Carolina Guillén
Especial para E:60
12y

'Piculín' Ortiz, el partido de su vida

BRISTOL -- Cada uno de nosotros en algún momento de nuestra vida hemos aplaudido al atleta que besa la gloria, pero seguro que también hemos llorado cuando los hemos visto caer. Probablemente a la distancia, a través de lo que los medios nos cuentan, lo que no nos permite experimentar realmente cuán duro puede ser ese momento para quien lo vive.

En el deporte no todo es color rosa. Son muy comunes los casos de deportistas que una vez retirados terminan arruinados en las drogas o el alcohol. No es ficción, es pura realidad, son historias verídicas. ¿Cuántas veces se repiten? La lista de luminarias caídas pica y se extiende. Al verlos caer es cuando nos damos cuenta de que ellos son más humanos que estrellas.

Encargarme de la historia de José "Piculín" Ortiz para la segunda temporada de E:60 ESPN Deportes me permitió ver con mis propios ojos lo que es tocar fondo para un ídolo deportivo, conocer en mayor profundidad la historia del baloncesto puertorriqueño y a uno de sus personajes más emblemáticos. Claro que el detalle de aquel encuentro es que sería desde la cárcel.

Así fue la primera vez que tuve de frente a José "Piculín" Ortiz en la Prisión Federal de Guaynabo, Puerto Rico, un centro de detención con más de 1,600 presos. Era mi primera vez en un lugar de encierro. Confieso que nunca imaginé que me tocaría entrar a una cárcel para perseguir mi historia. No sabía con lo que me iba a encontrar. Sólo conocía los puntos más sobresalientes de la carrera de "Piculín" Ortiz, sabía que el jugador que cargó a la Selección Nacional por más de 20 años había cometido un delito grave al cultivar marihuana en su residencia y algo sobre su adicción a las drogas. Imagínense el potencial investigativo de la pieza que me asignaron cubrir.

Mi tarea era acercarme a la figura más grande que el básquet boricua ha dado, exponerle el interés de ESPN de contarle al mundo sobre su ascenso y su caída, además de convencerlo de que en nuestras manos estaría a salvo, periodísticamente hablando.

Aquel encuentro a finales de abril de 2012, poco antes de su liberación, marcó mi año. Nuestras cámaras no pudieron entrar en la cárcel, apenas me dejaron portar pluma y papel, los cuales ni necesité. Esa media hora en aquel cuarto encerrado de aquel triste y desamparado lugar, tan solitario como escalofriante, me pareció eterna, sólo pensaba en cómo sería mi semblante cuando ante mí apareciera aquel hombre de más de 6 pies de altura: ¿me delatarían mis nervios? Estaba inquieta, incapaz de mantenerme en reposo. Me distraía viendo a un grupo de convictos que eran visitados por sus familiares en aquella fría sala. Era algo nuevo para mí. Y es que generalmente me toca entrevistar a los atletas en acción; casi siempre las notas son desde la cancha... Por ende, ¿qué tan complicado puede ser conversar con un jugador sobre sus logros, sus metas o incluso sobre sus derrotas deportivas? Créanme que es lo más fácil y divertido del mundo, por eso amo con locura mi profesión. Sin embargo, esta vez, la experiencia sería completamente diferente.

Entrevistar a "Piculín" en la cárcel estaba fuera de mi área de confort, sería un reto más, de esos que siempre aparecen en el camino y te impiden estancarte.

"Picu" entró en la sala, nos saludamos dándonos la mano, nos sentamos e inmediatamente rompí el hielo presentándome y hablándole con el corazón en la mano. "Piculín" estaba demacrado, no sé si era el uniforme de preso, pero lo encontré mucho más flaco de lo que me imaginaba y con una mirada atenta mas lejana.

Al cabo de unos minutos comenzó a narrarnos sus días tras las rejas:

"Mi tiempo en prisión no ha sido un tiempo penoso, sino de profunda reflexión. Me he leído más de 25 libros, no he querido hacer nada de ejercicios ni nada relacionado con el baloncesto, veo pocos partidos por TV, realmente no me interesa, estoy mejor mientras menos escuche del deporte. Mi prioridad ha sido entrenar mi mente y mi alma. Los días en prisión son muy largos, aquí ya he cumplido mi pena por mis errores", indicó "Piculín".

Lo primero que yo necesitaba saber para atar varios cabos de la historia era la razón de la adicción, qué es lo que lleva a un ser humano a acudir a las drogas, sobre todo a alguien como él, a una buena persona, de excelentes referencias, con una carrera intachable, rodeado de gente que lo quiere, respeta y admira, cobijado por un país que lo idolatra y consuela, con una familia tan unida como ejemplar, un gran padre, un mejor hijo, sin escándalos en su pasado, con los pies en la tierra mientras tuvo fama, dinero y gloria. ¿Por qué se drogaba? ¿Por qué lo descubrieron cultivando 218 plantas de marihuana para distribución? Siempre la respuesta al por qué es el impulso necesario para comenzar a comprender. Yo necesitaba escucharlo de sus propios labios.

Entonces, le pregunté la razón de su caída y esto fue lo que me dijo "Piculín": "Me retiré en la cima de mi carrera, con excelentes números, nada de mi alejamiento de la cancha y del juego produjo mi declive. No significó nada, pues yo estaba seguro de que era el momento de retirarme. Cuando me empezó a ir mal con mis negocios, la política, etcétera... fue que caí en un abismo".

Ustedes podrán apreciar el resto de nuestra conversación en el programa de E:60 dedicado a "Piculín" Ortiz (10 de julio por ESPN Deportes), pues la misma entrevista la pudimos sostener formalmente y con nuestro equipo de producción dos semanas después de su liberación cuando fue transferido al Hogar Santísima Trinidad en Toa Alta, a 25 minutos de San Juan, donde deberá cumplir la segunda fase de su condena.

Da gusto saber que su historia, según contada en E:60, será de gran ayuda en este nuevo comienzo para José "Piculín" Ortiz.

Entretanto, admito que me gustan los finales felices, pero con "Piculín" no encontramos aún un desenlace porque apenas está jugando el duelo más importante de todos, el partido de su vida.

Por eso, su historia se escribe con puntos suspensivos...

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