Bruno Altieri 4y

Reggie Miller: ocho puntos, nueve segundos (Parte 2)

El partido había sido friccionado, como todos los cruces que se habían dado en los últimos dos años entre estos dos equipos. Pat Riley había hecho escuela en sus Knicks con algunas máximas que luego hablarían por él: no se podía hablar con el equipo rival ni aunque jugase tu hermano enfrente, no se podía levantar a un rival del suelo ni aunque estuviese sangrando a chorros y no se podía respetar a ningún rival. Aquel que quebrara algunas de estas leyes, quedaría relegado en el banco de suplentes por el tiempo que sea necesario hasta aprenderlo.

En el otro costado, Larry Brown también había gestado un equipo de muchachos duros y reticentes al buen diálogo. La defensa empezaba a ser su marca registrada y meterse en la llave en busca de puntos fáciles formaba parte de una película surrealista. Si tratabas de ingresar en zona de gigantes con balón dominado, Rik Smits, Antonio Davis y compañía estaban listos para regalarte un par de chichones gratuitos. Toda aventura tenía su peaje.

Con 18.7 segundos por jugar, los Pacers caían 105-99. Derek Harper había sido expulsado tras un cruce con Antonio Davis y los Knicks contaban con Greg Anthony como único armador en cancha. El balón estaba en manos de los Pacers, que debían reponer de costado tras el tiempo fuera solicitado por Brown.

"La defensa de los Knicks brilla esta noche, el ataque de los Pacers no está lo suficientemente ajustado", dijo Tom Hammond al micrófono, anticipando, de una u otra manera, que el juego tenía un destino sellado.

Los ojos de Reggie Miller exhibían un fuego inusual. Sólo él creía que el libreto tenía lugar para reescribirse, porque la historia se esmeraba por demostrar lo contrario.

"Mark, oye, tenemos que hacer un triple rápido", dijo Miller, pero Jackson tenía la mirada baja. "¡Mark! ¡Te estoy hablando! ¡Un triple rápido!".

Donnie Walsh, que odiaba a los neoyorquinos tanto como cualquier residente en Indiana, estaba tan enojado que se levantó de su asiento, insultó al aire y se metió en la sala de fumadores, no sin antes pegar un portazo que sería inolvidable.

"Todo el mundo pensó que el partido estaba terminado. Incluso los Pacers", dijo Jeff van Gundy tiempo después.

"¿Qué tienes para decir ahora, hombre? ¿Eh? Dímelo, por favor", gritó Spike Lee en dirección a Miller, apuntando con su gorra como si fuese un Magnum 45.

Reggie clavó los ojos como dardos de fuego enfocando hacia la primera fila. Los Knicks aún ganaban por seis puntos, pero...

Jackson hizo el saque de banda y encontró a Miller abierto. Su tiro fue perfecto en la parte superior, pero escandaloso en la parte inferior. Sus piernas se movieron como un pino envuelto en un tornado, parecía imposible que ese balon ingrese por el aro. La pelota fue tan directa como un misil y alcanzó a colarse para colocar el juego a tres puntos.

"Reggie Miller con el tiro de tres... ¡Y lo consigue! Miller, con el reloj en la garganta, anota", gritó Marv Albert, periodista oficial de los Knicks.

Quedaban 16.4 segundos y es en este momento cuando el básquetbol se convierte en el escenario de una de las historias más maravillosas jamás contadas. Sin Harper en cancha, Anthony Mason debía sacar del fondo de cancha, pero no era ni un gran pasador ni un gran tiempista. Greg Anthony, receptor ideal, trastabilló y Mason le regaló literalmente el balón a Miller, quien en vez de anotar un doble fácil corrió hacia atrás de la línea de tres puntos e igualó el juego en 105 puntos por bando. Fue una auténtica locura, pero el mundo, en definitiva, sonríe siempre con esta clase de aventuras.

"¡Y Reggie Miller roba el balón! Qué pasó ahí... de nuevo a la línea de tres... ¡Y vuelve a anotar! ¡Esto es increíble!", agregó Tom Hammond a puro alarido.

Mel Daniels, ejecutivo de los Pacers, se acercó a la oficina de Walsh y le dijo: -"Ey Donnie... ¡Reggie acaba de igualar el juego". -"No jodas conmigo, Mel". -"¡Es en serio! Acaba de igualar el maldito juego!"

En la salida de fondo, el escolta John Starks, un asesino desde la línea de personales, recibió falta con 13.2 segundos por jugar en el reloj por parte de Sam Mitchell.

"No lo puedo creer. Maldita sea, esto sí que es una tontería", gritó Larry Brown moviendo los brazos de manera angulosa en el banco de suplentes.

Pero mientras Starks caminaba costa a costa hacia la línea de personales, los fantasmas empezaron a cruzar en su cabeza. "¿Puede ser esto posible? ¿Puede haber igualado el maldito juego con dos triples? No, definitivamente no. No puede ser verdad".

