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Sufrió y gozó con récord

Del Potro le agradece al público, junto con Nalbandian y Schwank, a la espera de República Checa EFE

BUENOS AIRES -- Sufrir para gozar. Tan claro como gráfico. Es que Argentina padeció mucho ante Croacia, pero cantó victoria y aumentó el invicto de local y sobre cancha lenta a 17 series de Copa Davis. El premio extra fue nada menos que el récord de acceder ocho veces al menos a las semifinales en estos 11 años, desde su regreso a la elite. Liderado por un Juan Martín del Potro contundente, la máxima potencia latinoamericana sacó boleto para recibir en septiembre a República Checa.

En un estadio lleno, con más de 14.000 espectadores en el Parque Roca de Buenos Aires, el equipo albiceleste volvió a dejar en evidencia que, si bien ya hace un tiempo que es muy peligroso en cualquier lugar, se potencia en casa. Y realimentó el eterno sueño de poder conquistar alguna vez la famosa ensaladera de plata, aún más por el hecho de tener la triste marca de ser el país que llegó a más finales (cuatro) y las perdió todas.

Si bien es cierto que cayó ante España en la fatídica final de 2008, en Mar del Plata, con el hecho histórico de haber cambiado al elegir una carpeta sintética y jugar bajo techo, Argentina no sufre una derrota como local en arcilla desde hace 14 años, ante Eslovaquia, cuando perdió ese repechaje en 1998. Así y todo, en los últimos años dispone de dos figuras, Del Potro y David Nalbandian, que se mueven mejor en canchas rápidas.

Por eso, el conjunto estrella de la región apunta a ser el primero de América Latina en obtener la mítica Copa Davis. Después de la caída en Estados Unidos, en 1981, arribó a otras tres finales en estos 11 últimos años (2006, 2008 y 2011) y en otras cuatro ocasiones cayó en semi (2002, 2003, 2005 y 2010). Por eso, pretende acceder a otra definición y para eso deberá derrotar, del 14 al 16 de septiembre, a República Checa en Buenos Aires.

Así, Argentina, el segundo cabeza de serie, consiguió esta marca extraordinaria de ser al menos ocho veces semifinalista, algo único en estos 11 años. Es cierto, podrá decir más de uno, que falta la frutilla del postre del título, pero este período ya es, por amplio margen, el mejor de su historia 'copera'. El gran protagonista es obviamente España, con seis accesos al menos a semis y con el plus de cuatro coronaciones (2004, 2008, 2009 y 2011), a la que se suma su primer éxito, en 2000.

Por eso, todo esto ratifica el gran presente que atraviesa el equipo albiceleste, que no deja de soñar con la Copa Davis y su anhelo se potencia por la simple y rotunda razón de tener juntos a dos tenistas muy completos y de enorme calidad, como Del Potro, el Nº 10 del mundo, ex 4º y campeón del US Open 2009, y un Nalbandian bastante recuperado, ahora 50º, ex 3º en el ránking de la ATP, dueño de la Copa Masters 2005 y finalista de Wimbledon 2002. Es más: suman varios triunfos contra los mejores y también sobresalen en la Davis.

Ahora bien, repasemos un poco lo que ocurrió en esta eliminatoria. Argentina le ganó por tercera vez en tres series a Croacia, nuevamente con esfuerzo. Los albicelestes no empezaban una serie 0-1 de local -de hecho, hasta empezó arriba en la final perdida 3-1 con España- desde aquella citada derrota contra Eslovaquia, en 1998. Esta vez, dio vuelta el trámite y definió la historia por 4-1. En el medio, hubo momentos de dudas, de mucho nerviosismo, con el bonus de mostrar actitud y ganar aún sin jugar bien.

Eso se dio, en especial, en el punto vital de dobles. Pero mejor vayamos por partes. Este choque, que se sabía de antemano duro, con dos rivales muy incómodos, lo fue mucho más. Y lejos estuvo el marcador final de reflejar las complicaciones que se presentaron. El histórico Nalbandian, con el segundo mejor récord 'copero' de Argentina en la Copa Davis, sólo superado por Guillermo Vilas, empezó flojo y perdió.

