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Ansioso por su regreso

El día que José Reyes firmó con los Mets de Nueva York, su padre trabajaba en una fábrica de inodoros. A los 16 años de edad, muchos cazatalentos de los Mets le habían pedido a Reyes que se entrenara duro. Por aquellos días, en raras ocasiones los escuchas se aventuraban a explorar hacia el norte a la ciudad natal de Reyes en la región de Santiago, casi tres horas al norte de Santo Domingo en la República Dominicana. Pero en el caso de Reyes, los escuchas de los Mets habían visto algo especial. Sólo cuatro horas después de terminar el intento, Reyes recibió la noticia de que los Mets querían hablar con su padre. Rápidamente, el recado fue enviado a la fábrica. La pérdida de un día de paga en el trabajo no era un favor pequeño para pedirle a la familia Reyes, que era bastante pobre. Pero esto era importante. Se concertó una entrevista en un hotel local donde, bajo la supervisión de su padre, Reyes firmó un contrato profesional. El padre de Reyes se jactó con orgullo de que su hijo era ahora un Met de Nueva York.

Inevitablemente, y muy de esperar, durante el curso natural de una conversación, la voz de José Reyes se eleva sobre el nivel del habla en el cuarto, y sus compañeros de equipo a varios metros de distancia se dan la vuelta para ver de qué se trata el alboroto.

Por supuesto, Reyes tiene diferentes variaciones de sonrisas y risas, y se mueve con tanta frecuencia que es como un niño de 5 años de edad después de un atracón de dulces, de modo que por lo general cualquier conversación termina de esta manera. Reyes, de 28 años, no es la personificación del estereotipo anticuado del jugador dominicano "feliz". Él actúa de esa manera porque, bueno, es dominicano, y esa es la forma en la que vive la vida, siempre parece contento y jamás obstruido por la noción de una "voz interior".

Excepto que esta conversación en particular con Reyes parecía diferente de todas las demás. Cuando Reyes te dice que él está realmente entusiasmado con algo, toma nota, porque siempre se supone que está emocionado acerca de todo.

"Me vuelvo loco cuando pienso que voy para allá", dijo antes del juego de los Marlins de Miami el viernes contra los Nacionales de Washington.

Hizo una pausa y repitió: "Me vuelvo loco cuando pienso que voy para allá".

La noche del domingo, Reyes llegó a Nueva York con sus compañeros de equipo de los Marlins, y por primera vez en meses dormía en su propia cama en su casa en Long Island. Pasó su día libre el lunes para salir con sus amigos de Nueva York y la familia. A continuación, el martes, llegó la reunión que Reyes ha esperado durante meses. Poco antes de la hora del juego el martes, la relación de amor de los fanáticos de los Mets con su ex torpedero oficialmente había llegado a su fin, si no es que había terminado antes. Reyes, vestido con los colores fluorescentes de los Marlins, entrará en la caja de bateo y se enfrentará al equipo con el que pasó casi la mitad de su vida.

"Sé que está emocionado por regresar y ver cómo será recibido", dijo Peter Greenberg, agente de Reyes. "Yo sé que ha circulado las fechas desde que vio el calendario. No creo honestamente que pueda decir que es un juego cualquiera. Va a ser emocionate para él".

Reyes ni siquiera pretenderá que es un juego cualquiera. No va a elegir los clichés de manual del deportista para describir el juego como uno más de los 162. No lo es y él lo sabe. Y él no quiere que lo sea. Quizás nadie en el béisbol se alimenta tanto de la emoción de la multitud como Reyes, y por cierto, la noche del martes será emocionante.

Su única incertidumbre es cómo lo recibirán los aficionados.

"Yo no tengo ningún control sobre cómo van a reaccionar los aficionados", dijo Reyes. "Algo voy a decir, y es que en el tiempo que pasé en Nueva York y estaba sano y fui capaz de estar en el terreno, jugué y aporté cada pedacito de mi corazón y alma al equipo con un esfuerzo de 100 por ciento para que pudiéramos ganar. Puedo decir que me fui satisfecho al saber que cuando yo estaba en el terreno les di todo. Uno pensaría que (no habría una razón para abuchearme), pero uno nunca sabe".

