ESPNdeportes.com 12y

Dentro y fuera de la cancha

BUENOS AIRES -- ¿Cuál será el primer recuerdo que le vendrá a la memoria a Roger Federer cuando uno se le planta enfrente y le dice...

-Hey, Roger!
-Yes?
-Olympic Games!

Primero, Roger se preguntará qué patología tendrá aquel que se le para en el camino para consultar semejante rareza; quizás opte por llamar directamente al personal de vigilancia. Hay una tercera opción, y es que acepte el juego de asociación libre. El suizo seguramente elegiría dos caminos: uno conduce a Sydney 2000, el otro a Beijing 2008.

Quería subirme al podio, ahora no tengo nada para llevar a casa excepto mi honor

-- Federer, tras caer en el partido por el tercer puesto en Sidney 2000

El primero sería elección personal. En los Juegos oceánicos, Federer había sufrido un golpe duro en el partido por la medalla de bronce: quiebre arriba en el tercer set, su rival con calambres, terminó perdiendo con el francés Arnaud di Pasquale por 7-6 (7-5), 6-7 (7-9) y 6-3, en lo que igualmente era el mejor resultado de su carrera hasta el momento. "Considerando cómo fue el partido, nunca debería haber perdido", dijo Federer, y dejó escapar lágrimas. "Realmente quería subirme al podio, ahora no tengo nada para llevar a casa excepto mi honor", agregó el jugador de 19 años, según se lee en el libro The Roger Federer Story, la búsqueda de la perfección, del suizo René Stauffer.

El resto de la representación tenística suiza no hacía méritos: Martina Hingis, Patty Schnyder y Marc Rosset se habían borrado a último momento de la competencia, Miroslava Vavrinec (invitada especial por la Federación Internacional) podía robarle apenas dos juegos a la rusa Elena Dementieva, quien sería medalla de plata, y también caía en primera ronda de dobles, junto con Emmanuelle Gagliardi. Digeridas las derrotas, era tiempo para ellos de disfrutar del resto de la experiencia olímpica: la convivencia en la villa, las historias de otros atletas, eso que el circuito de tenis no suele entregar.

"No tenía idea de que era tan divertido", decía Mirka (versión corta de su nombre) sobre Roger, tres años menor que ella. Lo que era amistad terminó en romance. "No me besó hasta el último día de los Juegos", admite ella en el libro. Desde Sidney, Mirka voló a Japón, luego a Europa, pero la relación se volvió más intensa con los años. Querían mantenerla en privado, pero fue imposible: cuando un matutino suizo informó sobre la pareja, él se enojó: "No creo que esto deba ser público. Mi novia tampoco quería exponer esto porque nos pedirán que hablemos sobre nuestra relación y no sobre tenis".

Nueve años después, en abril de 2009, llegaría el casamiento sorpresivo y, esta vez, privado (aunque pierde su privacidad cuando las fotos son vendidas a las revistas, como suele ocurrir en estos casos) de esa relación surgida en los Juegos Olímpicos. Mirka llevaba siete años de tenista retirada: operaciones en los pies la obligaron a colgar la raqueta a los 24 años. Esa misma temporada, en 2002, se había dado el gusto de jugar con Roger la Copa Hopman, el tradicional torneo exhibición que se realiza en Perth, como previa de Australia. Sólo pudieron vencer a la Argentina de Paola Suárez y Mariano Zabaleta, no llegaron a la final, pero se divirtieron en el doble mixto.

Al dejar la actividaed en 2002, Mirka encontró en una depresión, lo que ella describió como "un agujero profundo". "No es fácil cuando haces algo que te gusta toda tu vida y tienes que abandonarlo de un día para el otro", describió. Por una nueva operación, debió guardar reposo, y pasó "ocho meses sin poder hacer nada". Miraba televisión, tenis especialmente. "Roger era mi apoyo más fuerte, me devolvió la vida del tenista. Cuando ganaba, era como si yo ganara también", explicó ella.

Con el tiempo, Mirka comenzó a ocuparse de las tareas organizativas de la carrera de su novio. Él le preguntó si estaría interesada en reservar los vuelos y hoteles, ya que no estaba bien organizado. Con el primer Grand Slam, en Wimbledon 2003, el teléfono sonaba todo el tiempo y el trabajo de Mirka relució: comenzó a tomar contacto con la ATP, trabajó hábilmente con Tony Godsick, manager de Roger por IMG, y atendió los asuntos de prensa y sponsors.

Desde hace tiempo, cuando no se sienta en el palco para seguir el partido de su marido, vive respondiendo mensajes con el teléfono inteligente y ahora, lógicamente, la prioridad se trasladó a las mellizas Myla y Charlene. En Madrid 2006, llegó a hacer de sparring de Roger antes de las semifinales y final.

En 2008, la revancha de aquella derrota con Di Pasquale llegó para Federer en China y tuvo el sabor de una victoria en equipo. Mirka aplaudía, feliz, en el palco de jugadores del Olympic Tennis Centre de Beijing cuando Roger y Stanislas Wawrinka actuaban la coreografía al estilo exorcismo: Stan acostado de espaldas y Roger como un brujo que le espantaba los espíritus nocivos. Los suizos, que habían sorprendido a los hermanos estadounidenses Bob y Mike Bryan en semifinales, derrotaron por el oro a los suecos Simon Aspelin y Thomas Johansson. En singles, el español Rafael Nadal vencía al chileno Fernando González, mientras que el serbio Novak Djokovic lograba el bronce.

¿Tiene el mismo valor para Federer un oro olímpico conseguido en dobles? Podemos volver a pararnos frente a él y preguntarle, a riesgo de que vuelva a llamar al personal de Seguridad. Él dice que no juega al tenis "para ir tachando los títulos que faltan de la lista" (los más importantes, el oro en singles y la Copa Davis), pero está preparándose para unos Juegos Olímpicos especiales, que se disputarán en una de sus superficies favoritas (césped) en Wimbledon, allí donde ganó seis veces.

De todas formas, es posible que haya una oportunidad más: la semana pasada, el suizo afirmó al diario La Tribune de Genève: "No excluyo en absoluto estar todavía activo para Río de Janeiro 2016". En ese entonces, Federer tendrá 35 años y, quizá, una nueva coreografía lista.

^ Al Inicio ^