano. Después de todo, debieron estar preparados al comienzo de la última de temporada por cualquier problema que percibieran que él podía ser. La organización otorgó grandes contratos a Michael Vick, Jason Babin, Cullen Jenkins, Dominique Rodgers-Cromartie, Vince Young y Nnamdi Asomugha, pero ignoraron a Jackson, aparentemente porque el equipo tenía sus reservas respecto a su carácter y conducta. Jackson respondió rehusándose a participar en el campamento de entrenamiento.

Luego se perdió reuniones y supuestamente no estaba dando su máximo esfuerzo, supuestamente fue una de las razones por la que los Eagles no estuvieron a la altura de lo que indicaba su plantilla en la pretemporada. Jackson, una de las más grandes amenazas a lo profundo dentro del juego, no alcanzó la marca de las 1,000 yardas recibiendo y, a pesar de todas sus habilidades, atrapó únicamente cuatro pases de touchdown.

Pero siendo la NFL, los Eagles pueden tenerlo de ambos modos. No tienen que querer a Jackson lo suficiente para comprometerse con él en un contrato multianual, pero al mismo tiempo pueden quererlo lo suficiente como para no permitirle dejar la ciudad. Así que se espera que el equipo le coloque la vilificada etiqueta de jugador franquicia, para mantenerlo en Philadelphia por una temporada más.

Jackson recibirá mucho dinero, probablemente cerca de 10 millones de dólares para la temporada del 2012. Como jugador franquicia, será uno de los receptores mejor pagados del fútbol americano. Pero la falta de una oportunidad para convertirse en agente libre sin restricciones, es exactamente contra lo que los jugadores debieron haber peleado durante el cierre patronal del año pasado. La agencia libre sin restricciones entonces debió haber sido para ellos un tema crucial en la negociación, y debieron seguir insistiendo en ello como si se tratase del santo grial.

Esto es el por qué, a pesar de la imagen de 10 años de paz laboral en el nuevo acuerdo colectivo de trabajo, el trabajo de la Asociación de Jugadores de la NFL no está ni cerca de ser completo.

Fuera de la milicia, es difícil pensar en otra industria distinta al fútbol americano profesional en la cual a un individuo no se le conceda el derecho, después de un tiempo razonable, a cambiar de trabajo dentro de su propia rama. Ser capaz de elegir un lugar para vivir y trabajar es un sencillo concepto americano --esto no es Cuba-- excepto en la NFL. Hay varios factores en la situación de Jackson que son particularmente preocupantes: el inmenso poder de un equipo para controlar los movimientos de un jugador, incluso con jugadores que parece que no les agradan mucho; el nivel de comodidad del público con ese sistema; la falsa insistencia de los dueños de los equipos en que la liga no puede prosperar sin eso; y, lo peor de todo, la negativa de los jugadores de hacer de verdad la agencia libre sin restricciones el problema principal de su unión.

La falta de libertad y poder por parte de los jugadores es, desde luego, culpa de los propios jugadores y de sus representantes que llegaron antes que ellos. Fracasaron en ganar la agencia libre durante la huelga de 1974. Se dispararon a los pies con Ed Garvey. Jugadores como Joe Montana, Randy White y Steve Largent no se unieron a las protestas en 1987. Los jugadores han sido muy miopes como para visualizar un mundo de agencia libre sin restricciones, o han sido muy miedosos para enfrentar a los propietarios, o han sido muy egoístas para ver el mundo en un contexto más amplio.

Desde Curt Flood, pasando por Andy Messersmith, hasta Catfish Hunter, los jugadores de béisbol tienen una historia de pelear por la agencia libre, peleando para destruir la cláusula de reserva; y una vez que tuvieron éxito nunca dieron marcha atrás. Los propietarios de los equipos de béisbol respondieron con furia, frustración y complicidad, desde luego, pero nunca echaron atrás la agencia libre. Y vean al béisbol ahora: un ganador diferente de la Serie Mundial cada año, jugadores que ganan 200 millones y nóminas con 100 millones en promedio, y contratos garantizados. En la Major League Baseball, la agencia libre impulsa al juego y a los jugadores en lo individual.

Los jugadores de baloncesto también pelearon por la agencia libre, y mientras tuvieron que pasar por la agencia libre con restricciones disfrazada de hojas de igualación de ofertas, eventualmente ganaron su libertad. Lo mismo con los jugadores de hockey. También debe señalarse que la NBA, durante el pasado cierre patronal, intentó imponer la "etiqueta de jugador franquicia" en sus estrellas como se hace en la NFL, un movimiento que rápidamente fue desechado por los jugadores.

