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El legado de Beijing

El Nido de Pájaro, escenario de muchos récords AP

BUENOS AIRES -- Como un suspiro transcurrieron los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Entre su nacimiento y su muerte el almanaque desojó 16 días. En ese lapso, China hizo realidad el lema "Un mundo, un sueño". Cumplió con realizarlos y con su cometido: demostrar cuánto encierran sus 9.596.960 kilómetros cuadrados de superficie y la capacidad de sus 1.313.976.716 habitantes.

Por eso estoy de acuerdo con el concepto del presidente del Comité Olímpico Internacional Jacques Rogge: "Con los Juegos Olímpicos el mundo ha conocido más a China y China más al mundo. Han sido unos Juegos realmente excepcionales".

La ceremonia en el Estadio Nacional de Pekín, conocido como Nido de pájaros, se inició con la cuenta regresiva realizada por 2.008 percusionistas equipados con iluminación que dieron vida a números gigantes, 29 fuegos artificiales se elevaron sobre diversas partes de la ciudad generando figuras de huellas que representaban las ediciones anteriores de los Juegos Olímpicos en dirección al estadio. Tras ello, un grupo de niños y niñas representando las 56 etnias que conviven en China acompañaron el ingreso de la bandera nacional mientras una de ellas cantaba Oda a la Madre Patria.

Dirigida por el director cinematográfico Zhang Yimou, continuó con una sucesión de representaciones artísticas conmemorando la cultura china. Una pantalla gigante se extendió sobre el Estadio representando un pergamino de papel, sobre el que bailarines representaban el sumi-e y se proyectaban imágenes de diversas invenciones chinas.

Alegorías a la imprenta, la brújula, la porcelana, la Gran Muralla, la Ruta de la seda, los Guerreros de terracota, el confucianismo, el tai-chi y la ópera china. Representando los avances de la era moderna, una representación gigante del planeta Tierra similar a una tradicional lámpara china se elevó sobre la cancha, siendo recorrida por unos cincuenta acróbatas. El evento artístico finalizó con la interpretación de You and me, el tema oficial de los Juegos, por parte de Sarah Brightman y Liu Huan.

El desfile de los atletas fue realizado a continuación, iniciado como es tradición por Grecia y finalizado por China, cuya delegación fue liderada por Yao Ming. El resto de las naciones se ordenaron alfabéticamente según el sistema de escritura chino, equivalente al número de trazos que presentan los caracteres simplificados del nombre de cada país.

La antorcha olímpica hizo ingreso al estadio para ser entregada por una serie de atletas al gimnasta Li Ning. Lo elevaron hacia el techo del estadio y lo comenzó a recorrer como si estuviera caminando sobre éste. A medida que Li avanzaba, se proyectaba sobre el techo un pergamino que se iba abriendo mientras mostraba imágenes del recorrido de la antorcha olímpica hasta llegar al pebetero para encenderlo.

Los comentarios en general alabaron el acto, considerándolo como el mejor de todos los efectuados hasta ese momento, pero pronto debieron variar esa postura al descubrirse y obligar a los organizadores a confirmar que en el espectáculo se habían utilizado escenas pregrabadas y editadas mediante computadoras, en especial en la presentación de los efectos y "huellas" pirotécnicas.

Además, la niña que cantó Oda a la Madre Patria no era la presentada durante la ceremonia, porque la verdadera fue reemplazada por una más bonita, mientras se escuchaba la bella voz autentica. Esto hizo perder confianza a un acto que había maravillado.

EXCEPCIONALES EN TODO SENTIDO
Sí, fueron excepcionales en todo sentido. Tanto en su faz deportiva como organizativa. Están grabadas en un cúmulo de imágenes inolvidables. Como la del Cubo de Agua, donde Michael Phelps se convirtió en la estrella de mayor brillo de los Juegos, repitiendo lo que había sucedido hace cuatro años en Atenas.

Aquella vez el joven nadador estadounidense, que se propuso ganar más medallas que uno de los mitos del deporte universal, su compatriota Mark Spitz, quien en Munich 1972 se hizo de siete preseas de oro, se había quedado en la puerta de esa marca, al alcanzar seis oros y dos bronces.

