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El universo Nikolay

NIZA -- El hombre que hace dos años era favorito para ganar torneos de Grand Slam hoy conserva un objetivo humilde: merodear el puesto 50 del ranking para no perder el privilegio de la entrada directa a los torneos ATP. "No quiero pasar por las clasificaciones, los challengers y todo eso", afirma Nikolay Davydenko. "Es imposible que vuelva a empezar. Cuando pierda el ranking, será el momento de parar. Por ahora sólo puedo decir que jugaré todo este año seguro".

El ruso nacido en Ucrania está sentado en un cómodo sillón de pana del salón principal del Lawn Tennis Club de Niza. Acaba de terminar su almuerzo posvictoria sobre Denis Istomin, y refunfuña al escuchar algunas preguntas. De este lado hay conocimiento del personaje: Nikolay no disfruta de las reuniones con la prensa, pero siempre termina convirtiéndose en un buen entrevistado si se encuentra un tema de su agrado. En su caso, comienza por el tenis pero llegamos a conflictos bélicos y la mala preparación del periodista. Los caminos por los que se escapa son extensos, tienen curvas y contramarchas. Hay que saber seguirlo.

"El tenis no es prioridad para mí hoy: viene en segundo lugar detrás de mi familia", sentencia el ruso, 53º del mundo esta semana. El 17 de abril nació Ekaterina, la hija que tuvo con Irina, y ellas lógicamente no viajaron. "No veo la hora de volver, las extraño mucho. Igual después de París regreso, no voy a jugar torneos en césped antes de Wimbledon".

Mientras entrega sus últimos litros de combustible, Davydenko acepta, como siempre lo ha hecho, el lugar como actor de reparto que ocupó en 13 años de carrera. Suele caminar tranquilo por los sitios de los torneos, nadie lo molesta, no abrazó la fama pese a sus años como top ten, la victoria en el Masters de Londres 09 o los triunfos sobre los mejores del mundo, conseguidos gracias a esos misiles que parecía lanzar sin esfuerzo del tren superior, la rapidez de las piernas como sostén.

"No necesito mucho más que una familia para ser feliz. Disfruto de lo que hago, mi vida es perfecta", asegura. "En mi carrera, hice lo que necesito. Ahora quiero mejorar mi tenis para seguir en este ranking, sino será el momento de decir adiós. La fama, ¿para qué?", se pregunta.

"La prensa es la que hace famosos a los jugadores. Vas al show de la televisión, hablas con los periodistas, entonces empiezas a ser famoso lentamente. A mí no me gusta ir ahí y hablar sobre mi persona. Si me requieren, está bien, pero no me motiva. No soy cerrado totalmente, pero tampoco abierto", y mira a los ojos del periodista para ver si se entendió el concepto. "Hablo con todo el mundo, hasta que me canso", dice y luce su primera sonrisa.

"No muchos jugadores pueden decir que fueron top ten, ganaron algunos Masters 1000 y otros torneos. Tuve una buena carrera y ahora quiero mejorar, disfrutar y tratar de jugar algún tiempo más". No hubo títulos de Grand Slam, como amenazaba a comienzos de 2010, pero sí un 3º puesto en el ranking y tres conquistas especiales para él: sus triunfos en Moscú 2004, 2006 y 2007.

"Es el torneo más difícil para nosotros, los rusos. Ganar ahí es diferente, tienes mucha gente viéndote, la televisión también. No quiero ser famoso en el mundo, pero quiero que la gente sepa quién es Davydenko en Rusia. Haber ganado tres veces ahí es muy importante", dice Nikolay.

En Moscú puede caminar tranquilo, a veces le piden fotos y no hay problema con eso. "Tengo una vida normal, no es tan loca como la vida de Nadal por ejemplo. Tengo un buen manager, pero él no me presiona para que me haga conocido y yo no pregunto. Hacemos bien nuestro trabajo y no quiero cambiar nada a esta altura".