Sin embargo, los jugadores de fútbol americano, que son quienes impulsan el tren del deporte más lucrativo y popular en los Estados Unidos, todavía no pueden elegir dónde jugar. La respuesta previsible en apoyo a las reglas de la NFL es un argumento alrededor del dinero, y la presunción de que los aficionados sólo quieren jugadores que se callen y jueguen. Tom Brady y cualquier otro jugador franquicia --incluido Jackson, si los Eagles le colocan la etiqueta-- reciben una compensación alta. El dinero, versa el argumento, justifica la restricción de su libertad, previene que los jugadores se quejen. En el mejor de los casos, este es un argumento débil y engañoso, en el peor es una tontería monumental. El dinero no lo puede solucionar todo.

Que la NFL esté dispuesta a compensar a un jugador con un precio tan alto es indicativo de cuánto teme la liga el poder del jugador en tener una agencia libre sin restricciones, y cuánto entiende el verdadero valor de una agencia libre real, por ejemplo, cuánto reconocen los Eagles el valor de Jackson. La NFL está feliz de pagarle un enorme cheque a Jackson por una temporada, porque sabe que su salario con la etiqueta de jugador franquicia será sólo una parte de lo que podría pedir en el mercado abierto.

La NFL teme, más que otra liga, el poder de los jugadores, especialmente los mariscales de campo. Brady, de los New England Patriots, quien ha sido titular por 11 años y ha jugado el Super Bowl en cinco ocasiones, nunca ha sido un agente libre sin restricciones. Tampoco Peyton Manning ni Drew Brees.

El contrato de Brees ya venció. El contrato de Matt Forte, corredor de los Chicago Bears, también ha expirado. Pero los Saints y los Bears pueden emplear su etiqueta de franquicia para mantener a estos jugadores alejados del mercado abierto. En efecto, los equipos rara vez pierden el control sobre sus mejores jugadores. Los Colts le deben 28 millones a Manning, ellos pueden optar por no pagarle y permitirle convertirse en un agente libre sin restricciones, pero el elemento crítico es que la opción recae sobre el equipo. Manning no puede elegir rechazarla y probar el mercado. Si se convierte en agente libre, será decisión de los Colts. No de él.

Los jugadores no pueden culpar a nadie más que a ellos mismos. Durante el cierre patronal, la liga fue lo suficientemente astuta para estructurar sus comentarios públicos alrededor del dinero (hubo una tarta de 9 billones que requería ser dividida), cuando dos problemas reales --eliminar la etiqueta de jugador franquicia y contener el poder del comisionado Roger Goodell-- eran casi tan importantes. Pero los jugadores y el sindicato que negociaron este último convenio colectivo de trabajo se unieron a las generaciones de jugadores que estuvieron antes en la misma situación y perdieron la oportunidad de cambiar la historia. No pelearon su suficientemente duro y se quedaron con un sistema que les paga muy bien, pero les permite poco poder de autodeterminación. Los únicos jugadores que se convertirán en agentes libres sin restricciones son aquellos a los que sus equipos ya no quieren más (por ejemplo Randy Moss o Terrell Owens. Y quizás, muy pronto, un dañado Peyton Manning).

Especialmente dirigidos por un comisionado cuyo salario pronto llegará a los 20 millones, los propietarios deben darse cuenta de lo moralmente ilegítimo que es hacerse cargo de una liga que no permite a los jugadores la libertad de cambiar de equipo. Pero los dueños de los equipos todavía se resisten en el 2012 de la manera en que fueron conservadores los propietarios de los equipos de béisbol a principios de la década de 1970. Los dueños más moderados de la MLB entendieron la ilegitimidad de su posición hace 35 años, e instaron al comisionado, Bowie Kuhn, a implementar algún nivel de agencia libre sin restricciones. Kuhn se negó. La corte intervino cuando el mediador, Peter Seitz, anuló la cláusula de reserva, y el juego cambió para siempre.

En la NFL, los equipos todavía tienen el poder y lo utilizan. No se pueden esgrimir argumentos convincentes de que el fútbol americano profesional colapsará si, por decir, a Aaron Rodgers se le da la opción de probar el mercado abierto después de cinco años con su actual equipo.

Jackson obtendrá sus 10 millones, pero no un contrato a largo plazo con garantías, y eso debe ser un punto clave para un jugador con historial de conmociones cerebrales, quien fue famoso por casi ser decapitado por un golpe malintencionado de Dunta Robinson hace un par de años.

El caso de Jackson debe ser el último ejemplo para los jugadores de cómo el fútbol americano es un negocio desagradable para ellos. Tienen el riesgo de una lesión que amenace su carrera. Sin embargo tienen una pequeña certeza financiera y una mínima cuenta de libertad. Están sujetos a un sistema disciplinario en el cual las apelaciones son atendidas por la misma persona --Goodell-- que impone las sanciones originales. Y después que sus carreras terminan, muchos de ellos mueren pronto, como se evidenció de nuevo esta semana por la muerte del ex receptor abierto estelar Freddie Solomon, quien sólo tenía 59 años de edad.

La NFL es genial para observar. Pero comparada con las otras tres grandes ligas deportivas en este país, el fútbol americano profesional de verdad no es tan genial para jugar.