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El tenis femenino, bajo la lupa

Rodríguez dirigió a Henin y ahora conduce a Li en el circuito Getty Images

NUEVA YORK -- ¿Qué pensó Na Li cuando vio por primera vez a Juan Carlos Rodríguez? "Es muy flaquito", recuerda, y ofrece una pacífica sonrisa oriental. ¿Qué piensa después de una semana de trabajo con el entrenador argentino? "Que tuvimos un gran comienzo. Hablamos mucho antes y después de los partidos y me sentí bien, más relajada, no tan estresada", explica la novena jugadora del mundo.

Rodríguez, que formó a la belga Justine Henin y la llevó al Nº 1 del mundo, se encuentra ante un desafío opuesto: ayudar a una jugadora que ya cumplió los 30. El comienzo de la relación fue alentador: en la primera semana de trabajo, llegó el título en Cincinnati, con victorias sobre Venus Williams, Agnieszka Radwanska y Angelique Kerber (1-6, 6-3 y 6-1 en la final).

"Lo nuevo le hizo encontrar cierta euforia. El cambio da alas para hacer mejor las cosas. Además, el trabajo hecho por el esposo (Jian Shan) y el preparador físico (Alex Stober) hace que, cuando yo llegue, tenga todo preparado para hacer dos o tres ajustes mínimos, darle un poco de confianza y que vuele. Los cambios que vendrán luego tomarán semanas y meses para modificar radicalmente algo", explica Rodríguez en diálogo con ESPNdeportes.com. Una curiosidad: Jian, que sigue viajando con su esposa, eligió como nombre en inglés "Dennis", porque rima con tennis.

Rodríguez habla algo de mandarín, entiende más de lo que habla, y se acostumbró desde antes de conocer a Li. A principios de 2011, el entrenador se instaló en Beijing para dirigir una academia de tenis. Su familia lo visitaba esporádicamente, hasta que en septiembre de ese año, se mudó con él. El entrenador es accionista de Potter's Will, centro con 21 canchas, dos de polvo de ladrillo.

"Es una empresa privada, pero con ayuda del gobierno para poder crecer. Es una rareza porque, en China, las provincias tienen sus propios centros y no es muy fácil tomar jugadores. Cada uno está en su provincia. Hay que contactarse con marcas, con la federación y que te los manden. Vos los entrenás pero siguen perteneciendo a las provincias, con lo cual no tengo problema", explica.

Con la academia, Rodríguez tratará de "asegurar el futuro de mis hijos. Además, la educación de las escuelas internacionales en China es de las mejores del mundo, eso hizo que la balanza cayera para ese lado. El choque cultural es enorme, a mí no me molesta para nada, pero a ellos les cuesta, sí", reconoce y avisa que un alumno de 12 años y otra de 14 tienen mucho futuro si se los lleva de la manera correcta.

Ya instalado con su familia, Rodríguez aceptó la propuesta que había declinado en un principio: regresar al circuito para entrenar a Li. El contacto fue Max Eisenbud, manager de la china, también de María Sharapova. Henin, madrina de uno de sus hijos, sigue en la academia en Bélgica, comenta tenis por televisión, está de novia y feliz con su vida de exjugadora. Para Rodríguez, era el momento de regresar a los torneos.

--¿Cómo tomás esta experiencia de trabajar con una jugadora ya formada? ¿Qué podés agregarle?

--Lo bueno es que está muy arriba, no es que está 60ª. Tiene la capacidad para hacer cosas, el asunto es que no se las han pedido, ni ella lo sabe. Por ejemplo, volea muy bien, pero la transición entre el juego de fondo y la red no la hizo nunca. Es un tema formativo. Le cuesta ir hacia adelante, y eso le decía que hiciera en la final. Ese es el problema. ¿Cómo querés aprender algo que no entrenás nunca? Usa el slice, sabe hacerlo, pero cuando la pelota ya quedó muy baja. Y me dice que su slice no es bueno. Claro, si hacés dos por partido, y cuando está allá (señala lejos)... Son las cosas que hacen la diferencia, que le pueden permitir ser 4 ó 5 del mundo.

