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Las dos caras de un partido

CINCINNATI -- El archivo nos transporta una década hasta encontrarnos con David Nalbandian de 20 años, pelo corto, eliminado en la primera ronda de Cincinnati, US Open, Moscú y Viena. En el medio, una actuación memorable en la doble de la Copa Davis en Rusia, el 19-17 en el quinto set, con Lucas Arnold, ante Marat Safin y Yevgeny Kafelnikov.

LADO A

El Nalbandian treintañero de hoy volvió a perder cuatro primeras rondas, situación inédita para él desde aquella seguidilla de 2002. Por eso, pidió una invitación para jugar la semana próxima el 250 de Winston Salem (ciudad en North Carolina, cercana a Greensboro, de donde es oriundo John Isner), para ganar ritmo y recuperar terreno perdido a días del US Open. Si recibe el wild card, se unirá a los ya invitados James Blake, Gael Monfils y Tomas Berdych.

Ante el estado de situación, con derrotas y más tiempo libre, el unquillense conserva seriedad y perspectiva en diálogo con ESPNdeportes.com, sentados a metros del gimnasio de jugadores: también cerca de la oficina del Prize Money, donde los tenistas que pierden ingresan, ya bañados, y se llevan el sobrecito blanco con el cheque.

La sensación es que pudo digerir el momento y lo acepta como parte de un proceso. Sus cuatro derrotas, dos ante Janko Tipsarevic (Wimbledon y Juegos Olímpicos) y dos frente a Haas (Toronto y Cincinnati) fueron ante rivales superiores en el ranking, aunque también se notó el momento de confianza de cada uno: el serbio y el alemán ganaron los puntos importantes, algún quiebre, un tie-break clave, y eso genera una rueda negativa. Las derrotas del argentino lo conducen a la falta de partidos y desacostumbramiento a las situaciones límite. En eso no importan los años de carrera, la experiencia y el rodaje, sino el momento actual.

"En este nivel, todos los partidos son duros, no descubro nada. Cuando yo estaba arriba en el ranking, había partidos de primera ronda en los que sufría y se podía perder. No lo veo como algo grave, más allá de que perder en primera vuelta te cuesta no poder agarrar ritmo y confianza. El partido de hoy fue muy cerrado, tuve un match point, podría haber ganado tranquilamente. Son esos partidos duros en los que un punto más te hace ganar y uno menos, perder", definió el argentino.

El choque en el Grandstand insumió 3h22m e igualó el tiempo del partido -no olímpico- más largo del año al mejor de tres sets: Chela-Istomin en Indian Wells. En el segundo set, Nalbandian tuvo una ventaja de 2-0 y cinco puntos para game, también un match point con el rival sacando 5-6, pero Haas y su confianza (finalista en Washington, cuartofinalista en Toronto en las últimas semanas), Nalbandian y las dudas de su momento, hicieron la diferencia mínima pero indispensable en lo que luego, al final del encuentro, denominamos "puntos clave".

"Iba set y break, tuve muchas ventajas para ganar con mi saque y él se jugó puntos buenos. En el 2-0, tuve un error, los otros los jugó bien él. Es una lástima porque yo estaba un poquito mejor y él, más fastidioso". Haas revivió, olvidó el cansancio físico y mental, sus problemas de zapatillas -se la sacaba y ponía, como si una parte del calzado le molestara-, movió a su rival abriéndolo por derecha y frustró el esperado Del Potro-Nalbandian (no juegan desde 2008) de segunda ronda.

"Quiero jugar más partidos la semana que viene", desea el argentino. De paso, esperar un sorteo más beneficioso en un torneo de menor nivel de participantes. ¿Cuánto de lo que ocurre se lo debe a la patada de Queen's, la quita de puntos que no le permitió ingresar a la lista de preclasificados de Wimbledon y los Juegos?

Al hablar de deporte, difícil hacerlo en modo potencial: los hechos se dieron de una manera y hay que aceptarlos. Sin embargo, es de esperar que, ante rivales inferiores, las semanas en los últimos cuatro campeonatos habrían sido más largas para Nalbandian. "Obviamente, si estuviera cabeza de serie, habría tenido primera ronda un poco menos dura, pero son cosas que pasan", dice él.

