BUENOS AIRES -- ¿A quién le importa que San Lorenzo volvió a ganar sufriendo, gracias a un gol de Stracqualursi? ¿A quién le importa que hace rato no aparezca en San Lorenzo, un jugador emblema, un jugador crack, que lleve a este equipo a lo mas alto? El último emblema sanlorencista fue Romagnoli.
¿A quién le importa que el fantasma del descenso esté ahí, a la vuelta de la esquina de cualquier calle de Boedo? Todo es poco, el mal juego, el equipo que no aparece, el sufrimiento alquilado de los domingos. Nada. Nada de esto importa, porque San Lorenzo recuperó un gran pedazo de su identidad.
Pese a sí mismo, San Lorenzo volvió a Boedo para siempre. Volvió al barrio del cual jamás debió haber salido. Y ahora el supermercado Carrefour se tiene que ir y devolverle al club de los gloriosos carasucias, sus terrenos, su lugar, su poderosa identidad futbolera. Se hizo justicia. Un supermercado no puede quitarle a un club parte de su identidad. La Avenida La Plata desde el jueves pasado volvió a nacer, a llenarse del fútbol que jamás debió irse del barrio.
Y el estadio fue una fiesta, también deportiva. Porque el deporte, la pasión y el amor del hincha no terminan ni empiezan en la cancha. No importa que jugó un partido discreto, que tuvo la suerte de llevarse los tres puntos ante un rival sin temple.
¿Qué es Rafaela? No se sabe. Dedicó sus energías a defenderse, aun cuando iba perdiendo. En una actitud infantil, parece que el equipo de Santa Fe se entregó a perder por la mínima diferencia. San Lorenzo tampoco es una maravilla, pero ganó, volvió a su barrio y eso es lo reamente importante.
¿Cuál será el destino de este incierto equipo de Boedo? Nadie lo sabe. Es una obviedad que Pizzi, al igual que todos los técnicos anteriores, no logrará darle al equipo la temple necesaria para que supere este mal momento.
Ganó porque hizo el gol y el empate no llegó nunca. Pero San Lorenzo deberá afrontar su futuro con mucha ferocidad. Le quedan partidos difíciles, muy complicados, donde el equipo necesitará imperiosamente la mano del técnico.
En momentos difíciles, los partidos se juegan con inteligencia y mucha frialdad. Caminando por la cuerda floja, extraño momento para el Cuervo de Boedo. Nunca tan cerca de su historia, de su identidad de triunfos y hazañas notables. Nunca tan cerca del descenso, huyendo con lo que tiene puesto, dando un grito desesperado de "salvase quién pueda!".