Pero Beijing vivió durante sus primeras nueve jornadas al compás de ese hombre pez. Al fin Michael, el de los pies, manos y orejas grandes logró la hazaña, con ocho triunfos, siete con récords mundiales. Habían transcurrido 36 años entre Munich y Beijing. Tuvieron que pasar sólo cuatro años para que Phelps se convirtiese, con 14, en el deportista olímpico dueño de la mayor cantidad de medallas de oro.

Pegado al monstruo acuático apareció Usain Bolt, el jamaicano de 21 años, con una figura carismática. Tres medallas de oro y tres récords del mundo en una semana convirtieron a Bolt, El Relámpago, en el rey del atletismo.

El primer estruendo lo hizo escuchar el segundo día del torneo, cuando bajó a 9.69 segundos el récord mundial de 100 metros que él mismo tenía en 9.72. Cuatro días después, en la final de 200, acabó con el récord de Michael Johnson, procedente de Atlanta '96, al detener el crono en 19.30 segundos, y el día 22 remató su portentosa trayectoria participando en el récord mundial de 4x100 logrado por el equipo de Jamaica (37.10).

Sus gestos de poder golpeándose el pecho cuando cruzaba la meta del hectómetro con la estratosférica plusmarca de 9.69 segundos serán largamente recordados.

FIGURAS Y RÉCORDS AL POR MAYOR
Cómo dejar de lado a la rusa Yelena Isinbayeva. Un poema visual, porque sus saltos con garrocha pintaron un cuadro de trazos perfectos. Primero para repetir el oro logrado hace cuatro años. Luego, para mejorar su récord olímpico de aquella vez. Finalmente, superar su propio récord mundial, en medio de un clima donde brillaban sus ojos verdes.

Después de dos años sin elevar un solo centímetro su plusmarca, Isinbayeva sumó tres récords esa temporada (5,03 en Roma, 5,04 en Montecarlo, 5,05 en Beijing) a una lista que alcanzaba por aquella epoca ya los 24: 14 al aire libre y diez en pista cubierta (hoy ya llega a 28).

Nada menos que 35 récords mundiales y 83 olímpicos indican el enorme espectro de figuras que produjeron estos Juegos. Se me aparece en atletismo el paraíso de velocidad de los jamaiquinos, dominadores tanto en varones como en mujeres.

O cuando Samuel Kamau Wansiru le dio el primer triunfo a Kenia en la maratón, redondeando el poderío atlético de ese país en las pruebas de larga distancia, con 14 medallas (cinco de oro, cinco de plata y cuatro de bronce) en esta oportunidad.

CADA UNO A SU MANERA
Cada país vive los grandes momentos en forma directa con sus figuras. Para los argentinos el triunfo de la pareja ciclística Juan Curuchet y Walter Pérez fue el sumo, más que el esperado oro de su bendito fútbol.

A los chilenos y ecuatorianos les bastó la plata del tenista Fernando González y el marchista Jefferson Pérez, respectivamente. Los panameños danzaron al ver hecho realidad el sueño dorado del saltador Irving Saladino, como para los dominicanos el festejo provino del inesperado oro del boxeador Félix Díaz.

Para los españoles una de sus mayores alegrías se las dio Rafael Nadal, y para los mexicanos las sonrisas llegaron de las manos de dos representantes de taekwondo: María del Rosario Espinoza y Guillermo Pérez.

Hubo decepciones como la del vallista chino Liu Xiang y la carencia de oro en el boxeo cubano. También existieron buenas noticias por la aparición de Bahrein, Afganistán, Mauricio, Sudán, Tayikistán y Togo por primera vez en la historia del medallero olímpico. A la vez, Bahrein, Panamá y Mongolia (por partido doble) consiguieron sus primeros oros.

EL DÓPING DOMINADO

El dopaje no marcó los Juegos de Beijing y apenas quedó como seis anécdotas en forma de casos positivos, lejos de los 26 registrados en Atenas, pese a la aparición de nuevas sustancias.

La cantidad en el dopaje no ha sido importante y los positivos carecieron de repercusiones extraordinarias. Sólo dos medallistas han sido cazados. A la ucraniana Blonska le quitaron la plata de heptatlón después de que se demostrara que consumió esteroides.

