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En tus manos, Nole

Getty Images

BUENOS AIRES -- Los apellidos más conocidos del circuito masculino han concedido un temario interesante para los que gustan (gustamos) de las historias diferentes, alejadas de la repetición y la rutina. Un año repartido en el que cada integrante del Big Four disfrutó una porción de lo que suele llamarse "gloria".

Rafael Nadal proveyó una gran historia en Roland Garros: finalmente, venció el hechizo de Novak Djokovic en finales de Grand Slam y le negó al serbio el único Major que le falta.

Roger Federer resultó una gran historia en Wimbledon: un Nº 1 improbable meses atrás, venciendo en semifinales al dueño de la corona –ambas coronas, la del ranking y la de Wimbledon- para recuperar la sensación de lograr un Slam a los 30 años.

En los Juegos Olímpicos, luego el US Open y su primer Slam, Andy Murray salió de perdedor en las grandes ligas.

Sin embargo, aunque ellos hayan aportado las historias más atractivas, será Djokovic el protagonista central de la última parte del año aunque no gane un torneo más, aunque su historia ya la hayamos escuchado y nos parezca rutinaria. El campeón de Australia, el menos glamoroso de los cuatro Grand Slam; aquel jugador que ingresó el año último al estadio central de Basilea con una máscara del Joker de Batman, seguramente será quien ría último y termine como Nº 1 del mundo en la temporada 2012.

Federer disfruta de su semana no consecutiva Nº 300 al frente del ranking, lo cual es un número redondo que lo engrandece aún más y especialmente por lograrlo a los 31, cuando podía pensarse -el autor de estas líneas lo pensó- que podía ganar más Grand Slam pero no recuperar el primer lugar. "Siento mucha satisfacción, sé cuánto trabajo implica", dijo Roger en Shanghai. "Su consistencia es increíble. Espero tener ese deseo por el tenis a los 31", elogió Murray. "Extraordinario, sin dudas", se sumó Djokovic. "Todavía es favorito en cada torneo que juega".

De todas formas, la diferencia entre el ranking actual –que toma los puntos entre la mitad de noviembre de 2011 y hoy- y la Carrera a Londres (sólo las unidades obtenidas en 2012) nos está diciendo cómo debería finalizar la historia.

El suizo comienza esta semana especial con apenas 195 puntos sobre Djokovic. En la Carrera, la diferencia a favor de Djokovic es de 2.155, más que la diferencia que existe entre ganar un Grand Slam y caer en la primera rueda. La forma de contar y los torneos a considerar son los mismos: uno debe defender, en la gira final de Europa, mucho más que el otro. Ahí radica la ventaja de Djokovic.

El año pasado, Federer emprendió un increíble tour-de-force en condiciones favorables, superficies semiveloces bajo techo, y logró tres títulos (Basilea, París y Londres) que contribuyeron a su Nº 1 posterior. Ahora llega el momento de la defensa. "Me encantaría terminar como Nº 1 a fin de año. Necesito tener la misma racha y debo asumir que tengo chances. Estoy relajado, daré todo lo que tenga", dijo.

Aunque repita la racha y esta vez logre los torneos en semanas consecutivas (este año no hay días en el medio entre París y el Masters), es improbable que baste. Roger no puede sumar, sólo revalidar nada menos que 3.000 puntos, cifra conformada por 1.500 del Masters, 1.000 de París y 500 de Basilea. Djokovic defiende apenas 560: 180 de Basilea, 180 de París y 200 por una victoria en el Masters.

Una final en París y un partido ganado en el Masters ya le alcanzan al serbio para asegurarse el lugar. Lamentablemente para Federer, debe depender de otros colegas que puedan cazar a su competidor, ya que siempre aparecerá del otro lado del cuadro. No podrá derribarlo antes de la final, como en Wimbledon.

Otro asunto que no lo ayuda a Roger: la planificación de su rival. El año pasado, Djokovic llegó destruido física y mentalmente a la última parte. Hoy, si bien no está fresco como en enero, toma decisiones inteligentes como descansar dos semanas –la actual y la próxima: no estará en Basilea- luego de la exitosa gira asiática, para ir con todo en París y el Masters.

La frase es trillada pero verdadera: los números, generalmente, no mienten. Djokovic fue el más regular del año, estuvo en tres finales de Grand Slam y una semifinal; sólo compitió en torneos de 500 para arriba, ningún 250 (Federer, Murray y Nadal jugaron dos cada uno) y si no lució como los demás fue porque se lo vivió comparando con el imposible 2011, en el que, tras ganar el US Open, ya sumaba un récord de 64-2.

No tuvo la misma efectividad en finales y esa fue la diferencia, pero de nuevo, la comparación es con cifras irrisorias: 10-1 en 2011, 5-5 en 2012. El año pasado lo terminó, por los problemas del final, con un récord de 70-6 (no se cuentan los abandonos). El 2012 lo lleva con marca de 70-11.

¿Estaremos atravesando los últimos momentos de Roger como Nº 1? El tiempo dirá y, a riesgo de error, no sentenciaremos eso nuevamente. El comienzo del 2013 puede significar una lucha de tres, con un Murray con oportunidades de sumar en el primer semestre, o de cuatro si Nadal regresa en su mejor nivel.