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Arsenal ganó la Supercopa Argentina

BUENOS AIRES. –- La primera Supercopa Argentina ya es historia, y el primer campeón de esta nueva competición es Arsenal de Sarandí.

En Catamarca, los del Viaducto le ganaron a Boca en la definición por penales (4-3) después de empatar 0-0 en los 90 minutos.

Los tiros desde los 12 pasos, esta vez, inclinaron la balanza para el conjunto que había merecido ganar el encuentro.

Nada para objetar, entonces, desde el lado de los perdedores, que fueron superados claramente en el desarrollo del juego.

VIENTO A FAVOR (Parte 1)

El primer tiempo fue un monólogo en favor de los de Gustavo Alfaro.

La pelota viajaba permanentemente en una sola dirección: el arco que defendía Oscar Ustari.

Boca parecía un combinado de jugadores amateurs que rechazaban defectuosamente, a medias, sin coordinación ni energía.

Con sistemas idénticos (4-4-2), los 4 del medio del Arse (Carbonero, Marcone, Ortiz, Aguirre) se devoraban a los 4 del mismo sector xeneize (Pol Fernández, Somoza, Erviti, Paredes).

Y allí se definía toda la lucha en un único sentido. Pero esto es fútbol, se cuenta por goles, y Arsenal no podía convertir todo lo que generaba.

El colombiano Carlos Carbonero lucía imparable y contabilizamos casi 10 llegadas claras a favor de los suyos. Ustari, el travesaño y el palo, evitaron la apertura del marcador.

"Es imposible jugar así", gritaba Julio César Falcioni para que lo escuchen las cámaras de televisión. Lo decía por el intenso viento que perjudicaba a Boca.

El segundo tiempo sería el mejor testigo para conocer la incidencia real de ese factor climático y externo, que pudo ser determinante (o no) para semejante dominio físico, técnico y psicológico de las acciones.

VIENTO A FAVOR (Parte 2)

La segunda etapa, desde el vamos, demostró que viento había, y mucho.

Pero el balance de esa mitad complementaria mostró nuevamente a un Arsenal superior. No tanto como en el inicio, pero sí con sobrados méritos para imponerse claramente.

Los de Sarandí tuvieron otra media docena de ocasiones, y otra vez Ustari fue el responsable del cero propio.

"No jugamos a nada", dijo muy caliente el capitán Rolando Schiavi finalizado el encuentro. Cierto. Lo de Boca fue espantoso, horripilante, muy lejano a lo que puede ofrecer un "team" profesional de semejante envergadura.

El 0-0 final dejó una sensación de clara injusticia. Los penales decidirían todo. Y eso era un premio exagerado para Boca, que no había hecho mérito alguno para ser campeón.

CAMPESTRINI, EL HÉROE

Antes de la tanda de penales, se notó una clara diferencia entre los 2 similares entrenadores (quienes se habían elogiado mutua y excesivamente en las horas previas al choque).

Alfaro los juntó, arengó a los gritos, se abrazaron todos, y se juramentaron entrar en la historia (mejor dicho, en esta historia).

Falcioni jugaba con su mejor amigo, el cigarrillo, y sonreía para las cámaras (eso sí era todo un cambio de estilo). Los jugadores, por su lado, arreglaban con los ayudantes del DT la ejecución de los remates.

Tenemos claro que esta diferencia en la previa al instante supremo, no significa que por eso Arsenal haya ganado y Boca perdido. Tan claro lo tenemos, como que cualquier hincha preferiría que su equipo tenga la actitud concentrada que tuvieron los ganadores.

Patearon 6 penales por lado. Ustari atajó 2, Campestrini 3. Y entonces, cayó el gigante. El humilde Arsenal de Sarandí volvía a sorprender a todos y se consagraba nuevamente campeón. Felicitaciones.

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