El tirador norcoreano Kim Jong Su no se podrá llevar el bronce y la plata logrados, al comprobarle el consumo de un tranquilizante prohibido.

Ellos dieron positivo en los controles efectuados durante la competición, pero los Juegos de Beijing fueron un ejemplo de la eficacia de las pruebas previas a su comienzo. Se realizaron 1.300 antes de que se encendiera el pebetero, un arma eficaz para desenmascarar prácticas dopantes destinadas a convertir en inútiles los tests en competición.

LOS TEMORES NO SE CUMPLIERON

No hubo boicot. No hubo atentados. Hubo algunas manifestaciones, pero sin consecuencias de gravedad, teniendo en cuenta como se desenvuelve la política china. Hubo polución, pero no afectó a los deportistas, porque surtieron efecto las medidas previas de impedir el funcionamiento de fábricas y de la disminución del tránsito vehicular. Eso sí, la humedad y el calor se hicieron sentir.

El Nido de Pájaro y el Cubo de Agua impactaron por el innovador concepto arquitectónico. Cada Juego ha tenido su sello. Atenas 2004 significó el regreso a las raíces en el país donde nacieron. Cuando pase el tiempo, se dirá que Beijing 2008 constituyó la piedra fundamental del futuro en el reinado olímpico.

DATOS COMPLEMENTARIOS
Curuchet y Pérez, la perseverancia los cubrió de gloria
Las lágrimas del marplatense Juan Curuchet, 43 años, y Walter Pérez, 34, oriundo de San Justo, se esparcían sobre la madera de la pista de ciclismo. Las pocas banderas argentinas flameaban en el estadio. La tarde transcurría en China, mientras la Argentina empezaba a despertarse con una noticia enorme e inolvidable: la primera medalla de oro del ciclismo nacional y a la vez la primera obtenida en los Juegos Olímpicos de Beijing.

Qué felicidad ver a Juan, olímpico por sexta vez, en la cumbre más alta y añorada, justo en el final de una vida dedicada a las dos ruedas. La vieja prueba Americana, donde la pareja intercambia su permanencia en la pista, desde Sydney 2000 denominada Madison, sobre 50 kilómetros, 200 vueltas en el caso del veloz Velódromo Laoshun.

Fueron los dominadores casi desde las primeras pedaleadas. Ganaron una vuelta tras el segundo sprint puntuable, con apenas 40 vueltas transcurridas. Eso fue vital, porque en la Madison se clasifica por vueltas y después por puntos. Y esa vuelta a su favor condenaba al resto a igualar esa diferencia.

Con ese "bonus", los argentinos se hicieron con una seria opción de subir al podio. Faltaba por definir el escalón. Y había que mantener el ritmo para evitar que alguno igualase el número de vueltas.

Esa vuelta a favor la defendieron con uñas, dientes y el alma sobre los pedales frente a los ataques de los españoles, rusos, belgas, alemanes, franceses. El triunfo pendía de un hilo. La experiencia y el entendimiento de los dos dieron sus frutos. Exhaustos cayeron abrazados y llorando de alegría apenas cruzaron la meta.

Entre ambos son setenta y siete años unidos por la misma pasión. De esos 77, 54 fueron encima de una bicicleta, enfrentando el frío, el calor y el viento. Besaron las medallas, se arrodillaron en el suelo arropados con la bandera celeste y blanca. Lloraban sin cesar de tanta felicidad, porque eran los artífices de un sueño hecho realidad.

Segundo oro para el fútbol
El 23 de agosto, Argentina venció a Nigeria por 1 a 0, con gol de Di María, en el partido final de fútbol masculino. De este modo, obtuvo la segunda medalla de oro consecutiva en ese deporte en Juegos Olímpicos. Ganó todos los partidos, convirtió 11 goles y le anotaron sólo dos. No hubo ningún jugador que se destacara especialmente como goleador, siendo cuatro los jugadores que convirtieron dos: Lionel Messi, Ezequiel Lavezzi, Ángel Di María y Sergio Agüero.

Javier Mascherano obtuvo su segunda medalla de oro. Con los resultados obtenidos en Beijing 2008, Argentina obtuvo un récord olímpico al alcanzar la marca de doce partidos consecutivos sin perder.

