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Ofensiva en serie

Pese a caer en un bache durante la segunda mitad, los Ravens lograron mantener el control del juego. AP

BRISTOL -- Con este viejo dicho se puede resumir el resultado del Super Bowl XLVII. Recuerdo comentarios de miembros de Buffalo después del Super Bowl XXV declarando que el mejor equipo no había ganado ese partido. Tenían completamente la razón. De haberse enfrentado 10 veces los Bills y los Gigantes de la temporada 1990, Buffalo habría ganado ocho veces. Frank Gore hizo la misma declaración: "No ganó el mejor equipo", y Frank está en lo correcto. Si esto se tratara de béisbol o baloncesto, en donde hay que ganar cuatro de siete para ser campeón, San Francisco ganaría.

Pero esto es fútbol americano en donde hay solamente UNA oportunidad. Y es bajo esas circunstancias cuando la experiencia pesa más que el brío juvenil. El domingo 3 de febrero, Baltimore fue mejor equipo que San Francisco.

La primera decisión importante del partido la tuvimos cuando Baltimore ganó el volado y John Harbaugh difirió su decisión al segundo tiempo. Jim, su hermano, pudo haber escogido patear y dejar que su equipo defensivo entrara primero, pero decidió darle la oportunidad a su joven mariscal de campo y a la ofensiva. Colin Kaepernick es un pasador con un talento fuera de serie: veloz, hábil para manejar el balón, inteligente, con un cañón de brazo, y sobre todo, con la cualidad más importante que debe tener un lanzador, un gran espíritu de lucha para rehusarse a perder. Pero Kaepernick es todavía joven y como tal, susceptible a las emociones que vive un ser humano.

La rutina previa al partido del Super Bowl es totalmente diferente a la de cualquier otro partido, incluyendo los de playoffs. La espera es larga, y con todo el alboroto antes de la patada inicial, la emoción empieza a hervir poco a poco dentro de un jugador hasta ese punto de ebullición antes brincar al emparrillado. Es mejor poner a una defensiva cuyo accionar depende más de la intensidad, que a una ofensiva que tiene que mantener una disciplina estricta para poder ejecutar. En la primera jugada, San Francisco no pudo siquiera alinearse bien y le cobraron un castigo. Dos jugadas después, en una optativa, Kap volteó a la izquierda y Gore fue por la derecha. Son jugadas que han repetido cientos de veces, pero que no pudieron ejecutar bajo la intensidad y emoción del inicio de un Super Bowl.

Siguiendo con los dichos, dicen que, "El que pega primero pega dos veces". Con una gran posición de terreno, un pasador con más experiencia y con los nervios del inicio del partido bajo control, Baltimore usó seis jugadas para anotar un touchdown, después de haberse beneficiado por un castigo a Ahmad Brooks por fuera de lugar cuando los habían frenado en tercera oportunidad.

Dicen que los equipos reflejan la personalidad de su entrenador en jefe. Las dos primeras series ofensivas fueron evidencia clara de esa creencia. John se mostraba parco, calculador y en completo control, mientras que Jim era intenso, abrupto, e impulsivo.

Estas tendencias continuaron a lo largo del primer tiempo. Cuando Beyoncé entró en acción, Baltimore tenía 59 yardas más que San Francisco, había convertido seis de ocho oportunidades en tercera contra sólo una de cinco de los 49ers. Dentro de la yarda 20 habían capitalizado con anotación dos de tres incursiones mientras que San Francisco se fue en blanco en dos ocasiones y perdía 6-21. La historia de los Super Bowls ha sido dura para equipos que se rezagan por quince o más puntos en la primera mitad. Antes del domingo, habían perdido en doce ocasiones.

El inicio de la segunda mitad no fue diferente. San Francisco seguía desarticulado. Jacoby Jones impuso una marca con el touchdown más largo en la historia de los Super Bowls al regresar la patada de salida 108 yardas. En su primera serie ofensiva del tercer cuarto, Kap completó un pase de 29 yardas a Michael Crabtree, pero perdieron 3 yardas en las dos siguientes jugadas y en eso llegó el apagón. De repente me remonté a mis años de infancia en Torreón cuando esos sucesos eran comunes durante aguaceros o tolvaneras, pero ¿en el escenario más grande del deporte Estadounidense?

Antes del apagón Baltimore había logrado 241 yardas, catorce primeras oportunidades y anotado 28 puntos. San Francisco había acumulado 208 yardas totales, once primeras oportunidades y sólo seis puntos. Frank Gore tenía 32 yardas en doce acarreos y Colin Kaepernick había completado 9 de 16 para 152 yardas con tres capturas. Baltimore estaba en completo control de la situación. San Francisco no sentía lo duro sino lo tupido, y nos enfilábamos rumbo a una paliza.

¿Cómo se puede explicar el impacto de la tregua forzada? ¿Cómo fue diferente a la espera del medio tiempo?

Durante el medio tiempo los equipos están acostumbrados a llegar al vestidor, y en menos de doce minutos, satisfacer necesidades fisiológicas, arreglar cuestiones de indumentaria si es el caso, y hacer ajustes tácticos con los respectivos entrenadores de posición. En un Super Bowl, la espera es de casi media hora. Después de atender los asuntos antes descritos, viene otra espera agonizante, en particular si se va perdiendo. Además es frustrante hacerlo en un recinto limitado en el cual es difícil estirar y hacer ejercicios de calistenia, mucho menos correr y lanzar el balón.

