ESPN.com 11y

Pequeñas ambiciones

BUENOS AIRES -- El entrenador de Racing, Luis Zubeldía, culpó indirectamente al árbitro Delfino por la derrota ante Boca. Si Delfino, dice Zubeldía, hubiera cobrado un supuesto penal a Centurión en el arranque del partido, muy distinta habría sido la historia.

Los hinchas de Racing ya sufrieron la decepción de bajarse del tren de la alegría (hasta viajar a la Bombonera abrigaban la ilusión de luchar por el título), y además tienen que soportar la descortesía del técnico.

La especulación de Zubeldía es una excusa pueril, la evasión elemental de quien no está dispuesto a mirarse en el espejo. No importa si luego se golpea el pecho en la sagrada intimidad del vestuario; también le debe una lectura sincera del partido y del torneo al público.

La queja por un penal no sancionado esquiva el problema principal (la actitud de Racing, la poética del propio Zubeldía), lo cual ofende la inteligencia de los hinchas. Nadie se va a tragar esa galletita.

La otra posibilidad es que Zubeldía no entienda cabalmente el juego y de verdad imagine que el quid del clásico fue la omisión de Delfino. De verdad crea que, si Racing se ponía 1-0, ese suceso habría cambiado el curso de los hechos. Sería más grave todavía.

Lo que tendría que decir Zubeldía es que las pretensiones de Racing no podían sostenerse con un planteo tan concesivo, que entrega pelota e iniciativa al rival y se repliega a la espera de la flaqueza ajena. Y que ni siquiera fuerza esa flaqueza, sino que insiste (así juega Racing) en sacar provecho de la segunda jugada, como se dice ahora.

Sólo en los últimos quince minutos, con la derrota sellada y Boca panza arriba, el equipo sumó socios en ataque, ensayó acciones de cierta profundidad (incluido el gol) y mostró su vena agresiva. Su ambición. Su deseo de apostar en serio por la chance remota. Porque si los hinchas tenían un sueño, quedó claro que los jugadores no lo compartían.

Y Boca, otro equipo que espera más del tumulto y los tiros libres que de la posesión, controló el partido a voluntad. Confiado por fin en el buen pie de sus figuras emergentes: Paredes y Fernández. ¿Revisará Falcioni su credo a partir de esta experiencia?

Zubeldía ha dado señales de ser un buen entrenador. Por lo pronto, consolidó a tres jóvenes -Centurión, Vietto y Fariña- que, según la lógica de la supervivencia que domina la liga argentina, representarán de aquí a poco ventajosas transferencias a mercados más prósperos.

Es decir que Zubeldía ha devuelto con creces su contrato. Además de contribuir con fuerza a la idea de que las inferiores son un recurso verosímil, la mejor reposición en equipos que se desmiembran de una temporada a otra.
De todos modos, mientras los chicos esperan el avión, ¿no valdría la pena aplicar un diseño táctico para que sus virtudes resalten?

Zubeldía les dio la oportunidad, aun postergando a futbolistas con más cartel. Pero el dispositivo ofensivo del equipo no termina de apoyarse en el buen pie.

Mientras Racing se desentienda de la pelota, estas promesas de gran técnica estarán condenadas a la incomodidad. Muy poco recomendable para su proyección y, sobre todo, para la suerte inmediata de Racing.

^ Al Inicio ^