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BRISTOL -- Investigadores de la Universidad de Boston han descubierto 28 nuevos casos de daño cerebral crónico en jugadores de fútbol americano fallecidos --incluyendo a 15 que jugaron en la NFL-- más del doble del número de casos documentados que ligan el fútbol americano con las enfermedades cerebrales a largo plazo.

Los jugadores de la NFL incluyen a dos miembros del Salón de la Fama: el corredor, Ollie Matson, quien jugó 14 temporadas en las décadas de 1950 y 1960, y el ala cerrada de los entonces Baltimore Colts, John Mackey, quien jugó 10 temporadas y que alguna vez fungió como presidente del sindicato de jugadores de la NFL. Ambos murieron el año pasado después de sufrir demencia.

El estudio examinó el tejido cerebral de 85 personas con antecedentes de constantes golpes en la cabeza, incluyendo a veteranos militares, boxeadores y jugadores de fútbol americano y hockey. Algunos de los casos habían sido reportados previamente. Se encontró que 68 tenían encefalopatía traumática crónica (CTE por sus siglas en inglés), un trastorno degenerativo del cerebro relacionado con la pérdida de memoria, la depresión y la demencia.

De acuerdo al estudio, los investigadores de la Universidad de Boston ahora tienen 50 casos confirmados de ex jugadores con CTE --33 que jugaron en la NFL, uno en la CFL, uno semiprofesional, nueve que jugaron a nivel colegial y seis que sólo jugaron en la preparatoria. Eso incluye a Nathan Stiles, de 17 años, que murió de un hematoma subdural después de un golpe en el 2010 en un juego de preparatoria en Spring Hill, Kansas.

"El gran volumen de casos creo que va a abrumar a cualquiera que quiera negar la existencia de este problema", declaró Robert Cantu, codirector del Centro para el Estudio de la Encefalopatía Traumática de la Universidad de Boston, y consejero de la NFL sobre conmociones cerebrales.

Anteriormente, se había encontrado la CTE en 18 de 19 ex jugadores de la NFL cuyos cerebros fueron examinados. Los 15 casos nuevos en el estudio de la Universidad de Boston quieren decir que de 34 cerebros de ex jugadores de la NFL que han sido examinados, 33 presentan la enfermedad. Los linieros constituyen el 40 por ciento de los casos, apoyando a la investigación que sugiere que los golpes repetidos en la cabeza que ocurren en cada jugada --no las conmociones asociadas a los golpes violentos-- pueden ser el mayor riego. La Universidad de Boston también informó la existencia de CTE en cuatro ex jugadores de la NHL.

Los resultados, publicados en la edición de diciembre de Brain, una revista médica afiliada a la Universidad de Oxford, seguramente alimentarán el debate acerca de los riesgos de jugar fútbol americano y el trabajo del equipo de investigación de la Universidad de Boston, el cual se ha ganado el reconocimiento internacional mientras afirma que el daño cerebral provocado en el fútbol americano es indiscutible y posiblemente generalizado.

La Universidad de Boston aceptó proporcionar una copia del estudio a "Outside the Lines" de ESPN y "Frontline" de la PBS con la condición de que no se diera a conocer antes de su publicación.

En la Conferencia Internacional sobre Conmociones en el Deporte celebrada el mes pasado en Zúrich, los investigadores de la Universidad de Boston enfrentaron el escepticismo de expertos médicos con el Comité Olímpico Internacional y la FIFA, entre otros. Ann McKee, la neuropatólogo que dirige el estudio de la Universidad de Boston, dijo que las críticas se sentían como recibir "puñaladas", ya saben, como espadas atravesando el corazón".

Con pocas excepciones, los críticos reconocieron que la CTE, que sólo puede ser diagnosticada después de la muerte, es real. Pero algunos se preguntan si la Universidad de Boston ha alimentado la histeria acerca de los riesgos de jugar fútbol americano al exagerar la importancia de sus descubrimientos. Algunos investigadores cuestionan si otros factores además de los golpes en la cabeza pueden estar detrás de la enfermedad.

La investigación de la Universidad de Boston, que fue financiada en parte por una donación de 1 millón de dólares de la NFL, se ha limitado a estudios de casos individuales de sujetos que estuvieron impedidos de manera importante antes de su muerte, haciendo imposible medir la existencia de la CTE o establecer de manera concluyente que los repetidos golpes en la cabeza provocan la enfermedad, de acuerdo a algunos científicos.

Richard Ellenbogen, un neurocirujano de Seattle que dirige el Head, Neck & Spine Committee de la NFL, el cual ayuda a establecer políticas para la liga, elogió la investigación de la Universidad de Boston pero advirtió que no hay suficientes datos para evaluar el riego de jugar fútbol americano.

