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Showalter y Melvin comparten éxitos

Los Atléticos de Oakland y los Orioles de Baltimore sobresalen como las mejores historias de las Grandes Ligas en el 2012. Descartados desde los entrenamientos primaverales y sin expectativas algunas, mostraron un impresionante poder para llegar hasta los playoffs, lograron cambiar las percepciones sobre ellos y energizaron su base de fanáticos en sus respectivos mercados.

Y los votantes del premio de Manager del Año en la Liga Americana tomaron muchas notas.

Buck Showalter de Baltimore y Bob Melvin de Oakland jugaron roles importantes en las sorpresivas corridas de sus equipos, al lograr sobreponerse a las lesiones y al escepticismo de sus críticos, y mantuvieron un sentido de calma cuando las probabilidades se acumulaban en su contra. Para las personas que los vieron de cerca, día a día, sus impactos fueron innegables.

"Obviamente yo estoy prejuiciado. Pero incluso si no lo estuviera, Bobby estuvo fenomenal", dijo el gerente de Oakland Billy Beane sobre Melvin. "Jugamos en la división más dura del béisbol esta temporada. Tuvimos la nómina más baja y la mitad del equipo estaba compuesto de novatos. Sin faltarle el respeto a nadie, pero en los entrenamientos primaverales todos ustedes [en los medios] predijeron que no terminaríamos con 100 derrotas, sino con 110. Pienso que él hizo un trabajo tan bueno como cualquier otro en los últimos 10 años".

De igual forma, Showalter provoca admiración de parte de los jugadores de Baltimore quienes estaban rodeados de sentimientos negativos por tener que competir en la dura División Este de la Liga Americana. Los Orioles tuvieron marca de 93-69 luego de haber conseguidos 69, 68, 64, 66 y 69 victorias en las últimas cinco temporadas. Los Orioles no terminaban con record por encima de los .500 desde 1997 -- la última temporada en la que llegaron a los playoffs. Pero Showalter nunca permitió que sus jugadores se rindieran ante la percepción de que eran superados en todo sentido.

"El es un contendor porque logró poner uno [un equipo contendor] en el terreno cada noche", dijo el jardinero central de los Orioles Adam Jones mediante correo electrónico. "'Show' nos mostró como debíamos actuar. Lo dejó en nuestras manos todo el año. Puso su confianza en los jugadores y todo lo que nos pedía era 'Jueguen el juego duro', y ya. Nada más que eso.

"Se puede hablar de toda la preparación que hace él y su cuerpo de entrenadores. Pero para dejar las cosas en claro, ese hombre solo te pide que juegues el deporte de forma dura e inteligente -- y que no seas como un pollo al que le cortan la cabeza".

Las competencias entre los mejores managers en ambas ligas muestras características diferentes. Los tres finalistas en la Liga Nacional -- Davey Johnson de Washington, Dusty Baker de Cincinnati, y Bruce Bochy de San Francisco -- tuvieron equipos que comenzaron la temporada con algunas expectativas. Cierto, Baker tuvo que lidiar con la ausencia de Joey Votto por un largo periodo, Johnson mantuvo su sentido de calma y control en medio de todo el escándalo por el asunto de Stephen Strasburg y varias lesiones, y Bochy tuvo que lidiar con la ausencia desde temprano de su cerrador Brian Wilson, la fractura de Pablo Sandoval, los problemas de Tim Lincecum y la debacle de esteroides de Melky Cabrera. Pero nadie puede decir que sus equipos salieron de la nada para competir.

Y eso es precisamente lo que ocurrió en la Liga Americana. Con las debidas disculpas a Robin Ventura, quien llevó a los Medias Blancas de Chicago al segundo lugar en su division en su debut como manager y es el tercer finalista en la Liga Americana, la contienda se decidirá entre estos dos hombres cuyos equipos no estaban ni cerca de ser considerados contendores en sus divisiones.

Solo piensen en los entrenamientos primaverales y a lo que se enfrentaba Melvin. Los Atléticos habían cambiado a Gio González y Trevor Cahill en la temporada baja, y Brett Anderson y Dallas Braden comenzaron la temporada en la lista de lesionados. Las historias más importantes en los entrenamientos de Oakland eran la llegada del desertor cubano Yoenis Céspedes, quien había firmado un contrato de cuatro años y $36 millones como agente libre, y el último intento de Manny Ramírez de volver a las Grandes Ligas.

A finales de febrero, Beane viajó a Hollywood para la ceremonia de los Oscares, donde la cinta "Moneyball" era una de las finalistas en la categoría de Mejor Película. Mientras tantos, los Atléticos de la vida real se lanzaban al terreno con una nómina en el Día Inaugural de $52.9 millones -- la menor entre los 30 equipos de Grandes Ligas.

"A pesar de la firma de Céspedes, la venta a quemazón de Beane en la temporada baja ha dejado a los Atléticos con el mínimo necesario del nivel de Grandes Ligas, algo inaudito para una organización que no ha llegado a los playoffs desde el 2006, que también fue la última ocasión en la que jugaron por encima de los .500", según rezaba una de las predicciones pre temporada para Oakland.

