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LeBron James 3.0

El Heat ganó el cuarto partido de las Finales y la estadística anima a la sentencia: ningún equipo en la historia de la NBA que se puso 3-1 arriba perdió luego el campeonato (30-0).

Miami ha puesto un ladrillo encima del otro con un gran trabajo de equipo. Primero con solidaridad defensiva, luego con rotación y sin egoísmos en ataque.

Cuando era niño veía una serie animada que se llamaba Calabozos y Dragones. La historia, básicamente, tenía que ver con un grupo de amigos que, en un parque de diversiones, se subían a una de las atracciones estelares y dentro del juego se abría una puerta dimensional que los enviaba a otro mundo. Era una serie angustiante: por alguna extraña razón estos jóvenes siempre estaban a un paso de regresar a casa, pero algo sucedía a último momento que les negaba el objetivo. Era un dibujo animado cruel, porque ponía en evidencia la tolerancia a la frustración. No había lugar para los finales felices.

Admito que cada vez que ví a LeBron James definiendo algo en los últimos años, siempre lo relacioné como un personaje adicional de Calabozos y Dragones. Envuelto en el acertijo de un mundo paralelo, costaba entender cómo no podía atravesar el umbral para transformar su carrera en algo completamente distinto. Siempre, a último momento, algo pasaba para que todo se derrumbe. Era siempre uno de los sueños fallidos de Leonardo Di Caprio en Inception.

Pero algo está empezando a cambiar. Y se ve en los ojos congelados de James. Es la mirada estrábica la que sugiere algo especial: se lo ve haciendo fuerza para fruncir el ceño, jugando a evitar sonrisas innecesarias en momentos inoportunos.

La diferencia entre estos juegos de Finales y todos los anteriores ha sido realmente importante. En el Juego 4 anotó 26 puntos (10-20 en TC), 12 asistencias y nueve rebotes. Además, convirtió 25 o más puntos en 14 partidos consecutivos (segunda racha más grande en su carrera de postemporada, fueron 17 en 2008-09).

Según Elías Sports Bureau, fue la novena vez en la historia de Finales de NBA que un jugador alcanza esos números en cada categoría, desde que Larry Bird anotó 29 puntos, 12 asistencias y 11 rebotes en el Juego 6 de Finales ante Houston Rockets.

Sinceramente, todo lo que tenga que ver con puntos convertidos no me interesa. Hay otra serie de factores que hacen que un equipo gane un partido de básquetbol. Se trata de contagiar a los compañeros. Pensar en lo que necesita la franquicia para lograr un resultado antes de pensar en uno mismo.

LeBron James ha mejorado. Esta es una versión renovada y prohibo que me digan que es el mismo jugador que en 2010-11. Eso sería una vil mentira. La verdadera modificación interna de James tiene que ver con escuchar. Ha entendido lo que le dijo Erik Spoelstra -ahora se nota su mano en el equipo, por suerte para todos los críticos del entrenador- y su grupo de asistentes, y ha ejecutado en función de las modificaciones.

El Heat necesitaba que sus perimetrales fueran agresivos y LeBron tomó el mando al respecto. Habíamos dicho en la serie ante los San Antonio Spurs, que cuando Oklahoma City Thunder levanta vuelo y prende las turbinas, genera la misma frustración que el Dream Team generaba en los rivales FIBA. Es un globo de la muerte con cinco motos todoterreno. Salvo en el primer cuarto del cuarto juego, el Heat llevó el partido a una división de ofensivas estacionadas y en ese terreno, llevó a OKC a ser una serpiente en una caja de zapatos: por más que se mueva, los límites están marcados. Y eso está bien, porque en transición, el Heat sigue siendo menos que el Thunder. Miami ejecutó como equipo. Ahora bien, la premisa número uno es atacar la llave para evitar rebotes largos (eso genera transición hacia el otro costado) o tomar tiros con pies asentados en el suelo, y si bien Dwyane Wade y Mario Chalmers lo hicieron realmente bien, todo empezó con LeBron. Entendió algo fundamental en su juego: no es un tirador de elite y la verdadera diferencia la hace eludiendo conos en transición. Esquiva los brazos como Neo las balas. Y no está fallando en la línea de personales. Quiero que veamos la justificación de la premisa: En las Finales de 2011 anotó 8.7 puntos en la pintura, 3.8 en transición y recibió cuatro faltas por juego. En las Finales de 2012: 17.5 puntos en la pintura, 5.8 en transición y 7.3 faltas recibidas por juego.

