Gustavo Fillol Day 11y

Lo que aprendí en 10 años

BUENOS AIRES -- Cuando empecé a jugar al golf me compré todos los libros que encontré sobre cómo hacer el swing, y en ese proceso leí al pasar, en el "Pequeño Libro Rojo", de Harvey Penick, una frase a la que no presté atención en ese momento.

Sólo la valoraría 10 años después.

Diez años después de renegar con los palos. De maldecir cuando la pelota no iba adonde que yo quería. De insultar cuando en el swing hacía todo lo que se suponía que había que hacer, y aún así el tiro salía para cualquier lado. De no entender por qué daba un golpe bárbaro y, al minuto siguiente, cuando trataba de repetirlo, me salía un golpe horrible. De practicar yoga, meditación, control mental, cualquier cosa para acertar un green.

Diez años después, soy un jugador promedio. Fui sacando un poquito de cada libro y armando un swing bastante feo, pero con el sabor de lo hecho en casa. Encontré mi forma de pegarle a la pelota, y con eso me defiendo.

Y lo más importante de todo lo que leí, comprendo ahora, no fueron los consejos sobre la empuñadura o sobre el movimiento de cadera. Lo más importante del golf no sucede al pararse frente a la bola, ni al ejecutar el golpe. Lo más importante ocurre después.

En el golf, como en la vida, uno puede dar todo de sí, concentrarse, enfocarse, poner el máximo empeño, tratar de hacer lo mejor posible... pero de nada servirá, si uno no está dispuesto a lo más importante, lo que viene después, lo que Penick puso en tres palabras:

"Aceptar el resultado".

Tomado de "El Zentido de la Vida".

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