Eduardo Alperín 12y

Un territorio albiceleste

BUENOS AIRES -- El polo argentino hizo su presentación olímpica en los Juegos de París 1924. En nuestra región era considerado como un deporte poderoso, pero casi sin comprobación a nivel internacional.

El polo ya había integrado el programa olímpico en tres oportunidades. La primera fue en la segunda edición de los Juegos Olímpicos Modernos realizada en 1900, también en la capital francesa, en la que el formato de juego fue muy particular.

Los polistas de los cinco países participantes (Estados Unidos, Gran Bretaña, España, México y Francia) se dividieron para formar cuatro equipos mixtos de similar nivel. De esta manera, el campeón terminó siendo el conjunto llamado TheFoxhuntersHurlingham, integrado por el estadounidense Foxhall Keene (10 goles de hándicap), su compatriota Frank Mackay y los británicos Alfred Rawlinson, John Beresford y Denis Daly.

Tras una pausa en St. Louis 1904, el polo regresó en Londres 1908. Si trasladar los caballos en viajes transoceánicos sigue siendo muy complicado en el siglo XXI, hay que imaginarse lo que implicaba hacerlo a principios del siglo XX, con lo cual Estados Unidos no participó en aquella justa. La lucha por el título quedó reducida entonces a un triangular entre tres equipos británicos --uno de ellos con jugadores irlandeses- y el oro fue para Gran Bretaña Roehampton.

El deporte de los caballos volvió a sufrir otra interrupción, para regresar en Amberes 1920 (se realizó en Ostende, único lugar en Bélgica con un campo adecuado). Gran Bretaña volvió a quedarse con el oro, esta vez en un cuadrangular con Estados Unidos, España y Bélgica.

EL POLO EN ARGENTINA
Mientras esto sucedía en el Hemisferio Norte, Argentina crecía en desarrollo de jinetes y de caballos. Pero hasta comienzos de la década del 20 no había podido medir su poderío. Un grupo de aventureros cruzó la Cordillera y ganó el Abierto de Chile en Santiago y Valparaíso.

Si bien la mayoría de los polistas criollos eran pertenecientes a familias de la colectividad británica, ellos querían ir por más y pretendían viajar a competir donde estaban los principales actores de este deporte: Estados Unidos e Inglaterra.

Se trataba de las mecas del polo internacional; hacía allí partió una delegación con petisos argentinos en 1922, que triunfó en los Abiertos de Estados Unidos y de Hurlingham, dando aviso de que el país sudamericano era candidato en una competencia olímpica.

Llegó entonces ese momento en los Juegos de París 1924. El sistema de juego fue un pentagonal formado por Argentina, España, Estados Unidos, Gran Bretaña y el local, Francia. El equipo nacional estaba integrado por Juan Diego Nelson (33 años, 7 goles de hándicap) en posición 2; Juan Bautista Miles Passo (29 años, 7 goles) jugando de 4 o back; Enrique Padilla (34 años, 6 goles) de 3 y Arturo J. Kenny (34 años, 5 goles), de 1 o delantero.

Como suplentes figuraban Guillermo Brooke Naylor y Alfredo Peña Unzué y además se enviaron 35 caballos pura sangre que impactaron por su calidad y belleza. De esta forma, el conjunto titular sumaba 25 goles de hándicap y era solo superado por Estados Unidos, cuya formación alcanzaba los 26 goles.

Gran Bretaña, por su parte, perdió poderío antes de comenzar, debido a que dos jugadores que habitualmente representaban a ese país, pero que estaban afincados en Argentina, pusieron como condición jugar para las Islas en París salvo en el partido entre ambos países.

Se trataba de Luis Lacey (nacido en Canadá) y de Johnny Traill (Irlanda), los dos mejores jugadores del circuito argentino y los dos primeros en recibir 10 de hándicap en Argentina. Los británicos decidieron no convocarlos y hacer un equipo formado con oficiales de caballería. Antes de esta determinación, Juan Nelson, el capitán argentino, estaba convencido del triunfo británico en Paris. Frente a ese cambio, los estadounideses pasaron a ser el gran rival.