Las asistencias de James cuando recibió los doblajes. Esto me pareció muy importante en su juego: no se desesperó, ni siquiera cuando el Thunder tomó una clara ventaja en el marcador. Hizo en el cuarto partido lo que no pudo hacer Kevin Durant: asistir a un compañero al recibir los doblajes. Matemática pura: si un jugador está sobremarcado, otro está libre. De esta manera llegaron puntos de James Jones, Norris Cole y Shane Battier fuera del arco y de Chris Bosh en la llave.

El juego de espaldas de LeBron. Este es el gran cambio respecto a la temporada pasada. No estamos diciendo que sea un jugador de poste bajo, pero sí que sabe cómo utilizar su espalda para poder llevar a un rival de menor estatura cerca del aro. En la temporada pasada, jugaba tanto tiempo de frente al aro que terminaba lanzando a distancia y enredándose en su propio laberinto mental. Sumar puntos cerca del canasto le da confianza al alero del Heat. Lo mejor que le pudo pasar a James es darse cuenta que es James, no una reencarnación de Michael Jordan. En la temporada pasada cada vez que terminaba una jugada con un tiro exterior era como ver a un oso lanzar con arco y flecha. Su diferencial está en la pintura: Miami lo aprovecha y lo siente en el resultado.

La defensa y el contagio a sus compañeros. Mostró actitud para luchar los rebotes y, pese a los dichos de Serge Ibaka acerca de que James es un mal defensor, el alero de Miami se encargó de ser pieza angular de la estructura defensiva de su equipo. Siempre hundido cerca del aro, logró controlar a Durant en momentos importantes de la serie -claro, recibiendo ayudas de sus compañeros, como debe ser- y se hundió para colaborar con el apartado rebotero.

Gana en confianza, mejora la toma de decisiones. Las 12 asistencias son un ejemplo de esto, pero realmente está aprovechando el momento de sus compañeros y los espacios vacíos para encontrar el camino en el momento que era más doloroso para él: el último cuarto. No hay que comparar con Durant, eso no tiene sentido, sino que la comparación es con la versión previa de James. Cómo se ha rediseñado. Ha entendido que atacando la llave es indetenible, porque es doble o falta. Que cuando las ayudas lo sobremarcan, tiene que descargar en un tirador en soledad. Y que lo más importante de un juego de básquetbol está sin el balón en las manos, es decir, defendiendo. Últimamente desparrama concentración.

Seré tan claro como pueda ser: en esta temporada James está empezando a corregir los errores de las anteriores. Su talento siempre fue enorme, pero su actitud es otra. Al menos a mí me está convenciendo. Digamos las cosas como son: en temporadas anteriores, James sufrió problemas de responsabilidad deportiva en momentos trascendentales de los juegos, tuvo actitudes infantiles que lo perjudicaron en grande y cometió errores varios que lo transformaron en uno de los villanos preferidos de la Liga.

Pero ha hecho cosas para cambiar de bando y las modificaciones ya se ven. Tiene que ver con escuchar antes de hacer. Ha entendido quién es él y qué debe hacer para ganar un partido de básquetbol. Los actos heróicos aparecen sin necesidad de forzar situaciones. LeBron es el increíble Hulk y su diferencial es la potencia, no tiene nada del Ojo de Halcón. Spoelstra demuestra nuevamente ser un gran entrenador. Y pese a todas estas cosas positivas que tenía guardadas sobre James, todavía no sé si podrá cruzar el umbral hacia el reino de los elegidos o seguirá siendo uno de los sufridos personajes de Calabozos y Dragones.

Esos calambres en el Juego 4 mostraron claros signos de dolor en el cierre del partido, pero James -quien anotó un triple fundamental, en una pierna, cuando el juego estaba igualado con menos de un minuto por jugar. Esta vez sí, no podía atacar la llave por su condición física- dice que está bien. Ojalá que no se pierda partidos, por el bien del Heat pero también por el bien del Thunder, que necesita que estas Finales se luchen a capa y espada con el mejor talento disponible.

A decir verdad, esta versión renovada de LeBron ya hecho méritos suficientes para quedarse con su primer campeonato. Si no lo consigue -enfrente tiene a un gran equipo en OKC que todavía no se ha rendido- lo entenderé como una maldición gitana, porque sinceramente, en este 2012, James ha demostrado tener la madurez necesaria para corregirse y evolucionar. Ya no juega para él, sino que hace mejor al equipo.

En la era del Big Three, el Heat está 4-0 en los partidos en los que lidera la serie 3-1 (1-0 en esta postemporada) y el jueves pretende que no sea la excepción.

La redención de LeBron está cerca. Eso sí, ojo con equivocarse: esta pelea aún no está terminada.

Por lo menos yo no escuché la campana.

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