Los Atléticos se encontraban con record de 26-35, a nueve juegos detrás de los Vigilantes en el Oestee de la Liga Americana, cuando de forma inexplicable se calentaron, y de que forma. Jugaron para 68-33 luego del 11 de junio, y tuvieron record combinado de 21-17 contra Texas y Los Angeles, los equipos con grandes nóminas y repletos de estrellas que alegadamente representaban el nuevo balance de poder en el más nuevo de los circuítos.

Melvin y su coach de pitcheo Curt Young son fanáticos de sobrepasar obstáculos. Los Atléticos perdieron a Bartolo Colón por un positivo a drogas, Brandon McCarthy por un lineazo recibido en la cabeza y a Anderson con una lesión a finales de la temporada en el oblícuo, pero Melvin y Young lograron manejar de forma impecable las cargas de trabajo de una rotación joven y sin experiencia. Los novatos hicieron 101 de las 162 aperturas de los Atléticos y ganaron 53 partidos, la mayor cantidad en la historia para una colección de serpentineros de primer año.

El espíritu combativo en el camerino de Oakland fue evidente incluso antes de la serie final de la temporada en la carretera, cuando 17 jugadores se vistieron con trusas de lucha libre color verde y dorado como parte del ritual de iniciación de los novatos.

"Algunas veces un manager puede mantener el orden en un camerino mediante el miedo, pero eso no dura mucho", dijo Beane. "Tuvimos 25 o 30 tipos que estuvieron con nosotros en gran parte de la temporada, y mi creencia es que cada uno de ellos adoró el haber jugado para Bob. Pienso que eso es algo único. Me sentí de la misma manera el año pasado cuando no llegamos en primer lugar. Me seguía diciendo a mí mismo, '¿Cómo es que este tipo no ha sido manager en los últimos tres años'"?

Melvin encontró la salvación a su carrera en Oakland luego de ser despedido por Arizona en mayo del 2009. Mientras tanto, Showalter hizo una suave transición desde los estudios de ESPN al dugout en el Camden Yards a mediados de la temporada 2010. En sus primeras tres corridas con los Yankees, Vigilantes y Diamondbacks, Showalter se ganó su reputación como un manager diligente y orientado a los detalles, pero quien también tiene un gran sentido de disciplina y orden. Eventualmente, esos equipos optaron por un cambio y trajeron a alguien más que cosechó los beneficios de lo sembrado.

Pero no en esta ocasión. Showalter mostró un sentido de confianza en sus jugadores que les permitió brillar independientemente de su salario o tiempo de servicio. Jones y el receptor Matt Wieters, los ex prospectos y que ahora se encuentran en sus medianos 20 años, asumieron roles de liderato con los Orioles. El jardinero Nate McLouth, que fue colocado de emergencia en el puesto de primer bate ante la lesión sufrida por Nick Markakis, resucitó su carrera luego de haber sido dejado libre por Pittsburgh. Chris Davis, quien nunca logró brillar en Texas, tuvo slugging de .501 y bateó 33 jonrones. Y el novato Manny Machado hizo una transición sin problemas desde el campocorto a la antesala luego de haber sido colocado en el medio de una contienda por el banderín a sus 20 años.

Los Orioles fueron descartados muchas veces durante la temporada, ya que seguían ganando partidos a pesar de tener un diferencial de carreras negativo. Pero Showalter probó su maestría manejando el bullpen e inyectándole a su camerino una actitud de 'podemos hacerlo'. El logro más significativo de Baltimore fue su habilidad de llevarse los partidos cerrados; los Orioles tuvieron marca de 29-9 en partidos de una sola carrera, 25-14 en partidos de dos carreras, y 16-2 en partidos en entradas extras. Ganaron sus últimos 16 juegos en episodios adicionales durante la temporada.

''Ese es un tributo al manager que utiliza sus jugadores apropiada y efectivamente, pero que también crea una atmósfera donde todos están motivados y hambrientos para ganar juegos", dijo Dan Duquette, vicepresidente ejecutivo de operaciones deportivas de Baltimore.

Los A's perdieron ante Justin Verlander en el quinto y decisivo juego en la Serie Divisional de la Liga Americana, y Baltimore cayó ante Nueva York en la primera ronda de los playoffs a pesar de haber maniatado a la ofensiva de los Mulos a promedio de .211. El mayor logro de Showalter pudo haber sido el resucitar las esperanzas de una ciudad que se había resignado a perder y que se había vuelto apática a su equipo. Ese nuevo pensamiento fue evidente en la reciente Serie Mundial de Poker, donde el nativoe de Laurel, Md., Greg Merson, se embolsilló un premio de $8.53 millones mientras portaba una camiseta de los Orioles con el nombre de Adam Jones.

Duquette se dio cuenta de esto cuando se topó con la transmisión televisiva del evento.

"Pensé, 'Wow esto es cool'", dijo Duquette. "Es cool ser un Oriol".

Los fanáticos del béisbol en Oakland conocen ese sentimiento. En el conteo final, Buck Showalter y Bob Melvin jugaron grandes roles en la resurrección de sus equipos. Cuando se revele el ganador del premio de Manager del Año de la Liga Americana este miércoles, ellos sabrán quien se lleva el crédito mayor.