Situación curiosa: esta vez, un drive cruzado de Haas en punto importante terminó con Nalbandian a centímetros del fondo, en el vértice de la cancha (lejos de cualquier juez). La reacción del argentino, esta vez, fue posar el pie derecho sobre el cartel de Emirates Airline US Open Series. No ejerció fuerza alguna. Esa fue su mansa descarga.

LADO B

Las nubes que amenazan con lluvia, como si no hubiéramos tenido suficiente en las últimas semanas (y meses). Haas al servicio, 3-3 y 30-0 en el tercer set con Nalbandian, y su servicio a la T parece tocar el lado de afuera de la línea interna, sobre el revés del argentino.

Nalbandian achina sus ojos, hace una mueca que expresa la duda y se dirige hacia el lugar exacto para buscar el pique (en el cemento queda una pequeña marca, no clarísima, aunque perceptible). Cinco o seis segundos después del saque de Haas, el argentino le pide challenge al juez de silla, Gerry Armstrong, quien hoy se dedica más al rol de supervisor que a arbitrar partidos desde la silla.

Armstrong le niega el pedido. Le dice que demoró mucho tiempo. Nalbandian pone los brazos en jarra, comienza a enojarse y se queja. Desde el público, algunos gritan "too late! (¡demasiado tarde!)". Haas observa la acción e interviene: "No tengo ningún problema con que le des el challenge, por mí puedes hacerlo". Armstrong no hizo caso.

"¿Lo ves, Tom? ¿Ves lo que ocurre? ¿Qué se hace? ¿Qué pasa si tengo razón", demandaba Nalbandian a Tom Barnes, aquel histórico supervisor de la ATP -barba candado blanca, recuerdan- que determinó su descalificación en Queen's. Barnes estaba sentado cinco niveles de asientos arriba de la posición de Nalbandian, mezclado entre el público (los supervisores suelen estar medio camuflados).

A Nalbandian se le juntaron dos historias, como si fueran capítulos-continuación. Por un lado, lo sucedido en Australia ante Isner, cuando el juez Kader Nouni le negó el pedido de Ojo de Halcón por demorar demasiado (pareciera que los jueces no toleran el tiempo de chequeo de marca) ante un saque del estadounidense, con el cual éste salvó un punto de quiebre en el 8-8 del quinto set. Isner también sugirió que le dejaba desafiar el fallo, pero el deseo del adversario (una regla que dice que su voluntad manda) no era tomado en cuenta. La repetición de televisión marcó que el saque había sido malo.

La otra historia era la patada de Queen's, tras la cual Nalbandian se quejó -a destiempo- con Barnes por la desprotección que sufrían los jugadores ante los fallos y regulaciones contra ellos. Esta vez, sin ninguna reacción violenta ni jueces lastimados, la queja del unquillense era oportuna.

"¿Cuánto se debe esperar? ¿Un segundo, dos, tres, cinco? ¡Decime, Tom!", gritaba Nalbandian, y Tom, a la distancia, no escuchaba bien. El partido continuó, Nalbandian no pudo ganar otro game, aunque no perdió por ese pique, ni tampoco se refirió a él como excusa.

"¿Qué le cuesta al árbitro decir challenge y que veamos si fue buena o mala? La tecnología ayuda, pero los árbitros se mandan errores de criterio muy grandes. Muy grandes", repitió Nalbandian ante ESPNdeportes.com. "Lo de Australia ni hablar, era un punto importante, hoy era intrascendente, pero voy más allá del hecho de si fue buena o mala".

Consultado a la salida de la cancha, Barnes explicó: "La regla dice que el jugador tiene que demostrar interés inmediato en pedir el challenge, no es una cuestión de uno, dos o cinco segundos. Después, queda a criterio del juez si pide el Ojo de Halcón o no. Igualmente, no podía oír nada de lo que me decía David, estaba muy lejos".

Nalbandian respondió: "Lo que le marcaba era el error de criterio, a mi entender no me demoré mucho en pedirlo. Si estoy yendo a ver el pique, es por algo. Haas dijo que lo pida sin problemas, de qué criterio me está hablando".

El ex top ten no se quedaría en la queja ante el grabador: al final de la nota con ESPNdeportes.com, bajó las escaleras hacia el sector de jueces, donde tendría una reunión con Barnes para ver el video del punto y confrontar opiniones sobre criterios. En el US Open, la próxima vez que veremos a Nalbandian, le preguntaremos cómo le fue.

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