En la final de Cincinnati, Rodríguez hizo una prueba: ingresó a la cancha (recuerdan la regla de coaching en el tour femenino) y le pidió a Li que bajara la velocidad, que levantara la bola, le diera más efecto y cambiara los ritmos. "Lo hablé con el marido y le dije: 'mirá, le digo eso y que pase lo que pase. Igual, peor no puede andar la cosa'"".

La estrategia funcionó: la búsqueda de ángulos, el juego menos lineal, le dio la victoria a Li. "La examiné un poquito y es receptiva. Hay que economizarse en la forma de jugar. En el primer set hacía todos los tiros ganadores y errores. Kerber, que es la mejor defensora del circuito, estaba tranquila y esperó. Hay que darle más visión táctica, explicarle que no hay que pegarle siempre para jugar rápido o hacer winners", resalta Rodríguez. "Justine dependía muchísimo de mí, y yo quería que se las arreglara sola. Sabía lo que debía hacer, pero quería que estuviera ahí para decirle. Li necesita que le aclare un poco la visión táctica, no la tiene como Justine", describe.

--Esto es una visión personal: últimamente, el tenis femenino parece aburrido, fundamentalmente por la falta de variedad de estilos. ¿Coincidís en este diagnóstico?

--Cuando uno juega siempre a lo mismo, te acostumbrás y no evolucionás más. ¿Qué es lo que hace evolucionar a unos y otros? La diferencia. La variedad entre un jugador y el otro. Te pongo un problema y te obligo a encontrar soluciones. Si las encontrás, debés ser mejor porque tenés más opciones. Hoy el juego ofrece pocas opciones, y el público se aburre. Se juega muy bien, pero a lo mismo. Si jugás muy bien, pero diferente, el espectador se va a identificar con esa que defiende, la que ataca, la que va a la red, la que cambia el ritmo del juego. Eso hoy cuesta, encontrar la identidad de juego, y el público lo siente.

--¿Cuál es la causa?

--Siento que hoy se ha tomado conciencia de que la opción tomada a principios de los '90, la de pegarle duro a la bola, es buena porque las chicas venían más atléticas. Seles y Capriati, después Davenport, las Williams, trajeron otra forma de jugar... El problema es que se puso 80 o 90% de eso en el juego, y nos olvidamos de otras cosas. Es un problema de formación, pero no de entrenador o jugador, sino estructural. Cuando ves que en los torneos de la Federación Internacional hay chicos de 13 años que juegan en categorías hasta 18, ahí está el error. Van a jugar y ganan, ¿pero qué pueden aprender? Todo va muy rápido, no tiene físico, le pega, gana y no aprende. Y después uno se asombra que llega a cierto punto en el que no evoluciona más. ¿Quién lo siente? El juego. El sistema no le da tiempo al entrenador para hacer su trabajo, y el entrenador se tiene que apurar. Ahora si vos decís que los chicos de -14 no pueden jugar -18, la cosa cambia. Antes, Federer, Ferrero, Justine, Clijsters, jugaban en -14. Ahí aprendés a jugar y ganar. Un chico de 14 en -18 no gana un torneo durante tres años. ¿Cómo lo vas a motivar? ¿Sobre qué bases anímicas y mentales? Y después querés que salga campeón...

Para Rodríguez, el problema no es exclusivo del tenis femenino. "Con los hombres es lo mismo. Hoy estamos en una situación excelente, pero hay que ir más lejos, cinco o seis años, ver lo que viene atrás. Analizar si el tenis de los 12, 13, 16 años está hecho para que los chicos aprendan a jugar y ver si pueden aprender a, algún día, devenir campeones".

El ejemplo, como en muchas otras cuestiones, es Roger Federer. "Es un fenómeno, el mejor del mundo, pero hasta los 16, 17, le costaba. Los entrenadores que tuvo, que son excelentes, se tomaron el tiempo de enseñarle a jugar al tenis. La base que tiene no se agota nunca y por eso, parece que cada año jugara mejor".