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Ventaja Murray

NUEVA YORK -- Hace unos años, un entrenador alemán, con discreto pasado de jugador, muy respetado en el ambiente del circuito, lanzaba una ocurrencia que hoy es recordada: "Cuando veo cómo manejan la programación en el US Open, me sorprende que hayan puesto gente en la Luna".

Las escenas del 2011 se repiten: jugadores disconformes, otros no saben qué posición tomar -caso Djokovic, enojado con la forma de programar el día de semifinales pero contento de suspender el partido que perdía ante David Ferrer-, discusiones en los pasillos, explicaciones de la organización... Solamente faltó la impronta de un puñado de jugadores top irrumpiendo en la oficina del árbitro general para completar las fotos del año pasado.

Así como el huracán Irene preocupó en el inicio de la edición anterior del torneo, un tornado amenazó sobre el final del actual. Resultado: la definición masculina del US Open se realizará, por quinto año consecutivo, un lunes. Esta vez, entre un Andy Murray descansado y rival a definir, Djokovic o Ferrer. La pregunta que surge, rápidamente: ¿por qué estirar la primera ronda en tres días y no dar descanso entre semifinales y final? Cuestiones comerciales, de sponsors y venta de entradas, y arreglos con la televisión, que no siempre encuentran un punto en común con el interés de los jugadores.

El interrogante del sábado era: ¿por qué no mudar la segunda semifinal masculina al estadio Louis Armstrong ante la previsión de tormenta? Diversas cuestiones: primero, la televisión tenía en carpeta dos partidos, no uno; segundo, no había personal de seguridad suficiente, afirman desde la organización. Además, el público en el Ashe había pagado por dos partidos, habría tenido que elegir entre ellos y, para colmo, si el encuentro de Murray hubiera terminado antes, las 23.000 personas del Ashe no habrían cabido en un estadio para 10.000.

Al tanto del pronóstico, la USTA (Asociación Estadounidense) pretendía completar las semifinales entre las 11 y las 18.30, cuando se desataría la lluvia, y ya tenía en carpeta la idea de suspender la final femenina. Fue lo primero que se comunicó. "En un momento evaluamos pasar la segunda semifinal masculina al Armstrong, pero creíamos que llegaríamos a completar ambas", comentaron desde la organización.

Ferrer fue el principal perjudicado: no pudo terminar su partido en ventaja, ni siquiera le dejaron cerrar el primer set. Pensando unos días más adelante, apenas termine su participación aquí, deberá cambiar rápidamente de superficie para jugar la semifinal de la Copa Davis (tendrá un avión privado a su disposición de parte de la Federación Española para viajar a Gijón).

Si bien había previsión de tormenta en Nueva York, específicamente en Queens, lo del tornado sí fue novedad y se conoció por la tarde. Djokovic y Ferrer debieron huir de la cancha, lo mismo el público del Ashe (increíblemente ordenada la salida, rapidez en la evacuación y respeto por el otro, sin desmanes ni estampidas). Las nubes que llegaban desde Manhattan tenían formas extrañas, el viento era fuerte, volaban objetos livianos, se vio a un par de personas corriendo a sus credenciales voladoras, vasos de gaseosas que terminaron en el suelo, sombreros huyendo de los dueños, pero nunca se llegó al nivel de escena de película.

En la sala de prensa, nos recomendaron esperar hasta que pasara lo peor de la lluvia, entre 18 y 18.30 -Flushing Meadows se ubica en una zona de parques, aunque el metro de línea 7 violeta está a 400 metros del estadio- y tampoco vimos escenas de miedo. Algunos "intrépidos" subimos hasta la terraza del Ashe a tomar fotos de las nubes, hasta que la lluvia se hizo más fuerte y hubo que regresar a ubicaciones "indoor".

Murray fue el principal beneficiado del sábado extraño. "Por supuesto, estoy contento de haber podido jugar primero", concedió quien llega a su quinta final de Grand Slam, segunda en el US Open, primera como campeón olímpico. "Ese triunfo en Wimbledon ayuda a quitarme algo de presión. Fue mi título más importante, por lejos. Significó mucho", opinó Andy, quien busca su primer trofeo de Slam.

"Nunca había jugado en este tipo de condiciones, y vengo de Escocia, eso dice mucho", comparaba Murray. La semifinal que sí pudo completarse fue un espectáculo extraño, definitivamente de bajo nivel tenístico, pero así y todo era interesante ver cómo podían arreglárselas frente a las ráfagas de viento, que hicieron que una silla de descanso volara dentro de la cancha cuando Berdych se disponía a devolver de revés. Una escena que puede ser vista en algún torneo challenger o future, pero extraña para un Grand Slam.

"A la gente le gusta ver a los profesionales sufriendo con malas condiciones, por ejemplo golfistas que tienen malos golpes en el viento y esas cosas", decía Murray, que tiene un arsenal de golpes y efectos ideales para enfrentar a Berdych en esta clase de situaciones. El checo tenía problemas para tirar la pelota (la lanza bien alta), le pega plano, trata de jugar puntos más cortos... Murray se divertía con el slice, no le importaba "paletear" si la situación lo requería, jugaba ángulos cortos, drops, voleas... "Se trata de ajustarse lo mejor posible a las condiciones y pasar la pelota por encima de la red", definía el británico. Tan simple como eso.

"Si aquí piensan tanto en el show, deberíamos haber parado, debería existir una regla para este tipo de condiciones. A nadie le importa", se resignó Berdych, aunque reconoció, como suele hacerse en estos casos, que las adversidades climáticas eran una prueba para ambos. De todas formas, el vencedor de Federer ajustó los golpes en el cuarto set, sirvió mejor y pudo haber forzado un quinto parcial. Ya no estaba tan preocupado si una botella de agua rodaba hacia la mitad de la cancha, si volaban servilletas o se le caía la gorra a Andy, como había pasado en juegos anteriores.

"Sé qué tan difíciles son alcanzar estas oportunidades en los Grand Slam", comentó Murray, que disfrutará de un día más de descanso que Ferrer o Djokovic. "Tengo la ventaja de haber jugado partidos importantes, la final de 2008 aquí también me servirá", dijo en una rueda de prensa particular: Sir Alex Ferguson, Sir Sean Connery y Judy, mamá de Andy, la interrumpieron para sacarse una foto, decir algunas incongruencias y despedirse.

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