El que fue el as de espadas en muchos de estos últimos años ahora le dejó, a la fuerza, ese sitio a Del Potro. Un viento molesto, que fue dejando la cancha de arcilla más rápida, complicó a un Nalbandian que venía de llegar a cuartos de final en Indian Wells. Su imagen fue otra, muy irregular, inestable, cayó en cinco sets y más de cinco horas ante Marin Cilic (23º), reaparecido hace un mes en el circuito tras una lesión. Sufrió la derecha incisiva del croata y pareció comprometer mucho el panorama.

Pensar que el argentino le había ganado los cuatro encuentros previos al europeo, el más reciente, el mes pasado en el mencionado certamen estadounidense. Con esa desventaja, Del Potro entró a la cancha y, con el riesgo latente de no poder terminar su partido por falta de luz natural y que la lucha se estirara al sábado, derrotó con enorme autoridad a Karlovic (52º), el supergigante del tenis, de 2,08 metros, dueño de un saque letal, aunque su peligro decae bastante en superficie lenta.

Del Potro sólo la pasó mal en el segundo set, cuando quedó 3-6 en el tie-break, pero lo revirtió y ganó en tres capítulos, para reencaminar la eliminatoria de cuartos de final y darle aire puro a la gente. Al otro día, fue una batalla en pareja, con Nalbandian y Eduardo Schwank sufriendo horrores ante Cilic y Karlovic, poniéndose 2-1 en sets, no logrando cerrarlo en el cuarto capítulo y definiéndolo recién por 8-6 en el quinto, con varios games de zozobra con el servicio propio. Infartante.

Esa victoria, con el parcial de 2-1 para Argentina, aportó cierta tranquilidad. Por un lado, sin dudas, porque bien se pudo haber perdido. Nalbandian, que había empezado mal, lideró la dupla a la hora de la verdad, muy bien acompañado por Schwank, con el plus de consolidarse aún más este dobles. Y, por otro, porque Del Potro, más allá de la descompostura del viernes, estaba listo para dar pelea el domingo, con la ventaja de que Cilic totalizaba ya 10 horas y 10 sets sobre sus hombros.

La apertura de la jornada decisiva mostró a un Del Potro imponente, con una potencia tremenda, demoledor, para imponer su juego y aprovecharse, además, de un Cilic ya cansado, que rápidamente se vio abajo en el tenis y en el resultado. El mejor croata, más completo que la torre Karlovic, hizo las veces de 'partenaire' y el tandilense reconfirmó su categoría, sellando un 3-1 ya inapelable, el boleto a semis y, como corolario, haciendo enmudecer a algunos que todavía se daban el gusto de criticarlo.

Ya para cumplir con el reglamento y el espectáculo, Juan Mónaco (16º) le ganó muy fácil a Antonio Veic (150º). Al fin de cuentas, fue un triunfo global merecido, con un equipo que demostró ser más compacto y sólido que el otro. Eso sí: después de varias visitas que resultaron sencillas, en esta ocasión Argentina debió sudar demasiado para dar otro paso. Y se viene un rival aún más exigente, como la República Checa de Tomas Berdych (7º) y el ofensivo Radek Stepanek (24º, ex top-ten).

Casi siempre, ellos dos se reparten los singles y comparten el dobles, al punto de que vienen de vencer en Praga a Serbia, pero sin el rey Novak Djokovic, ganando Berdych sus tres choques sin perder un set. La doble ventaja albiceleste será el factor público y la incomodidad que les genera a los checos una cancha lenta, sobre todo a Stepanek. El más reciente duelo, en 2009, quedó en poder de los europeos, con lo justo, por 3-2, pero Argentina no tuvo al lesionado Nalbandian.

En esa oportunidad, Del Potro ganó sus dos individuales en carpeta y el segundo fue contra Berdych, pese a llegar 1-2 a ese cruce. El quinto punto se lo llevó Stepanek sobre Mónaco, aunque en Buenos Aires se presume otra película porque, de no mediar problemas físicos, el conjunto argentino estará completo, como en este éxito frente a Croacia, con pesos pesados en los singles y una pareja consolidada y respetada.

Hay que tener en cuenta que, de acá a septiembre, habrá muchísimo en juego y se verá cómo llegan las dos figuras de cada equipo, más el caso de Mónaco, ya que en el medio se disputarán Roland Garros, Wimbledon, los Juegos Olímpicos y el US Open. Es cierto que falta, pero Argentina ya se ilusiona ante el finalista de 2009, para seguir de reojo la otra semi, con España recibiendo a Estados Unidos, sabiendo que si gana será local ante cualquier rival en la cita final de noviembre. A festejar y soñar despierto.