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El jugador de las cuatro caras

BUENOS AIRES -- En octubre último, Yannick Noah proponía, mitad en broma y mitad en serio, un cambio radical, en charla con ESPNdeportes.com: "Si por arte de magia, mañana soy el presidente del mundo del tenis, cambio las reglas y todos aman al deporte. Pongo minimicrófonos en todos los jugadores: los puedes escuchar gritar, insultar o tirarse gases. Se les permite decir lo que quieran. Si es algo gracioso, lo escuchas; si es un idiota, ¡lo sabrás también! Cuando los chicos aprendan el deporte y vengan al circuito de tenis que yo organizo, serán divertidos, inteligentes, malvados, malos, viciosos, y lo vamos a saber y vamos a pasarla bien, que es lo que hacíamos antes".

Benoit Paire tiene 22 años, ni siquiera llegó a ver a Noah como jugador activo y su ídolo es Marat Safin. Por ahora 98º del mundo, toma elementos del circuito antiguo y trata de moverse en esa zona difusa entre el tenista serio que quiere ganar partidos y progresar en el ránking, el payaso que entretiene al público a conciencia, y el artista que intenta lujos en la cancha, con talento y mano para el tenis. Al mismo tiempo, aparece una cuarta faceta de Benoit: el autodestructivo, que tira drops que no llegan a la red, que maldice la propia existencia, que discute frecuentemente con los árbitros y que pareciera regalar partidos. Eso también forma parte del combo. Tómalo o déjalo.

Se observó en su partido de primera ronda de la Copa Claro contra el español Javier Martí y, ahora en la cancha central, frente a Stanislas Wawrinka. Además de mostrar un buen revés a dos manos y facilidad para la volea, Paire hace jueguito con la pelotita para ganarse al público, abre los brazos en señal de no-hay-nada-que-hacer, mirando al pequeño grupito que lo alentaba, y aprovecha un winner de Wawrinka que lo deja desparramado sobre el fondo, para entablar charla con unas rubias que lo siguen desde el palco preferencial.

"El tenis debe tener un poco de show. Me gusta interactuar con la gente, hablar con ellos, y lo haré siempre", es su declaración de principios. "Juego para ser lo mejor que pueda, pero el público es importante: si no hay nadie en el estadio, es difícil para mí. Si puedo jugar torneos todo el año en estadios como este (señala a la central del Lawn Tennis) y ante jugadores como Stan, es lo ideal".

Sobran ejemplos: en la segunda ronda del US Open 2010, totalmente desencajado por haber perdido una ventaja de dos sets a uno frente a Feliciano López, les preguntaba a dos o tres del público -era una cancha pequeña- qué táctica debería usar para ganar. Se reía con ellos, conversaba todo el tiempo entre los puntos. ¿Tiene futuro un jugador así? Quizá no, pero el espectador cubre su necesidad de entretenimiento.

"Estoy trabajando la actitud, para ser más serio. Antes era totalmente loco, ahora la cosa va mejor. A veces regalaba games sin saber por qué. Sigo teniendo mis bajones, pero hay una evolución", comenta Paire. "Mi entrenador (Lionel Zimbler) es como mi segundo padre, y con él hablamos todo el tiempo del tema, en descifrar por qué dejo de jugar algunos games. La cosa está mejor, está mejor", repite, como convenciéndose.

El Paire serio deja paso para que ingrese la otra cara: "Quiero ser más serio pero debo mantenerme un poco... diferente. Tirar drop-shots, saque y red, tiros ganadores con el revés... Nunca sabes lo que va a pasar cuando juego. Puede ser un error grosero o un winner increíble. Si cambio completamente y me quedo en el fondo de la cancha como todos los jugadores, voy a ser 200º del mundo, no es mi juego".

Gael Monfils, compatriota suyo, es un ejemplo para mirarse, aunque Paire lógicamente reconoce que "él es más serio y físicamente mejor. Tengo que mejorar en ese aspecto, también en el mental, pero sin cambiar completamente".

Se trata de ajustar tornillos y no cometer errores, pero sus propias actitudes le juegan en contra. Paire es fanático del fútbol y del Olympique de Marsella. Si no hubiera sido tenista, habría elegido el fútbol. A los tenistas se les suele recomendar que no practiquen fútbol por el riesgo de lesiones, pero él dice en tono cómplice: "Puedo jugar al fútbol, puedo...". El año pasado estaba en un partido en París, con su colega Jonathan Eysseric, y se lesionó un tobillo. Tuvo que parar un mes. "Mi entrenador me retaba: '¡¿Qué hiciste?!'".

Apodado "La Tige" (el tallo, por lo alto y flaco), Paire también tiene su historial de peleas con dirigentes y entrenadores de la Federación Francesa. "Cuando estaba en la Federación, perdí un partido jugando muy mal, en Graz (Austria). El entrenador me dijo: 'Vamos a Marruecos a jugar la clasificación'. Le dije que no quería. Me dijo que debía ir sí o sí, y yo le decía que si no quería, no viajaba, porque seguramente perdería en primera ronda. 'Te digo que tienes que ir y vas', decía él. Rompí todas las raquetas que tenía y le dije: 'Ahora no podemos ir'".

Sus amigos Arnaud Clement ("Muy distinto a mí; con su experiencia me ayuda a cambiar", lo define), Nicolas Escudé, Nicolas Mahut y Adrian Mannarino tratan de ayudarlo en el camino profesional. "Me encantaría ganar un torneo como éste, un 250. Jugar bien Roland Garros también es importante: perdí dos veces en la primera ronda. En Francia hay presión, pero me gusta. El público quiere que ganes, pero si no ganas, no les gustas. Si avanzo, voy a tener una buena comunicación con ellos, y eso será bueno". Por el momento, Paire disfruta de haber llegado al nivel ATP. "Comparado con los futures en India, es increíble. Aquí te llevan en auto, estás en hoteles lujosos, no me puedo quejar".

Hay un video en YouTube en el que Paire le pega a la bola entre las piernas, en un partido frente a Ivan Ljubicic, se resbala y termina haciendo el ridículo.

"Hay otro más, no sé si lo viste", agrega, confianzudo. "Fue en Wimbledon, hago jueguito con la raqueta y con el pie. La gente me decía: 'Vamos, vamos'. Buscalo".

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