"La única crítica que tuve y que siempre he tenido, es que tenemos que recurrir a la ciencia para descubrir cuál es la incidencia de esto", indicó Ellenbogen, quien también asistió a la conferencia el mes pasado.

"Para mí todo es acerca de los niños". Sentenció Ellenbogen. "¿Les decimos a los niños que ya no practiquen deportes? Lo que sabemos (de los centros de control de enfermedades) es que los niños son más propensos a lastimarse montando la bicicleta o cayéndose mientras corren. No hay nada crítico en decirlo, sólo lo estoy poniendo en perspectiva. ¿Cuáles son los riesgos reales?".

Chris Nowinski, un ex jugador de fútbol americano de Harvard y luchador profesional que funge como codirector en el centro de la Universidad de Boston, dijo que Ellenbogen tuvo un argumento similar en la conferencia de Zúrich.

"Creo que son humo y espejos; es decir, es la noche y el día", indicó Nowinski. "Si la gente sufre conmociones montando una bicicleta, ¿quiere decir que el fútbol americano es seguro? Es una prueba muy tonta. Me sorprende que un médico se rebajara a eso porque debe saber que es un argumento tonto, también".

Lars Engebretsen, jefe de cirugía ortopédica en la Universidad de Oslo y responsable de las actividades científicas del Comité Olímpico Internacional, dijo que era "una de las tantas" personas en Zúrich que se quedaron dudas acerca de la investigación de la Universidad de Boston.

"Todos nosotros habíamos leído los documentos que habían publicado sobre este tema", expresó, "y estábamos preocupados de que los datos estuvieran un poco, no diría distorsionados, pero nos gustaría ver más datos para ver si se representa la verdad del asunto o no".

Engebretsen dijo que pensaba que había "otras razones posibles" que podían explicar la CTE y cuestionó por qué la enfermedad no ha sido vista en otros deportes internacionales, excepto el boxeo.

Cantu dijo que cree que la reacción se derivó de los celos profesionales por la atención de los medios que McKee y su grupo de la Universidad de Boston han recibido.

"Ustedes saben, los científicos son seres humanos, tienen el mismo nivel de emociones que todos los demás", refirió Cantu. "Y creo que esa gente está celosa de la exposición que se les ha dado, y otros están celosos de que esté en el lugar correcto en el momento indicado, para recibir todos estos cerebros para estudiar todo esto".

McKee, en una entrevista con "Outside the Lines" y "Frontline", dijo que algunos científicos en Zúrich dudaban de la relación entre los continuos golpes a la cabeza y la CTE.

"Uno de los líderes de la conferencia fue muy directo cuando dijo, 'He leído sus documentos y francamente creo que son evidencia científica muy pobre'", declaró McKee. "Parecía que me estaba negando. No había experimentado eso por aproximadamente cuatro años".

McKee comparó la experiencia a una que tuvo en el 2009, cuando presentó sus resultados a los miembros del ahora inexistente Comité de Lesiones Cerebrales Ligeras de la NFL, el cual por más de una década negó la relación entre el fútbol americano y el daño cerebral crónico.

"Fue como un déjà vu", indicó McKee. "Estoy de acuerdo en que no sabemos qué tan grande es el problema, no sabemos cuáles son todos los riesgos. Hay mucho que no sabemos, pero que sabemos lo suficiente para darnos cuenta que esto es un problema".

Kevin Guskiewicz, quien trabaja en el Head, Neck & Spine Committee de la NFL, y que también estivo en Zúrich para la conferencia, dijo que el tema de las lesiones traumáticas en el cerebro es grave, pero establecer un vínculo entre el fútbol americano y la CTE exclusivamente por un caso de estudio, era similar a que un equipo de pista culpara a Nike por una serie de lesiones en el tobillo simplemente porque los atletas llevaban puestos zapatos de esa marca. Tienen que ser considerados otros factores, sentenció.

"La gran mayoría de la comunidad neurocientífica no cree que la investigación haya identificado una relación que vincule los golpes repetidos a la cabeza en el fútbol americano y la CTE, y me incluyo en eso", refirió Guskiewicz, codirector del Matthew Gfeller Sport-Related Traumatic Brain Injury Research Institute en la Universidad de North Carolina.

Los investigadores de la Universidad de Boston dicen que nunca llegaron a conclusiones acerca de la prevalencia de la CTE en el fútbol americano. Los resultados basados exclusivamente en casos individuales "nunca establecerán la incidencia o prevalencia" de la enfermedad sino que sentarán las bases para futuras investigaciones, afirma el estudio.

La Universidad de Boston está obteniendo sus resultados de una muestra que está "desnivelada más allá de lo que se cree", reconoció Cantu, porque los cerebros invariablemente provienen de sujetos que tenían alguna discapacidad.