La ambigüedad acerca de la recepción de Reyes viene del hecho de que voluntariamente dejó el equipo para firmar un contrato de seis años, $106 millones de contrato con Miami - aunque algunos pueden argumentar que no se le dio mucha opción en absoluto, ya que los Mets nunca pensaron seriamente en firmarlo de nuevo.

En Nueva York, Reyes jugó para cuatro diferentes entrenadores y cuatro gerentes generales, el signo más seguro de un barco sin timón. Sin embargo, muchos fanáticos de los Mets le guardan rencor porque hubo más temporadas perdedoras durante la época de Reyes (cinco) que ganadoras (cuatro).

"¿Por qué lo abuchearían?", dijo Ozzie Guillén, entrenador de los Marlins. "El jugó muy bien allí. Este muchacho lo dio todo por esa organización y por aquella ciudad. Abuchearlo sería una mala imagen de los aficionados. Los aficionados de Nueva York deben sentirse orgullosos de la forma en que jugó para la franquicia".


En el día José Reyes fue llamado por los Mets había pasado la mayor parte del tiempo de mal humor. Cuando Reyes llegó en el estadio el 10 de junio de 2003, se dio cuenta de que no estaba en la alineación de los Norfolk Tides. De inmediato, Reyes se enfureció. Entró en la oficina de manager Bobby Floyd y le pregunté por qué había sido enviado a la banca. Floyd no le dio la razón. Reyes puso mala cara y regresó a su taquilla y pasó la mayor parte del juego inquieto. A Reyes le encantaba jugar. Después del partido, Reyes fue llamado a la oficina de Floyd y le dijeron que había sido reclamado por las Grandes Ligas. Reyes no lo podía creer. Estaba tan emocionado que llamó a su madre y su padre, aunque era tarde en la noche. "¿Pueden creerlo?", les dijo, "¡voy a ser un Met de Nueva York!"

Ningún jugador encarna más a los Mets que Reyes durante sus nueve temporadas con el equipo.

Su diversos problemas con los tendones de las piernas predijeron un período de desgracia médica que envió a muchas de las estrellas del equipo a la lista de lesionados. La jugada dudosa de moverlo a la segunda base en el 2003 para darle cabida a Kazuo Matsui habló de la incapacidad del equipo para identificar adecuadamente el talento. Reyes era el rostro de los Mets, una colección de jugadores latinos adquiridos por el ex gerente general Omar Minaya que competían por títulos de división y de la liga, pero que al final se desvaneció y desató la ira de los aficionados. Lo más doloroso, es que la salida de Reyes marcó la era de la reducción de costos de los Mets, un equipo obstaculizado por problemas financieros debido a los vínculos con el convicto Bernie Madoff, quien tenía acciones en el equipo.

"Hubo momentos tan locos", dijo Reyes. "¿Recuerdas cuando trataron de cambiar mi forma de correr?"

Reyes se ríe con los recuerdos, no con una risa malvada, sino con una alegría de corazón que dice que incluso va a recordar con cariño los tiempos extraños.

Sus momentos favoritos con los Mets son algunos propensos a tocar lo más genuino de la afición de aquella época: su primer jonrón, un grand slam el 15 de junio del 2003 contra los Angelinos; el momento en que bateó para el ciclo el 21 de junio de 2006, y 49,758 aficionados en el Shea Stadium rugieron más fuerte que nunca, según puede recordar Keith Hernández (muchos aficionados de los Mets también recordarán dolorosamente que Billy Wagner desperdició el salvamento y Nueva York perdió el partido, lo que probablemente también dice algunas cosas sobre la suerte en la época de Reyes); y por supuesto, el día en que los Mets ganaron el título de la División Este de la Liga Nacional en el 2006, que le ganó a Reyes su única aparición en la postemporada.

"Tengo muchos buenos recuerdos", dijo. "Lo único lamentable es que nunca hemos sido capaces de ganar un campeonato cuando teníamos un equipo con el talento y el potencial de ganarlo".

