<
>

Bienvenidos a la NBA 3.0

Siempre decimos que el tercer cuarto es el período más importante de un partido de básquetbol. Y lo que hicieron Kevin Durant y sus muchachos en su arena de Oklahoma City fue como ver despegar una cabalgata de Valquirias en su punto justo.

Bienvenidos a la NBA 3.0. Bienvenidos, entonces, al mundo en el que Durant es el nuevo rey y el resto de los mortales lucha a capa y espada por demostrar lo contrario.

El Thunder eliminó a los San Antonio Spurs en las Finales de Conferencia Oeste y demostró que tiene todos los condimentos necesarios para ganar un campeonato. Ajustó la defensa, le dio un giro de trompo a la serie y encontró la fórmula para defender un resultado cuando tomó la diferencia bajo el brazo. Si a eso se le suma que tiene un cóctel explosivo de jugadores que lucen mucho mejor en el Clutch Time que en el comienzo de un juego, entonces habremos entendido todo.

Pensemos: Durant, James Harden, Derek Fisher, Serge Ibaka, Russell Westbrook...

Y pensar que muchos se reían de Fisher, la voz de mando en el vestuario para ir por el premio grande. Es la sabiduría hecha jugador. La síntesis de la muñeca que no tiembla. Él piensa para que los demás ejecuten. Es la reversa de un equipo que corre con quinta a fondo. Y es por eso que todavía se secan las lágrimas con pañuelo en mano en el Staples Center cuando lo ven.

Esa capacidad de reconstruirse de un tiempo a otro es propia de un equipo de campeonato. Los Spurs, en la primera mitad del Juego 6, estaban sacando de la cancha a los pupilos de Scott Brooks. ¿Cómo cambiar el chip en sólo 20 minutos de descanso? Hubiese pagado por ver esa conversación en el vestuario, porque el Thunder puso su lado B a la velocidad de la luz y ya no hubo equivalencias para pensar en un nuevo giro de timón.

El Thunder nos ha hecho pensar a todos con la lógica de sus piernas. Si eres rival de OKC, puedes sacarle 30 puntos en la primera mitad que tendrás, en el fondo de tu corazón, la idea de que la tormenta tarde o temprano llegará. Y entonces, veremos que no existe una mejor forma de describir a este equipo que la que ya conocemos: el trueno. Porque eso es, es la combinación perfecta de la velocidad y la estrategia. Argumentos atléticos con táctica pura, la síntesis de lo que se le pedía a los equipos NBA para ser verdaderamente completos. Cuando están en su juego, cuando ejecutan como saben, despiertan la misma frustración que lo que generaba el Dream Team contra sus rivales FIBA: la única forma de ganarle es hacer el partido perfecto.

La gran pregunta, entonces, es qué significa hacer el partido perfecto ante Oklahoma City cuando despega con todas sus armas. Todavía no lo hemos visto sobre el parquet.

Oklahoma City llegó a las Finales de Liga tras eliminar a Dallas Mavericks, Los Angeles Lakers y Spurs, respectivamente. Y es la primera vez en que un equipo que no sea ninguno de los tres mencionados anteriormente gana la Conferencia Oeste en 14 años, desde que lo logró Utah Jazz en 1998.

El Thunder logró sobreponerse a una desventaja de 15 puntos en el primer tiempo, siendo el cuarto equipo en la historia de la NBA en lograrlo en partidos para ganar una serie. Forzaron a los Spurs, de excelente temporada, a hacer pequeña su rotación porque muchos hombres desaparecieron, literalmente, en esta eliminatoria. Todavía se busca el paradero de Matt Bonner, Danny Green, Gary Neal, Tiago Splitter y DeJuan Blair (admito que esperaba mucho más de estos últimos dos, sobre todo de Blair, que jamás ganó la confianza de Gregg Popovich en todos los playoffs).

Esa defensa asfixiante hizo que el juego sea para pocos. Hacer descansar al Big Three de los Spurs era entrar en un terreno de pesadillas para los texanos, y al obligarlos a jugar muchos minutos, las segundas partes siempre fueron favorables a Oklahoma City. Lo que parecía un equipo renovado, con esta lógica impuesta por el Thunder, volvió a parecer un conjunto entrado en años. Porque todo cargó con el trío maravilla con un par de bonus tracks de edad (llámese Stephen Jackson, o Boris Diaw en juegos anteriores), sin poder hacer valer a los jóvenes en la rotación. Lo sé: es terrible cuando se corre el maquillaje antes de tiempo.

Tras un primer tiempo dominante en el que anotaron 63 puntos con 54.5% de campo, bajaron a 32.5% en sus lanzamientos. O pasaba algo con ese aro y la pelota no entraba, o realmente el cambio de vértigo fue profundo. Frenar el pick and roll fue crucial para el Thunder: Parker pasó de anotar 21 puntos (8-14 en TC) en el primer tiempo, con diez asistencias, a irse a ocho puntos (4-13 en TC) con dos pases-gol en la segunda mitad.

Según nos comunica el departamento de estadísticas de ESPN, el Thunder lanzó 15-25 (60.0%) a un metro y medio del aro en el Juego 6, con un incremento notable en la segunda mitad (10-14, 71.4%). Además, el equipo de Brooks lanzó 57% en los últimos cuatro partidos de la eliminatoria en esta vía y debajo del 47% en las dos derrotas. Si a eso le sumamos que tuvieron 10-18 desde detrás del arco, veremos lo que significa tratar de controlar a estas fieras en su feudo. No alcanza con frenar las penetraciones, la batalla es mucho más compleja de entender.

Durant, el hombre mismatchup (si lo defiende un perimetral le tira por encima, si lo defiende un grande le penetra), jugó por primera vez en su carrera todos los minutos de un juego. Anotó 20 puntos en el segundo tiempo y fue la gema que más brilló en el regreso del Thunder. Terminó con 34 puntos y 14 rebotes, ambos altos de equipo, y recibió el soporte de Westbrook, quien finalizó el juego con 25 unidades y ocho rebotes.

"Le dije a los entrenadores que podía jugar toda la noche, los 48 minutos, pero pensé que no me lo permitirían", dijo Durant. "Me dejaron dentro de la cancha y traté de darle a mi equipo lo necesario".

Los Spurs perdieron cuatro partidos en fila tras su racha de 20 ganados de manera consecutiva. Fue la primera vez que cayeron en cuatro juegos consecutivos de playoffs tras ser barridos por los Phoenix Suns en 2010.

Durant se ha convertido en el mejor jugador del mundo en la actualidad. Su dominio del juego, sobre todo en los momentos en que verdaderamente importa, es impresionante. Anota, pero también hace jugar a sus compañeros. Abre la cancha, cortina, se mueve. Estira sus brazos y marca diferencias en los dos costados de la cancha. Es una versión posmoderna de Julius Erving. Y es la marca registrada del nacimiento de la NBA 3.0.

¿Será campeón el Thunder? No lo sabemos. Los pronósticos están para romperse, pero ya hemos visto lo que estos muchachos pueden hacer. Juegan a una velocidad galopante y se respaldan en argumentos tácticos que exceden el mundo NBA.

"Tiene todo que ver con lo que somos como hombres, lo que somos como equipo, un espíritu que queremos mostrar cada vez que salimos a la cancha", dijo Brooks. "Tiene que ver con eso, con el lenguaje del cuerpo, con ser una familia. Les dije eso en la primera posesión del segundo tiempo y no miraron atrás".

Les guste o no, estos muchachos ya son los favoritos. Es tiempo de ver si realmente pueden dar el gran golpe que les falta.

Definitivamente, este es su momento.