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El Black Power en el podio

La fotografía del podio más famoso de la historia olímpica. Getty Images

BUENOS AIRES -- Los años sesenta fueron de gran agitación política. Hacia el fin de la década, la revuelta de los estudiantes parisinos marcó un hito imborrable, pero fue sólo una expresión de los diversos movimientos sociales que caldearon el clima de época.

En Estados Unidos, por caso, las crecientes demandas de la población negra para acabar con la segregación alcanzaron su nivel más radical con la creación del Partido de las Panteras Negras, en Oakland, California, en 1966.

Al influjo de la prédica de Malcolm X, la agrupación defendía la autodeterminación de los negros (aspiración más ambiciosa que la "integración") y no escatimaban medidas violentas "de autodefensa", favorecidas por el permiso irrestricto de portar armas que rige en los Estados Unidos.

Los Juegos Olímpicos de México 1968 tenían estos antecedentes. Y a poco de comenzar, el estrépito de la represión policial en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco terminó de sumir al deporte en un magma de tensiones tempestuosas.

Apenas diez días antes de la inauguración de la competencia, unos 300 estudiantes y obreros fueron asesinados por las fuerzas militares y paramilitares (con apoyo logístico de la CIA), en medio de una manifestación multitudinaria.

Inexplicablemente, el show continuó. Por la tenacidad del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz para barrer la sangre debajo de la alfombra y la voluntad autista de las autoridades olímpicas, que pretendían despegar el deporte de la política y las luchas sociales, aunque mediara una matanza.

Sin embargo, la política hizo su ruidosa entrada en los Juegos, no por el sabotaje de algún infiltrado, sino por obra de los propios atletas y desde el centro mismo del podio. Las pistas mexicanas serían recordadas, más que por los récords allí alcanzados, como la vidriera mundial del Black Power.

La foto que cristaliza la reivindicación negra ocurrió tras la prueba de los 200 metros llanos, en la que se impuso, quebrando una marca mundial con sus 19.83 segundos, Tommie Smith. Este velocista tejano militaba en el Olympic Project for Human Rights, un movimiento de línea dura que alentó el boicot a los Juegos por parte de los atletas afroamericanos. El bronce lo obtuvo su compatriota y amigo John Carlos, uno de los fundadores de OPHR.

A la hora de recibir sus respectivas distinciones, concurrieron sin calzado, en un gesto que intentaba representar la pobreza de su etnia. Un pañuelo en el cuello de Smith hablaba del orgullo negro. Y como frutilla del postre, con las medallas ya colgadas, ambos deportistas inclinaron la cabeza y alzaron un puño enguantado, reproduciendo el saludo del Black Power.

El ganador de la medalla de plata, el australiano Peter Norman, por solidaridad, lució, al igual que sus colegas, una insignia del Olympic Project for Human Rights.

Algunos abucheos se mezclaron con el himno estadounidense, en la postal del podio más famoso de la historia olímpica. Fue, como querían aquellos agitadores, un verdadero escándalo que tuvo consecuencias de por vida para los tres involucrados.

Los atletas negros fueron forzados a abandonar la villa olímpica. Como los responsables de la delegación estadounidenses amagaron cierta resistencia, el titular del Comité Olímpico Internacional, Avery Brundage, amenazó con expulsar a todo el equipo americano. De modo que Smith y Carlos regresaron a su país a enfrentar, como era previsible en una sociedad en la que el racismo estaba legislado, más desprecio que muestras de afecto.

Incluso Norman recibió su castigo por involucrarse en la histórica performance y tuvo que privarse de participar en los Juegos de 1972, en Munich.

El reconocimiento fue demasiado tardío. Recién en 2003, los estudiantes de la San José State University promovieron la construcción de una estatua en honor a Smith y Carlos, quienes se habían formado allí. Estuvo lista dos años más tarde y, aunque no figuraba en el podio de bronce, también concurrió a la inauguración el tercero en concordia, el ya inseparable Peter Norman.