<
>

Los éxitos avalan el modelo

KIEV -- Campeona de Europa de nuevo, la selección española puede presumir de una generación de futbolistas que, probablemente, haya alcanzado ya el nivel del celebrado Brasil de los 70.

Esta vez, España firmó su mejor partido en la final, donde aplastó por contundencia, la que le faltó en otros encuentros, a Italia. Quizá el marcador (4-0) resulte demasiado cruel con el combinado transalpino, pero lo cierto es que La Roja se impuso a la azzurra en todos los duelos, individuales y colectivos, y demostró sobre el césped del Olímpico de Kiev que sigue siendo un equipo hegemónico. Merecido vencedor de las tres últimas grandes competiciones disputadas: la Euro2004, con Luís Aragonés en el banquillo, y el Mundial 2010 y la Euro 2012, ya con Vicente del Bosque al frente.

Por lo que al partido se refiere, ni en Gdansk ni en Donetsk se había visto a una España tan eficaz como la que se vio en Kiev. Liderado por un Xavi exultante, que por fin recuperó el tono, el combinado español salió al campo decidido a solucionar la contienda. No así Italia, seca en ataque, a pesar de que, por debajo en el marcador, la selección española le cediese incluso la posesión de la pelota.

Y es que sin darse apenas cuenta, el equipo de Prandelli había encajado dos goles y sucumbido también al repertorio de juego de Casillas, Xavi, Iniesta, Alba y Cesc. Con dos dianas (Silva y Alba) de renta en el marcador, La Roja volvía a especular con el resultado, pero la insistencia de los italianos contagió y envalentonó a los muchachos de Del Bosque. Así las cosas, tras el descanso y hasta la lesión de Motta, disfrutó el espectador de un partido de ida y vuelta en el que ambos conjuntos buscaron sin reparos la portería rival. Unos minutos magníficos.

Consumidos los tres cambios y con Motta lesionado, Italia se quedó con 10 la media hora final y de ahí al minuto 90, el partido apenas tuvo historia.

En el toma y daca, Casillas, definitivo una vez más, le ganó la partida a Buffon, y Xavi, a Pirlo. Como Cesc, el de Terrassa firmó en la final su mejor actuación en esta Eurocopa.

España se mostró intratable, incluso en los momentos de más equilibrio en el juego. Y rubricó su eficacia con los tantos de Torres y Mata, ambos suplentes, campeones de Europa con su club, el Chelsea, también este curso.

La actual columna vertebral de La Roja juega de maravilla cuando se aplica. Cuando logra mover el balón con velocidad, con ese juego combinativo que algunos tildan de aburrido; cuando combina el pase horizontal con el desmarque en profundidad para agujerear la portería rival; cuando presiona en campo contrario para recuperar lo antes posible el balón; cuando aparecen sus estrellas.

En el fondo, España defiende un modelo de juego que parte del gusto por pasarse la pelota. Aparcada la furia, mal que le pese a alguno, un modelo, el adoptado por Aragonés y Del Bosque, avalado claramente por los éxitos.

La humildad y modestia del grupo, alimenta sus ansias de victoria a pesar de su brillante palmarés. Por eso, concluido el partido ante Italia, alguno ya pensaba en el próximo Mundial de Brasil. Algún otro, como Alba, se conformaba con no despertar de un increíble sueño.