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Biggio debe estar en Cooperstown

Esta es la imagen imperecedera de Craig Biggio: sentado en el vestuario luego de un juego, su jersey de los Astros con el número siete cubierta de tierra encima de una pila de ropa a su lado, una fotografía de agotamiento. Su camiseta de mangas cortadas muestra un despliegue de pistolas, algo rara vez visto en un intermedista, lo que resta de él una masa mezclada con la línea negra que le da sombra a los ojos, la grasa para el bate, moretones y rasguños, una instantánea de su compromiso nocturno. Y su único reconocimiento de que juega el deporte más duro que el resto fue la ocasión en que se rió y dijo, "he bebido más Advil que cualquiera en la Tierra".

El perdurable tributo a Biggio vino por parte de un ex compañero de equipo y antiguo amigo, Ken Caminiti, quien una vez lo llamó "un psicópata", y añadió, "Él llega con tanta fuerza a la tercera base, lo miro y le pregunto, '¿Qué estás haciendo?' Permite que los pitcheos lo golpeen en el codo a propósito. Le digo que se va a lastimar seriamente haciendo eso... ¿y para qué?".

¿Y para qué? Para ganar. Siempre se trataba de ganar para Biggio. Pero ahora que los juegos se han terminado, no ha enrollado ocho capas de cinta adhesiva alrededor del mango del bate en cinco años, y todos esos deslizamientos rudos, todos los bolazos no cubiertos por el protector de pecho, en todos lados, o todos aquellos roletazos y todas las veces que se iba a la caja de bateo para reventar 100 bolas luego de una noche complicada en el plato, todas las 285 veces que fue golpeado por un lanzamiento, que constituyen un récord, todas esas Advil, valieron la pena para este año, para esta semana: la potencial exaltación de Biggio al Salón de la Fama.

No es el mejor jugador en la papeleta controversial de votación de este año, no cuando incluye a Barry Bonds, Roger Clemens, Mike Piazza y a Jeff Bagwell, pero Biggio puede tener la mejor oportunidad de ser inducido porque no tiene ninguna conexión conocida con el uso de sustancias para mejorar el rendimiento, y por sus números -- mira todos sus números -- son merecedores de estar en Cooperstown. Él es, según varias estadísticas, uno de los 10 mejores intermedistas de todos los tiempos.

Biggio acumuló 3,060 hits para ocupar la posición número 21 de todos los tiempos, más que Rod Carew. Biggio acumuló más hits en la época de la bola viva (desde 1920) que cualquier otro jugador cuya posición primaria era la segunda base. Biggio es quinto en dobles, más que Hank Aaron. Está en el puesto treintaiuno con más hits de extrabases, más que Willie McCovey, Willie Stargell, Al Kaline y Mickey Mantle. Anotó más carreras que Ted Williams y Carl Yastrzemski, para ocupar la decimocuarta posición. Y las 146 carreras anotadas de Biggio en una temporada están empatadas en segundo lugar desde la época de la expansión (desde 1961). Jugó en más partidos victoriosos que George Brett. En la lista de los jugadores en la historia con 250 jonrones y 400 bases robadas están Bonds, Bobby Bonds, Rickey Henderson, Joe Morgan y Biggio. No hay más nadie. Esa es la lista. Es uno de los cuatro jugadores del cuadro en la historia que marcó 20 jonrones y 50 robos en una temporada.

En 1997, Biggio fue golpeado por un lanzamiento en 34 ocasiones, la tercera cantidad más alta en una temporada en el siglo 20, y no bateó para doble matanza -- la quinta ocasión en que un jugador no lo hace en una temporada completa. Fue la temporada de ensueño para los aficionados de las estadísticas especiales: Bill James calculó que la escasez de rodados de doble matanza y sus 34 pelotazos pudieran ser equivalentes a 100 puntos añadidos a su promedio de bateo. Ese año, Biggio generó un WAR de 9.3, mayor que el de la mejor temporada del segunda base Roberto Alomar (7.1) y Ryne Sandberg (8.4), quienes están en el Salón.

El WAR de la carrera de Biggio de 62.1 es comparable al de Alomar (62.9) y al de Sandberg (64.9), pero Biggio lo acumuló mientras jugaba tres posiciones defensivas importantes: receptor, segunda base y jardín central. Él y Tom Daly (1895; lanzaba por debajo del brazo cuando necesitaba hacer un tiro largo de la segunda base a la inicial) son los únicos peloteros que han jugado una temporada completa en la segunda base y otra en la receptoría. Biggio es el único que además ha jugado una temporada completa en el jardín central; además es el único pelotero en la historia que ha consumido 1,000 turnos al bate como receptor, segunda base y jardinero central. Ganó cuatro premios del Guante de Oro consecutivos como segunda base. Cuando llegó a las Grandes Ligas como receptor en 1988 a los 22 años, Nolan Ryan comentó que le gustaba la idea de que Biggio fuera su receptor porque sabía que podía lanzarle una curva contra el suelo con dos strikes seguro de que el pequeño y maniático jugador con una gorra 7 de tamaño le iba a poner todo su cuerpo a la pelota.

No había nada artístico en la manera en que Biggio jugaba la pelota. Él era lo que era: el hijo de un controlador aéreo; un tipo brusco y rudo de Smithson, N.Y.; un muchacho de Long Island cuyo héroe del béisbol fue el receptor de los Yankees Thurman Munson.