Los Mets del 2003 al 2011 fueron un mejor equipo cuando Reyes estaba en el terreno. Nueva York registró 493-435 cuando Reyes jugó, y 90-116 cuando no lo hizo. A pesar de las críticas constantes sobre su tiempo en la lista de lesionados, Reyes aún se ubica en el número 10 en partidos jugados (1,050) y segundo en veces al bate (4,453) en toda la historia de la franquicia. Para Minaya, los momentos más memorables de Reyes tienen relación con lo importante que fue para el equipo mantenerlo en el terreno. Cada vez que Reyes bateaba una pelota hacia un hueco, Minaya se encogía al verlo correr como un bólido de fuego por las bases para convertirlo en un triple; cada paso, según temía el ex entrenador, podía causarle una lesión de tendón.

Pero eso de eso se trataba la época de Reyes. No importa lo que pasara, pero nunca fue aburrido.

"Probablemente fue uno de los jugadores más interesantes que ha tenido la franquicia", dijo Minaya, quien fue uno de los escuchas que contribuyeron a que los Mets firmaran a Reyes cuando era un adolescente. "Era un jugador de cosecha propia, un gran compañero y siempre será recordado por la forma en que corrió las bases y por su bateo. Siempre jugó duro. Esos equipos de mediados de la década del 2000 jugaron muy bien y él fue un gran contribuidor y catalizador. Es el mejor bateador abridor que ha tenido nunca la franquicia".


El día José Reyes supo que no volvería al único equipo que había conocido, realmente se dio cuenta de que el béisbol era un negocio. Los Marlins le habían cortejado con llamadas telefónicas, un viaje para visitar el nuevo estadio y una cena de lujo. Los Mets apenas habían hecho siquiera una llamada telefónica. Nunca hubo una oferta. En realidad, no fue el día en que firmó un contrato con Miami cuando comprendió que comenzaba un nuevo capítulo en su vida. Los primeros días de la agencia libre le había enseñado una dura realidad porque nunca los Mets lo persiguieron agresivamente. Cuando firmó contrato con los Marlins, ni siquiera Sandy Alderson,el gerente general del equipo, lo llamó para decir adiós. En realidad, lo entendió entonces a profundidad. Ya no sería más un Met de Nueva York.

Inicialmente, Reyes parecía molesto por la decisión de los Mets de no ofrecerle un contrato. Fue una curiosa decisión que el equipo no lo cambiara en la fecha límite de los cambios en julio. Parecía poco probable que los Mets, en medio de problemas financieros, jamás pudieran igualar lo que Reyes podría ganar en el mercado de agentes libres.

Mantenerlo el año pasado dejó una pequeña ventana abierta para su retorno a largo plazo. Pero eso no estaba destinado a suceder, y al final, la terminación abrupta e impersonal despedida fueron muy rudas.

Mientras que la conferencia de prensa de presentación con los Marlins durante las reuniones de invierno estaba llena de optimismo y de nuevos comienzos, el jugador no podía dejar de mencionar que se sentía indeseado por su antiguo equipo. En general, Reyes continuó hacia adelante. Pero no ha olvidado.

"Creo que esos sentimientos han pasado", dijo Reyes. "No se puede jugar aquí con este equipo y pensar en que los Mets nunca me hicieron una oferta. Ya eso pasó. Ahora estamos enfocados en este equipo. Al principio era muy difícil. Pero después que firmé (con los Marlins), me dije a mí mismo que si (los Mets) no me hicieron una oferta es porque ya no necesitaban mis servicios. Ahora yo pertenezco a otro equipo y tengo que pensar en lo que tengo que hacer para ganar partidos".

El video homenaje que los Mets han preparado para el martes ha reparado algunos sentimientos heridos.

"Estuve muy feliz de escuchar sobre eso porque significa que valoran el trabajo que hice allí", dijo Reyes.