Los pasos de Starks de una línea de libres a la opuesta fueron como los movimientos de un hombre rumbo a su ejecución. Lentos, cortos, con la idea disparatada de jamás llegar a destino. Los Knicks acostumbraban en esa temporada a hacer prácticas de tiro un par de horas antes de cada encuentro. Pero jamás hubo tanto silencio en el Madison Square Garden como en esos escasos segundos. En la casa de los espectáculos del mundo, todo se había paralizado.

Starks fue a la línea de los suspiros y no sólo falló el primero, sino que también echó a perder el segundo. La presión le jugó una pésima pasada. Pat Ewing tomó el rebote corto, lanzó y el balón rebotó en el soporte. Miller tomó el rebote, y con 7.8 segundos en el reloj, Mason, el mismo hombre que había sacado mal de fondo para el segundo triple de Reggie, le cometió falta, enviando a la línea al hombre que buscaba seguir divirtiéndose con los fanáticos de New York.

La cara de Pat Riley ni siquiera esbozó un grito. Quedó inmóvil, como una figura de cera. Tres segundos después sólo atinó a decir: "Ok".

Donnie Walsh observó a Mel Daniels: "¿Me estás diciendo que Reggie irá a la línea y que vamos a ganar este partido?"

"Toda la basura que te encargaste de entregar en estos años, puede tener sentido. Este es el lugar para demostrarlo. Este es el Madison Square Garden. Y es tu turno para bailar", le dijo Jackson a Miller.

Reggie fue hacia el banco de los Pacers, se puso talco en sus manos y caminó distendido hacia la línea de personales. Estaba en su propio avant premier, usando la línea central del parquet de alfombra roja. Tomó el balón, hizo cuatro piques mirando hacia abajo y lo lanzó. Anotó el primero, repitió la fórmula, y también convirtió el segundo.

Con 7.5 segundos por jugar, Anthony corrió toda la cancha y llegando a la zona de anotación se volvió a caer, como en la jugada que tuvo que tomar para evitar la recuperación de Indiana. Los Pacers habían hecho historia en el Madison Square Garden. Indiana había encontrado su dulce venganza en el feudo en el que habían nacido las peores burlas.

Los fanáticos de los Knicks dejaron el estadio envueltos en dolor y se cruzaron con algunos que se habían ido antes de tiempo: "Ganamos, ganamos, ganamos", gritaban los segundos. "No, idiotas, ustedes perdieron".

"Choke artists", gritó una y otra vez Miller al salir de la cancha ese día, haciendo referencia a cómo se habían atragantado los Knicks con el triunfo esa noche.

"No puede llamar a los Knicks 'choke artists', pero sí me lo puede decir a mí", dijo Starks. "Me atraganté, simple como eso. Debo aceptar la culpa. Debo ponerla en mis hombros. Tuve la chance de congelar el juego con dos tiros libres y la desperdicié".

"Quedamos tremendamente shockeados", dijo Mason, años después. "Nos quedamos tontos después de su segundo triple. Totalmente desorientados. Fue como una pesadilla terrible de la que no te podías despertar. Aún pienso en ese día. Me río de eso hoy. Pero en aquel entonces, eso no pasó. Estoy seguro".

"Esa escena fue el regreso más grande que yo pude ver en la historia de la NBA", completó Jeff Van Gundy.

Aquellos que eligieron el teatro, o se quedaron algunas horas más en el Central Park, seguirán lamentándose al día de la fecha. Luego, esta serie alcanzó los siete partidos. Luego, los Pacers eliminaron a los Knicks. Luego, Pat Riley dejó New York y un legado se quebró para siempre.

En esta eliminatoria, diferente a todas las demás, similar a los sueños, el orden se invirtió: la introducción, el Juego 1, terminó siendo el gran desenlace.

Ocho puntos, nueve segundos.

Un espacio de tiempo que alcanza para cosas grandes.

Tan grandes como saltar a la eternidad.

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Nota: algunos diálogos son reconstrucciones tentativas del autor de la nota a partir de los hechos descriptos en ese período de tiempo.

Fuentes consultadas:

- 30 for 30 ESPN: Winning moment
- http://www.wunderground.com/history/airport/KNYC/1995/5/7/DailyHistory.html?MR=1 - http://www.funtrivia.com/en/Sports/Reggie-Miller-13088.html
- http://www.nytimes.com/1995/05/18/sports/1995-nba-playoffs-knicks-sweat-it-out-until-end-but-force-game-6.html
- http://pacerscenter.com/2012/05/07/may-7-1995-reggie-miller-scored-8-points-in-9-seconds/
- http://www.nbaloud.com/reggie-miller-1995-eastern-conference-semifinals/
- http://www.answers.com/topic/reggie-miller
- http://www.espn.com/espn/espn25/story?page=moments/90

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