El plantel estuvo integrado por Lautaro Acosta, Sergio "Kun" Agüero, Éver Banega, Diego Buonanotte, Ángel Di María, Federico Fazio, Fernando Gago, Ezequiel Garay, Ezequiel Lavezzi, Javier Mascherano, Lionel Messi, Luciano Fabián Monzón, Nicolás Pareja, Juan Román Riquelme, Sergio Romero, José Sosa, Oscar Ustari y Pablo Zabaleta. Durante el torneo Oscar Ustari sufrió una lesión y fue reemplazado por Nicolás Navarro. El director técnico fue Sergio Batista.

Cuatro de bronce y tres diplomas
Además, la Argentina obtuvo cuatro preseas de bronce y tres diplomas. Las medallas de bronce la consiguieron Paula Pareto, en yudo; Carlos Espínola y Santiago Lange, Clase Tornado, en vela; las Leonas, hockey sobre césped femenino, y el basquetbol masculino. Los diplomas fueron para Julio Alsogaray, séptimo en Clase Laser, vela; María Gabriela Díaz, quinta en ciclismo BMX, y Vanina Sánchez Berón, séptima en taekwondo.

El panorama latinoamericano
De los 204 países participantes, 87 consiguieron alguna medalla. Sólo diez naciones latinoamericanas inscribieron su nombre en el medallero final, encabezados por Brasil, seguido por Cuba, Argentina, México, República Dominicana, Panamá, Colombia, Chile, Ecuador y Venezuela.

Al margen de las ubicaciones, Cuba, el líder de los últimos tiempos, y Brasil decayeron al comparar sus cosechas con Atenas 2004. El descalabro más notable lo sufrió Cuba, que de nueve títulos olímpicos en Atenas pasó a dos, mientras que Brasil también descendió de cinco oros a tres. Argentina repitió los dos premios mayores.

Cuba, la tradicional gran potencia deportiva de Latinoamérica, abandonó Beijing con un estrepitoso fracaso en sus dos deportes favoritos: boxeo y béisbol, en los que no subieron a lo más alto del podio.

Cuatro platas y otros tantos bronces es el pobre saldo de los púgiles antillanos. Desde los Juegos de Múnich'72 siempre había subido un boxeador cubano a lo más alto del podio. El mayor éxito de la isla mayor de las Antillas fue la consolidación de Dayron Robles como el mejor vallista del mundo de 110 metros.

Cesar Cielo marcó un hito para Brasil y Sudamérica al convertirse en el primer nadador de esta región que ganó una prueba olímpica en natación, la de la velocidad pura: los 50 libre. Otro oro de muchos quilates brasileño fue el de la atleta Maurren Merit en el salto de longitud y no menos valioso el gran botín cosechado por la selección femenina de voleibol.

La mayor decepción brasileña volvió a ser el fútbol. El oro olímpico es el único torneo importante que le falta al país pentacampeón del mundo y en Beijing se llevaron sólo la honra del bronce. Fiel exponente de ello fue la cara de amargura de Ronaldinho cuando su eterno rival, Argentina, les dejó fuera de la final con una goleada (3-0).

México regresó a la parte noble del medallero por partida doble, 24 años después del anterior en Los Ángeles 1984. Estos llegaron a través del taekwondo. Guillermo Pérez y María del Rosario Espinoza se llevaron la gloria.

Irving Saladino corroboró que era el mejor saltador de aquel momento y con ello le dio la mayor alegría deportiva de la historia a Panamá, cuyo himno no había sonado con anterioridad en los Juegos.

Félix Díaz, campeón del peso ligero welter en boxeo, se adjudicó el único oro para la República Dominicana, mientras que Jefferson Pérez reverdeció laureles para retirarse de la competición con una plata en los 20 kilómetros marcha, prueba en la que ya se había proclamado campeón en Atlanta'96.

Chile se mantuvo en el medallero una vez más gracias al tenis. Si en Atenas asombraron con dos oros Nicolás Massu y Fernando González, este último ocupó el segundo lugar el podio de singles.

Diego Salazar, plata en 62 kilos de halterofilia, y Jackeline Rentería, bronce lucha libre 55 kilos, mantuvieron a Colombia en el cuadro de honor, al igual que Dalia Contreras, bronce en taekwondo 49 kilos, a Venezuela.