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Faltas menores

BUENOS AIRES -- Los discursos encendidos contra la violencia en los estadios de fútbol poco tiene que ver con la prevención. Precisamente porque son pronunciados cuando no hay nada que prevenir, cuando la violencia ya ocurrió y dejó sus víctimas de gravedad diversa.

A diferencia de esta esporádica práctica de efectos llamativos pero en general poco eficaces, la prevención es un trabajo silencioso, basado en el conocimiento de causa, en la capacidad de trazar escenarios futuros y de prever posibles conflictos para evitarlos.

En estos días, la Unidad de Coordinación de Seguridad y Prevención de la Violencia en Espectáculos Futbolísticos (Ucpevef), que depende del Ministerio de Seguridad de la Nación, dispuso una sanción curiosa para River y Boca por los episodios violentos ocurridos en el último Superclásico.

Al club de Núñez se le clausuró no el estadio sino un sector, la Centenario Media, para el partido ante Unión. El criterio, por lo que se ve, tiende a sancionar un lugar (criterio topográfico, podría clasificarlo un nuevo código) y no a la institución supuestamente responsable de una transgresión. La culpa es de la tribuna.

La penalización obedece a que desde ese lugar se arrojaron objetos a los hinchas adversarios. No hay referencia en el comunicado al chancho inflable con la camiseta de Boca que algunos atribuyen peligrosamente al folklore futbolero, pero que representa un amable convite a la violencia claramente tipificado.

Además, se determinó que los hinchas ingresaron con pirotecnia prohibida, que habría estado oculta en el gimnasio desde el día anterior, lo cual revela un compromiso (o negligencia) todavía más grave de parte del club.

Por el lado de Boca, la paliza que pudo terminar en daño grave de algunos de los empleados de seguridad privada de River (y que el país entero vio por televisión con todo detalle) fue castigada con la reducción de público visitante en el encuentro ante Vélez.

Las autoridades del área de seguridad deportiva decidieron que Boca podrá llevar nada más que 2.000 hinchas (sólo socios adherentes) al estadio de Liniers.

Cualquiera esperaba sanciones más contundentes. No por una vocación represiva, sino porque habría significado un diagnóstico más tranquilizador de parte de la Ucpevef.

No estoy seguro de que una suspensión prolongada o multas severas modifiquen la conducta estúpida o violenta de cierto público ni la complicidad de los clubes.

Quiero decir: tal vez esas medidas no habrían incidido en la prevención de la violencia. Así como los delincuentes comunes no son disuadidos por el aumento de las condenas. Pero al menos habrían demostrado una evaluación correcta de los incidentes.

La suspensión parcial del estadio Monumental y la restricción levísima para los hinchas de Boca parece un gesto para la tribuna. Una formalidad: decir acá estamos, siguiendo el tema de cerca. Para la Ucpevef, la alianza entre barras y clubes y una golpiza asesina son incidentes menores, casi apuntes de color en un domingo de fútbol.

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