Sólo recientemente es que su familia se ha acostumbrado al cambio. En las primeras semanas después que firmó con los Marlins, la esposa de Reyes y su padre casualmente se refirieron "a la próxima temporada de Reyes con los Mets". Rápidamente, Reyes los corrigió. Él era un Marlin, no un Met.

Tampoco aparentó molestia alguna cuando le dijeron del rumor sobre que ahora los Mets preparan una extensión de contrato para la tercera base David Wright. En esencia, los Mets eligieron a Wright por encima de Reyes.

"Sé que David Wright es un jugador tremendo", dijo Reyes. "Cuando está saludable es uno de los mejores antesalistas de la liga. Creo que probablemente es una buena idea tratar de firmarlo".

Los dos habían estado siempre muy vinculados. Ambos jugaron en el lado izquierdo del cuadro. Ambos llegaron relativamente al mismo tiempo. Ambos eran por lo general los más jóvenes en un equipo lleno de veteranos. Pero uno se quedó y el otro no.

Los dos siguen amigos, una pareja improbable que une las fronteras culturales. Es asombroso cómo un niño que creció en la pobreza extrema en Villa González, Santiago, encuentra un vínculo con otro niño que creció en un hogar de clase media en Virginia. Pero esa era la belleza de los Mets.

En estos días, Wright echa a menudo un vistazo a los periódicos para ver cómo jugó Reyes el día anterior. Wright dice que va a apostar por Reyes en cada partido que juegue, excepto, por supuesto, contra los Mets.

"Quiero ver que a José le vaya bien", dijo Wright. "Estamos tan cercanos como hermanos de béisbol como se puede estar". Estás con alguien durante 10-11 años. Vienes con él a través de las ligas menores. Chocas con algunos obstáculos en el camino, pruebas un poco de éxito, y desarrollas una relación con personas como él. Obviamente, me entristeció verlo partir".


El día que José Reyes llegue por primera vez al Citi Field como miembro del equipo visitante, estará ansioso y nervioso. Él no sabe muy bien qué esperar. Hubo días en que la gente de Nueva York lo empujó y lo llevaron hacia el éxito. Reyes se alimentaba de la multitud, y la gente se alimentaba de él. Fue sin duda el jugador de los Mets más carismático de esa época. Pero, obviamente, ya eso no era verdad. El se fue y muchos aficionados se vieron afectados por su partida. Porque si bien los aficionados de Nueva York amaban a Reyes, él sabía mejor que nadie que odian a todo aquel que no es miembro de los Mets.

Por supuesto que para Reyes era extraño dirigirse a Júpiter, Florida, para el entrenamiento primaveral, y no a Port St. Lucie. Pero en última instancia sigue siendo béisbol, con independencia de donde Reyes lo juegue. Hanley Ramírez y Emilio Bonifacio, amigos de la República Dominicana, ayudaron a Reyes a integrarse en su nuevo equipo. Pero en realidad, Reyes no necesitaba ayuda. Es casi imposible no gustar de Reyes. Él no iba a convertirse en un problema en el camerino.

Reyes ha hecho la transición para convertirse en un Marlin con tanta facilidad que casi parece natural verlo en la casa club de Miami. Claro, está el aspecto raro de ese uniforme, las caras extrañas cerca de su casillero y más claramente, el corte de cabello muy corto y de color anaranjado que estila por estos días (Reyes se vio obligado a arrojar sus rastas por las reglas del equipo). Pero sigue siendo el mismo Reyes de siempre.

Durante una pausa en la previa al partido del viernes en la casa club, Bonifacio y Reyes pasaron casi media hora viendo videos musicales en un iPad. Una vez que la música se detuvo, Reyes centró su atención en Ramírez.

"Hanley, no tenía ni idea de que comías mucho", le dijo Reyes.

Durante el transcurso de una hora, Ramírez se comió un bocadillo, un poco de pollo y ahora se preparaba una taza de yogurt y granola.

"José, esto te hace fuerte", dijo Ramírez. "Si te comes parte de esta granola batearás solamente líneas."

Reyes observó a Ramírez y se rió sin control. Su uniforme y su ciudad cambiaron, pero la personalidad del torpedero sigue intacta.