Las manos gruesas de Biggio no son las de un intermedista, sino las de un receptor, un jugador de football, un luchador, un carpintero, precisamente todo lo que él tenía en su espíritu durante todos esos años con los Astros, el único equipo para el que jugó. Biggio fue luchador en escuela superior, pero lo odiaba porque "uno no puede correr en la lucha". Muchos peloteros pueden jugar al golf, pero para Biggio, en ese juego no se corre ni hay contacto físico. "Una vez lo vi perder 18 bolas en seis hoyos", dijo Bagwell en una ocasión con una gran sonrisa. Pero Biggio amaba jugar al football; "el mejor jugador de football de escuela superior que he visto en mi vida", dijo en una ocasión su compañero de equipo Pete Harnish. Biggio fue un quarterback que se convirtió en un 'running back', y se aprestaba a jugar para la Universidad de Penn State, pero no dio el grado académicamente, así que se fue a Seton Hall a jugar béisbol. Cuatro años más tarde, en 1988, estaba en las Grandes Ligas. En ese primer año, en el intermedio de una doble cartelera, vio al tercera base de los Astros, Buddy Bell, con una aguja incrustada en su rodilla lastimada para poder participar en el segundo choque. Ahí fue que se dio cuenta de lo que se trataba todo eso.

Biggio, y luego Bagwell, jugaron y enseñaron a jugar de esa manera. Un año el piloto de los Astros, Larry Dierker, trató de darle a Biggio un día de descanso en medio de una cadena de partidos que les llevaría a jugar un choque a las 12:15 del mediodía en Houston, seguido de un doble choque al día siguiente en Chicago, programado para las 12:05. Biggio se metió a la oficina de Dierker y lo convenció para que lo colocara en la alineación, diciéndole: "Tenemos peloteros jóvenes aquí. Todos estamos cansados, pero los veteranos tenemos que demostrarles que hay que jugar". Y así era como jugaban los Astros. "Si alguien se recuesta aquí", dijo Biggio en una ocasión, "entonces no estará aquí por mucho tiempo".

Cuando Biggio fue trasladado de la receptoría a la segunda base en 1992 porque había una mayor necesidad de un intermedista en el equipo, "comenzó a atrapar roletas todos los días, sin fallar uno, todo por su cuenta", señaló el ex coach de los Astros Matt Galante. "Él jugó casi todas las entradas de casi todos los juegos de exhibición en esa primavera. ¿Sabes cuántos jugadores veteranos harían eso? No había ninguno como Bigg".

Biggio no fue nunca tan dotado y suave como intermedista como lo fueron Sandberg y Alomar, quien era tan elegante que podía tirar desde muchos ángulos. Biggio tenía solo un estilo, atrapaba la pelota, se enderezaba y la lanzaba a primera por encima del brazo, como un receptor. Pero nunca trató de sacarle el cuerpo a la doble matanza, y el ex coach de lanzadores y dirigente Ray Miller decía que Biggio "le metía la cara al roletazo más duro que puedas haber visto". Biggio hacía eso porque, según su ex compañero de equipo Mark Portugal, "ese diablo no le tiene miedo a nada".

Excepto a los rayos. En un juego de estrellas de escuela superior en 1982, Biggio, jugando la segunda base por primera vez en su vida, estaba en el campo cuando cayó un rayo. El impacto lanzó a Biggio al terreno, y momentáneamente lo noqueó. Se levantó en posición fetal. Vio al campocorto, a 40 pies de distancia. "Sus medias estaban en fuego, había un hueco en su pecho", dijo Biggio. El campocorto murió en el terreno ese día, y Biggio dijo: "Durante meses, cuando estaban cayendo rayos, yo me metía al sótano de mi casa. Me tomó como 10 años superar eso".

Biggio no le temía a nada más, ni tan siquiera a un lanzamiento. Mickey Mantle recibió 13 pelotazos durante su carrera. Tony Gwynn 24. Biggio fue golpeado 285 veces, y en la única ocasión en que reconoce que resultó afectado fue al ser golpeado en el casco por un lanzamiento de Géremi González, de los Cahorros, en 1997. "Sentí como si me hubieran dado en la cabeza con un martillo", apuntó. "Mi esposa y mis hijos, y los compañeros de ellos de la escuela estaban en los palcos de lujo. Ella estaba gritando, 'Por favor, ¡levántate!' Eso realmente me asustó".

En el terreno, nada lo atemorizaba. Bagwell una vez lo describió como: "Cabeza de maní, lampiño, extremadamente hiperactivo. Es un niño pequeño. Tiene 12 años".

Biggio jugaba con el entusiasmo de un niño, y nadie jugaba más fuerte que él. Tan fuerte que una vez Gwynn dijo con igual preocupación que reverencia que "uno no tiene que salir al campo a lastimarse". Pero Biggio sabía que esa era la única manera en que podía jugar en Grandes Ligas; tenía que jugar más fuerte que todo el mundo. Cuando los Astros fueron a jugar a Detroit por primera vez, Biggio miró alrededor del Tiger Stadium y dijo, "Aquí fue que jugó Ty Cobb".

Esa actitud era la que hacía que no le cayera bien a todos sus oponentes. Era la razón por la que se deslizó tan fuertemente en la tercera base a pesar de que su mejor amigo, Ken Caminiti, era el antesalista.

¿Y para qué?

Para una semana como esta. Para el 9 de enero de 2013: el día en que Craig Biggio debería ser elegido al Salón de la Fama.