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La nueva naranja mecánica

El título de la Selección de Holanda desató una gran fiesta popular Getty Images

BUENOS AIRES -- En 1974, once holandeses hicieron una revolución. Transformaron este deporte en otra cosa, en algo mucho más bello, más cercano al arte que a la competencia deportiva. La Naranja Mecánicafue el mejor equipo de todos los tiempos porque rompió los paradigmas y por intermedio de sufútbol total dio comienzo a una nueva era futbolística.

Sin embargo, el destino se empeñó en que ese equipo maravilloso jamás pudiera levantar un trofeo. Por eso el título ganado en la Euro 1988 significó tanto para los Países Bajos.

Marco Van Basten, Ruud Gullit y Frank Rijkaard, la santísima trinidad que formó parte del extraordinario Milan de Arrigo Sacchi, también condujo al Seleccionado que se coronó campeón en Alemania. Rinus Michels, el mismo que dirigió a la Naranja Mecánica en los setenta, juntó a los tres cracks justo antes de que el equipo italiano contratara a Rijkaard.

La gran figura era Marco Van Basten, a pesar de que venía de una grave lesión y llevaba ocho meses sin jugar en la conjunto nacional. Incluso, estuvo a punto de no jugar el torneo debido a esa inactividad, pero un tal señor Cruyff lo convenció para que no renunciara. Luego, el Cisne de Utrech fue el gran héroe del campeón.

El debut no fue el mejor para Holanda, ya que perdió 1-0 ante la Unión Soviética en Colonia. Rats marcó el único gol de los rusos en un encuentro en el que no jugó Van Basten y sí lo hizo John Bosman, el máximo artillero de la última temporada en la Eredivisie.

En la segunda presentación, se juntó por primera vez el tridente de oro y el equipo brilló. Van Basten anotó los tres goles, en el cierre del primer tiempo y en el segundo tiempo. Aquella victoria en Düsseldorf fue toda una declaración de Holanda, que demostró su potencial. Tres días después derrotó 1-0 a Irlanda en Gelsenkirchen y aseguró su clasificación.

En semifinales debió enfrentar al anfitrión Alemania Federal, un conjunto al que no vencía desde 1956 y que había sido el verdugo en el Mundial 1974. Siete derrotas y tres empates precedieron al choque de Hamburgo, que recién se definio en los últimos minutos. Lothar Matthäus convirtió a los diez del segundo tiempo, pero la Naranja lo dio vuelta gracias a los goles de Koeman y Van Basten, a sólo 120 segundos del cierre.

Aquella victoria representó una revancha histórica, pero aún faltaba un paso más para derribar todos los complejos. En la gran final, Holanda jugó como un gigante y dominó de principio a fin a la URSS. Ruud Gullit en la primera etapa y Marco Van Basten en el complemento le dieron su primer y hasta ahora único título a los Países Bajos.

El grito de Holanda campeón de Europa encerró un acto de justicia poética, porque el país que revolucionó este deporte merecía más que ningún otro dar una vuelta olímpica. Y el pueblo lo celebró como nunca. Un millón de personas se juntaron en el los canales de Amsterdam. Debido a esa fiesta popular decenas de casas se hundieron en el agua porque sus tejados no soportaron el peso de los hinchas.

Marco Van Basten, Ruud Gullit y Frank Rijkaard formaron un equipo inolvidable e hicieron posible aquello que Johann Cruyff no pudo. Sólo por eso se ganaron un lugar en la leyenda.