EL CERTAMEN DE 1924
El torneo se desarrolló entre el 28 de junio y el 12 de julio de 1924 en Garches-Saint Cloud y la distribución de los partidos fue bastante curiosa. Arrancó con una victoria de 13 a 1 de Estados Unidos sobre el conjunto local en la fecha de apertura.

Tres días más tarde, el 1° de julio, los estadounidenses volvieron a golear, esta vez por 15 a 3 a España, ante no más de 2000 personas. El 3 de julio volvieron a presentarse, esta vez frente a otro de los firmes candidatos, Gran Bretaña, venciendo con claridad por 10 a 2, aunque éstos acusaban el cansancio por haber llegado poco tiempo antes (Nelson actuó como árbitro). Argentina todavía no había debutado y Estados Unidos ya había ganado tres partidos.

Argentina debió haber debutado el 2 de julio contra Francia, pero se aplazó por lluvia, por eso el conjunto nacional comenzó su participación el 4 de julio con una contundente victoria sobre España por 16 a 2, con 6 goles de Kenny, 5 goles de Nelson, 3 de Miles y 2 de Padilla. Al día siguiente, el 5 de julio, Gran Bretaña venció a Francia por 16 a 2 y todavía soñaba con una medalla.

El 6 de julio fue la fecha del partido clave entre estadounidenses, en su última presentación, y argentinos.

"Vamos a medirnos con uno de los mejores teams de la actualidad -anticipaba Nelson-. Es posible que resultáramos derrotados, pero hemos de ofrecerle el match más recio que hayan tenido en su vida".

Ambos equipos sabían que se trataba del partido decisivo, aunque al torneo todavía le faltaran otros encuentros. Era 'la final', si bien el formato de competición era una zona de todos contra todos.

Con clima caluroso y húmedo, y una llovizna que se desató apenas empezado el encuentro, la formación albiceleste fue la misma que en el anterior cotejo. La gran paridad en sus hándicaps se estaba reflejando en el resultado. Al final del sexto chukker, argentinos y estadounidenses igualaban 5 a 5. Había que jugar el séptimo y último período. Estados Unidos parecía tener ventaja ya que contaba con Thomas Hitchkock, de 10 goles de hándicap y considerado uno de los mejores jugadores de todos los tiempos.

Pero Argentina ya lucía esa garra criolla característica que le impedía rendirse. Logró imponer su virtud de equipo por sobre las individualidades rivales y consagró a Juan Diego Jack Nelson en un nuevo héroe por haber conseguido el 6 a 5 de la victoria.

Para celebrar la medalla de oro en París 1924 todavía faltaban dos citas en el calendario, pero todos en su interior sabían que lo más difícil había pasado...

Nelson y Hitchkock, los protagonistas de aquel, el mejor encuentro de polo del torneo, ya se habían visto ese mismo día, más temprano, en un ámbito completamente distinto. Sabiendo que el título se definiría esa tarde, ambos acudieron a la bella catedral de Notre Dame para pedir buena suerte para sus respectivos planteles.

Allí se encontraron y el argentino le dijo a su renombrado adversario: "Cada uno rogó por su equipo. Es evidente que, celestialmente, estamos empatados". Y así fue el partido, igualado por "mandato divino", hasta que apareció ese gol en el séptimo chukker.

Un día después, Gran Bretaña derrotó por 10 a 3 a España y puso presión para el resultado final. Con una victoria sobre Argentina se produciría un triple empate. Pero otro claro triunfo por 9 a 5 de 'Los Cuatro Grandes del Sur', como fueron apodados los integrantes del seleccionado albiceleste, dejó casi sellado el oro. Sólo bastaba una victoria sobre el débil conjunto francés, y ésta se produjo el 12 de julio, en el cierre del campeonato, por 15 a 2, con el ingreso de Brooke Naylor por Miles en la formación.

Argentina derrotaba a las grandes potencias del polo mundial y se llevaba la presea de oro, la primera para el medallero olímpico histórico del país. En total fueron cuatro triunfos con 46 goles a favor y 14 en contra. El segundo puesto y la plata quedaron para Estados Unidos, y el bronce para Gran Bretaña.

Tras la conquista, 'Los Cuatro Grandes del Sur' le enviaron un telegrama al presidente de la Asociación Argentina de Polo con una copla criolla: "Para vencer un peligro / o cruzar cualquier abismo / más que el fierro y que la lanza, / suele servir la confianza / del hombre en sí mismo".