Al mismo tiempo, McKee, Cantu y otros describieron el número creciente de casos como importante, en particular para la NFL.

Cantu citó otro estudio reciente que examinó los certificados de defunción de ex jugadores de la NFL y concluyó que eran cuatro veces más propensos a sufrir enfermedades neurodegenerativas.

"Así que probablemente en el nivel más bajo, la incidencia de la CTE es cuatro veces mayor en jugadores de la NFL que la población en general", sentenció Cantu. "Pero esto es el fondo de lo que es. Pero dónde, y qué tan alto está, no lo sabemos en realidad".

El daño cerebral a largo plazo fue documentado por primera vez en los boxeadores en la década de 1920. No fue visto en jugadores de fútbol americano hasta el 2005, cuando el patólogo de Pittsburgh, Bennet Omalu, diagnosticó al centro de Salón de la Fama de los Pittsburgh Steelers, Mike Webster, con CTE, una conclusión que fue muy discutida por la NFL, pero que ya no está en disputa.

Los datos indican que la CTE avanza, tanto con la exposición a los golpes en la cabeza como con la edad, de acuerdo al estudio de la Universidad de Boston. Así que por lo general, cuanto más tiempo pase un jugador en la NFL, parecía peor su caso.

"Creemos que este es un fenómeno relacionado con la cantidad, no sólo con las conmociones, sino con todos los golpes al cerebro", declaró Cantu. "Así que está claro que hay una relación en cuántos golpes recibes y eso se correlacione con cuánto tiempo has jugado".

Cantu, un neurocirujano y experto en conmociones, ha expresado su oposición a que se realicen tacleadas en el fútbol americano para jugadores menores de 14 años, una idea que algunos escépticos consideran alarmista y arbitraria.

El donativo para investigación de 1 millón de la NFL a la Universidad de Boston, en enero del 2010, reconoció su derecho a realizar investigaciones diferentes, sin embargo la liga también estuvo de acuerdo en enviar los cerebros de ex jugadores de la NFL al banco de cerebros del centro, que administrado conjuntamente con la Veterans Administration. El banco tiene actualmente 135 cerebros de militares veteranos, atletas y otras personas. Más de 600 atletas se han comprometido en donar sus cerebros a la Universidad después de su muerte.

La CTE se produce cuando un traumatismo craneal repetido genera proteínas anormales en el cerebro, llamadas "tau". Las proteínas forman nudos neurofibrilares que pueden estrangular a las células cerebrales. Bajo el microscopio, los nudos parecen manchas marrones que se pueden propagar por todo el cerebro.

McKee describió el estudio como "un intento para ver el espectro" de la enfermedad. "¿Cómo se ve en sus primeras etapas y cómo luce cuando está más avanzado? ¿Cómo parece progresar a través del sistema nervioso y qué aspecto tiene en la enfermedad avanzada?".

El estudio identificó por primera vez cuatro diferentes etapas de la CTE. En la primera etapa, son evidentes algunos nudos, y los síntomas van desde dolores de cabeza a pérdida de memoria a corto plazo y depresión. Para la cuarta etapa, de acuerdo al estudio, los nudos se han expandido, y la mayoría de los pacientes muestran señales de demencia completa, incluyendo "profunda pérdida de atención y concentración, disfunción ejecutiva, dificultades para el habla, explosividad, tendencias agresivas, paranoia, depresión" y dificultades para caminar, con la percepción de profundidad.

De acuerdo al estudio, en 31 de los 34 jugadores profesionales de fútbol americano se encontró que tenían al menos la tercera etapa de la CTE, lo cual está marcado por la pérdida de memoria y depresión, entre otros síntomas. Dave Duerson, el ex profundo de los Chicago Bears que se suicidó el año pasado disparándose en el pecho, tenía la tercera etapa de la CTE al momento de su muerte, de acuerdo a McKee.

Además de Matson y Mackey, otros ex jugadores confirmados en el estudio de padecer la CTE fueron Cookie Gilchrist, ex apoyador de la NFL y la CFL que murió de cáncer en la garganta el año pasado; Ron Perryman, ex apoyador de Boston College que murió el año pasado después de sufrir la enfermedad de Lou Gehrig; y Eric Pelly, un ex jugador de fútbol americano de preparatoria y de rugby que murió a los 18 años de edad, después de sufrir múltiples conmociones cerebrales.

La Universidad de Boston ya había identificado previamente a varios jugadores de la NFL con CTE, incluyendo a John Grimsley, un apoyador All-Pro que jugó nueve temporadas con los Houston Oilers y los Miami Dolphins, y Tom McHale, un liniero ofensivo que jugó nueve temporadas, principalmente con los Tampa Bay Buccaneers y los Philadelphia Eagles. Otros nombres no han sido revelados por razones de privacidad y científicas.