Si las luces enfocan a sus colegas más reconocidos, Davydenko se mantiene en el lado oscuro y no quiere ni enterarse de lo que pasa en la otra parte. Por eso, basta una referencia a Djokovic, Nadal y Federer para que se eche hacia atrás, diga "nonono" y se niegue a emitir opinión.

"No me importa, no quiero hablar de ellos. Siempre me preguntan y a mí no me importa. Yo les gané a todos, a Federer, a Nadal, Djokovic, les gané a casi todos del top ten. Para mí no son seres sorprendentes, son gente normal como yo. No son animales. Seguramente, ellos pelean por el Nº 1 del mundo este año, pero no me importa quién sea".

Davydenko no habla de ellos, tampoco mira tenis, en otras canchas o en televisión o internet. Le gusta el hockey sobre hielo y seguirá a Ucrania en la Eurocopa de fútbol. Admite que es muy difícil hacer amigos en el circuito, complicación que no es sólo suya. "Cada uno tiene su propio equipo, entrenador, fisioterapeuta, la familia... Es difícil estar juntos todo el tiempo. Quizá una cena. Por supuesto, tengo buena relación con Andreev, Kunitsyn y Tursunov. A veces hasta nos encontramos en Moscú, pero no es amigo estilo llamarse todos los días y eso", ejemplifica, y hace como si discara un teléfono de mesa.

Davydenko jugó su primer torneo profesional en abril de 1999, en un future en Saint-Brieuc, 13 horas al noroeste de Niza. "Ya van más de diez años", mira hacia abajo y reflexiona. "El mundo cambió, el tenis no tanto. Tienes a los mismos tipos ahí. Sí, cambiaron las pelotas, algunos torneos, nuevas superficies como el polvo azul de Madrid, pero la gente de la ATP, los managers, los entrenadores, son todos los mismos. Mejoró el reparto de dinero, son pequeños cambios", dice en referencia a lo que ocurrirá en los próximos Roland Garros y Wimbledon, en los que aumentarán sustancialmente los premios para las rondas iniciales.

Qué cambió en el mundo entonces, se le pregunta.

Los ojos de Davydenko se encienden y comienza su parlamento. "Las crisis economicas, guerras, el terrorismo, tanta mierda...". La palabra exacta que utiliza es "bullshit" y la repetirá un par de veces.

"Los jugadores somos gente que vive viajando. Vemos el mundo, entendemos lo que pasa en todos lados", afirma, y toma un desvío hacia los medios de comunicación. "A veces la prensa escribe tonterías y nos reímos, sabemos que no es así y no puedo creer esos errores". Se le piden ejemplos y recuerda a la BBC, cuando comentaban sobre un problema en Irán, "pero en el mapa, Irán estaba en África".

"Yo me reía y no podía parar. ¿Cómo puedes ser tan estúpido que no sabes geografía básica?", pregunta y se ríe de nuevo. Su ejemplo hace recordar aquella escena del documental South of the Border, de Oliver Stone, en la que una presentadora de Fox News afirmaba que el presidente de Bolivia era un dictador y que consumía "pasta de coco" (por coca).

"En la televisión estadounidense, otra vez, hablaban de gente peleándose en el parlamento de Rusia, y era Grecia. Dijeron que teníamos guerra con Georgia, cuando nosotros éramos quienes nos defendíamos. Son increíbles las mentiras que se publican y se ven en televisión", afirma Davydenko desde su subjetividad.

El ruso acostumbra leer la prensa mundial por Internet como ritual en el desayuno. "Me gusta ver cómo cambia el mundo, qué pasa con el dólar, el euro, con Grecia... El asunto es que cada país dice su propia historia y así es la política para mí, no le puedo creer a nadie. No se puede creer sólo en los rusos, sólo en los franceses. Hay que sacar un poco de cada lado", recomienda.

Su futuro postenis no está ligado a la política como en el caso de Marat Safin, su ex compañero de equipo de Copa Davis, ni relacionado con el periodismo. "Quizás entrene a alguien, pero me tomaré un tiempo cuando deje de jugar. Eso sí, en lo que haga, tengo que estar feliz".

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