LOS ÚLTIMOS JUEGOS CON POLO Y SEGUNDO ORO ARGENTINO
Los últimos Juegos en los que figuró el polo en su programación fue la de los Juegos de Berlín 1936. Tras los Juegos de 1924, estuvo ausente en Los Angeles 1932, para llegar a su quinta y postrera aparición en el historial olímpico, a la que Argentina asistió como defensora del oro obtenido ocho años antes, esa vez como la gran favorita.

Refirmó esa condición con una notable actuación para ocupar por segunda vez el sitio más alto del podio. A fines de 1935, la Asociación Argentina de Polo (AAP) realizó una serie de partidos con el fin de determinar el equipo. El mismo quedó constituido por Roberto Cavanagh, del Hurligham Club; Luis Duggan, de El Trébol, a los que se sumaban dos jugadores de Santa Paula, el "gaucho" Andrada y el primer gran jugador de origen italiano, el"gringo" Andrés Gazzotti.

Es importante hacer notar que la AAP había designado también a los hermanos Juan J. y José C. Reynal, que declinaron la participación por razones particulares, o sea que la idea original era llevar el cuarteto de Santa Paula en su totalidad.

En febrero de 1936 se embarcaron junto con 57 de los más destacados petisos del país rumbo a Francia. La delegación la integraban también Enrique Alberti, Diego Cavanagh y Juan D. Nelson, como capitán del equipo. Los jugadores llegaron a Francia los primeros días de junio de1936. Allí jugaron varios torneos y exhibiciones. En julio viajaron a Bélgica, donde siguieron los partidos contra combinados anglo-belga-franceses.

Por fin a mediados de julio se trasladaron a Berlín. Unos 35 caballos fueron hacia la capital alemana en tren. El resto, se embarcaron hacia Nueva York.

Al no participar Estados Unidos, una de las potencias del polo mundial, los contendientes fueron cinco países (Alemania, Argentina, Gran Bretaña, Hungría y México). Teniendo en cuenta los antecedentes de cada conjunto, se formaron dos grupos: Argentina, Gran Bretaña y México jugaron entre sí en el Grupo A, para definir los dos equipos que jugarían la final; Hungría y Alemania, por su lado, jugaron entre sí en el Grupo B, para definir cuál de los dos diputaría la medalla de bronce, con el equipo del grupo A que no alcanzara la final.

En la primera ronda, Argentina le ganó 15-5 a México, que también fue batido por Gran Bretaña 13-11. Por lo tanto, los dos vencedores fueron los finalistas y México enfrentó a Hungría, que había derrotado a Alemania, por la medalla de bronce.

El partido final entre Argentina-Gran Bretaña se jugó el 8 de agosto, ante una multitud. Argentina brindó una excepcional exhibición de calidad y talento, con una victoria que consolidó un estilo de juego a través de un equipo que, por su composición, aparece como el país híbrido y del "melting-pot": dos hijos de terratenientes, un gaucho y un hijo de chacareros.

Gazzotti, el chacarero de Pehuajó, fue durante mucho tiempo el único gran jugador que puede asociarse a la inmigración italiana. Andrade, el primer profesional verdadero del polo, pasó a ser visto como el personaje emblemático de la tradición criolla.

Roberto Cavanagh (6 hcp), Luis Duggan (6 hcp), Manuel Andrada (7 hcp) y Andrés Gazzotti (8) se impusieron en esa final por 11-0 (1-0; 2-0; 4-0; 4-0; 8-0; 9-0, y 11-0). A partir de este partido, el polo no volvió a integrar el programa oficial de los Juegos Olímpicos.

Durante la ceremonia de entrega de las medallas, Argentina recibió, como trofeo de esa hazaña, un pequeño retoño de roble, que la AAP plantó y aún hoy sigue en pie en el Campo Argentino de Polo de Palermo.

De ahí, los jugadores albicelestes partieron a Nueva York para jugar y ganar la tercera edición (y por primera vez para Argentina) de la Copa de las Américas.

Fin de esta historia.

Eduardo Alperín fue columnista de ESPN.com por 16 años. Falleció el pasado 25 de abril. 

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