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Cumplió otro gran objetivo

BUENOS AIRES -- Hace 70 días, Juan Mónaco festejó en la arcilla de Hamburgo, logrando su corona más importante, en un torneo ATP 500. Y la frutilla del postre fue haberse metido por primera vez en su carrera entre los top-ten del ranking mundial. Ahora se dio un gusto personal muy importante, al ganar en Kuala Lumpur su primer título sobre canchas rápidas. De esta manera, recuperó el 10º puesto en el listado. Por eso 2012 es el mejor año del argentino, con su marca récord de cuatro copas.

Más agresivo en su juego y más fuerte mentalmente, el tandilense goza como nunca antes en su carrera tenística. En ese momento reciente, hace poco más de dos meses, comenzó a disfrutar de tres semanas seguidas en el selecto lote de los top10, después estuvo seis siendo 11º en la clasificación y ahora volvió a ser el 10º del planeta al desplazar de esa ubicación al estadounidense John Isner.

Así, Argentina vuelve a tener a dos top-ten al mismo tiempo, ya que el también tandilense Juan Martín del Potro marcha 8º. En tanto, Mónaco se ubicó 11º en la carrera hacia la Copa Masters de Londres, a jugarse en noviembre entre los ocho mejores de la temporada. "Pico" comparte ese lugar con el francés Richard Gasquet, campeón este domingo en Bangkok, el otro torneo ATP de la semana. Si se tiene en cuenta la gran duda por lesión de Rafael Nadal (3º), el argentino tiene buenas chances y, si faltara el español, Mónaco sería el 10º y viajaría en calidad de suplente.

El presente le sonríe a Mónaco por el hecho irrefutable de haber buscado, bajo la guía de Gustavo Marcaccio, ser más agresivo desde la base, no ponerse tanto a pasar pelotas en extensos intercambios, sino a forzar más al rival con el saque y la devolución y hasta a tratar de cerrar más puntos en la red. Eso, sin ir más lejos, se vio hace dos semanas en la semifinal de la Copa Davis que Argentina perdió con República Checa, cuando su segundo jugador cedió, tras ir 2-1 en sets y 4-2 en el cuarto, ante Tomas Berdych, el 6º del ranking.

Esa derrota de Mónaco frente a Berdych marcó el principio del fin de esa serie que el equipo anfitrión había comenzado ganando. Si bien le faltó cierto "punch" en algunos pasajes decisivos, hay que tener en cuenta, como se dijo en ese mismo instante, que el rival no se trató de un colega inferior o muy irregular. Es que enfrente estuvo un rival durísimo, que redobló la apuesta ganadora y se mostró más punzante y preciso a la hora de la verdad.

Aún dolido por la dura caída, Mónaco entendió que se había tratado de una gran posibilidad en su trayectoria copera pero fue consciente de que había perdido ante un Berdych muy peligroso. Quizá por eso el albiceleste se haya podido recuperar tan rápido en el rubro psicológico, determinante en el tenis, porque si bien dependió aquel partido un poco de él, fue clave la levantada del checo, un adversario superior en nivel y pergaminos.

Así fue como Mónaco regresó al circuito ATP después de aquel golpe en Buenos Aires y ante su gente. Es cierto que todavía no pudo conseguir grandes triunfos en la Copa Davis, a diferencia de varias alegrías que cosechó en su carrera individual, pero seguramente este salto de calidad mostrado en este año le servirá para las próximas citas coperas. Más maduro y estable en todo sentido, está superando, con esfuerzo y lucha, diferentes barreras, en especial en este tramo del año.

"Siempre voy a recordar esto", repitió Mónaco post-premiación en el Abierto de Malasia. Es que él, criado en polvo de ladrillo, siendo un especialista en las canchas lentas, sabe perfectamente lo que significa haberse sacado la espina y gritado campeón en cemento. Ahora "Pico" tiene marca de 7-9 en finales de ATP y este 7º título tiene un sabor distinto, único, muy esperado. Su única definición previa en superficie dura, también bajo techo, la había perdido en Valencia en 2011.

Como si estos ingredientes no fueran suficientes para dejar en claro el valor de este certamen para Mónaco, se agrega el hecho de que es la temporada en la que cosecha más títulos en singles, ya que suma cuatro. En 2007 había celebrado en Buenos Aires, Poertschach y Kitzbühel y en 2012 ya se coronó en Viña del Mar, Houston, Hamburgo y ahora en Kuala Lumpur. Además, este es el año en el que accedió a más finales, porque jugó cinco, al haber caído en Stuttgart (fue la semana previa a Hamburgo).

Eso también demuestra la capacidad de recuperación mental de Mónaco. Desde aquella victoria en suelo alemán a esta en superficie dura, el argentino había atravesado un bache en el que apenas logró dos éxitos y sufrió cinco derrotas. Además, en este mismo campeonato en Malasia, en el que sólo debió ganar cuatro encuentros al ser el segundo favorito y arrancar en octavos de final, levantó un match-point cuando estaba 2-5 en el tercer set de la semifinal contra el japonés Kei Nishikori, el tercer cabeza de serie.

Ya en el partido definitorio, Mónaco empezó más firme y consistente que su rival, el francés Julien Benneteau, el séptimo preclasificado, hasta que terminó imponiéndose con autoridad en el tercero. Así, privó al galo, de 31 años y 33º del mundo, de poder levantar su primer trofeo de campeón, ya que perdió así las siete finales que jugó en el circuito mayor de la ATP. Y eso que el completo Benneteau venía de vencer cómodo en semi al español David Ferrer, 5º del mundo y máximo favorito.

Por el duro trabajo, la garra, la humildad y ese inclaudicable deseo de superación, Mónaco disfruta como un nene. Y aclaró que, además de recordar a su familia, le agradece a su equipo. "Pienso en ellos, en cuánto creyeron en mí", agregó feliz, con una sonrisa de oreja a oreja. Es consciente de que no es algo común ganar torneos y, mucho menos, estar peleando por un sitio en el exclusivo Masters final. Queda un mes muy difícil en busca de sacar un boleto para Londres. Y sabe que la esperanza es lo último que debe perderse.

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