La espera forzada de 34 minutos fue diferente por estar en el terreno de juego y así tener la oportunidad de moverse y desfogar la energía negativa acumulada. San Francisco fue un equipo diferente al reanudarse las hostilidades.

Para empezar, la ofensiva de Baltimore estuvo fuera de acción poco más de ochenta minutos. Recuerdo en el Super Bowl XXV cuando la ofensiva de Buffalo permaneció cerca de 60 minutos entre series ofensivas. Ese día los Gigantes anotaron un touchdown al final del segundo cuarto en una marcha de diez jugadas seguidas por otra de 16 para iniciar el tercer cuarto, el cual también culminó con anotación. La ofensiva de Buffalo, una de las mejores en la historia de la NFL, no anotó puntos en el tercer cuarto.

Baltimore tampoco lo hizo ofensivamente. Al igual que como lo hicieron contra Atlanta, la defensiva de San Francisco no permitió un solo touchdown en la segunda mitad. Los trece puntos de Baltimore fueron de equipos especiales.

Con los nervios bajo control, Kap y Gore fueron otros tan pronto se fue la penumbra. Kap completó siete de doce para 150 yardas con una anotación y no fue capturado. Gore acumuló 78 yardas en siete acarreos. En general lograron 260 yardas a la ofensiva, 126 por tierra, doce primeras oportunidades y 25 puntos.

Parecía que veríamos el resurgimiento más grande en la historia del Super Bowl, pero San Francisco, en su sexta ocasión dentro de la yarda veinte, se quedó corto. En mi opinión, Jim Harbaugh erró al poner la suerte de la ofensiva en el brazo y no las piernas de Colin Kaepernick en los momentos más apremiantes del partido. Los 49ers tuvieron en total seis oportunidades de anotar de la yarda 20 de Baltimore o adentro. Ejecutaron catorce jugadas: seis acarreos y ocho pases. Los dos touchdowns que anotaron fueron en acarreos. Su línea ofensiva, sobre todo los guardias y el centro, dominaron a lo largo del partido. Pero cuando estuvieron a siete yardas de la tierra prometida faltando 2:39 por jugar, mandaron jugadas de pase en tres de cuatro oportunidades.

Un área en la que Colin Kaepernick tiene todavía mucho que aprender es la de los pases de diez o menos yardas. Le falta desarrollar toque y trayectoria. Sus pases tienden a ser muy fuertes y tendidos. En términos de béisbol, lanza bolas rápidas de 100 millas por hora cuando solamente se requiere una velocidad de 80. Kap nunca estuvo cerca de completar sus pases en los tres que lanzó cerca del final. Si incluimos también la conversión de dos puntos fallada serían cuatro.

El porqué San Francisco no trató de anotar por tierra cuando fue la única opción que les había dado resultado antes, quedará como tema de debate para la posteridad.

El futuro parece ser brillante para los 49ers. Colin Kaepernick está todavía lejos de alcanzar su potencial y ya es uno de los jugadores ofensivos más peligrosos en la NFL.

Un pesimista me dijo que lo mismo se decía de Dan Marino y Miami, quienes también parecían tener un gran futuro después de perder el Super Bowl en el segundo año de Marino como mariscal. La situación es diferente. San Francisco tiene un equipo infinitamente más completo que los Delfines de 1984. Tienen posiblemente la mejor línea ofensiva de la NFL, dos grandes corredores en Gore y LaMichael James, tres excelentes alas cerradas y no hay que olvidar que no contaron con Mario Manningham ni Kyle Williams en esta postemporada, y que A.J. Jenkins tendrá otro año para desarrollar.

Su defensiva necesita una alternativa a Justin Smith. Asumo que regresa el próximo año, pero de lastimarse otra vez afectaría el accionar de esta unidad. Desde su lesión en la semana quince contra Nueva Inglaterra, pasaron de ser permitir 17 puntos por partido a casi 30.

Baltimore es un digno campeón. Fueron el equipo que cometió menos errores y que jugó con más aplomo. Serán otro equipo diferente sin Ray Lewis, pero regresan con una gran línea ofensiva, un excelente mariscal de campo, dos muy buenos corredores y receptores que responden bajo presión. Lesiones a esquineros forzaron la inclusión de dos reservas, Carey Williams y Corey Graham quienes jugaron a un nivel muy alto. Regresará Lardarius Webb para complementarlos aunque Williams podría dejar al equipo en la agencia libre.

Lo más importante para ambos equipos, seguirán bajo el mando de un Harbaugh.

La temporada 2012 nos deja anhelando ya el comienzo de la siguiente. Vimos como cuatro mariscales de campo jóvenes: Colin Kaepernick, Robert Griffin III, Russell Wilson y Andrew Luck no sólo fueron titulares, también llevaron a sus respectivos equipos a la postemporada. Vimos una ofensiva innovadora. La optativa de la formación Pistola es una versión diferente a la que se usa en el fútbol americano colegial. Fue adaptada a la NFL por Kyle Shanahan de Washington. Baltimore tuvo un éxito relativo defendiéndola en la primera mitad del partido, pero seguramente otros equipos la copiarán. Jugadores como Michael Vick y Vince Young podrían tener vida nueva y resurgir con equipos diferentes gracias a esta ofensiva.

Esta es mi última columna de la temporada 2012. Gracias a los que se han tomado el tiempo de leerla y sobre todo de opinar a lo largo del año. Vuelvo en marzo, pero no semanalmente hasta que empiece la temporada regular.

Hasta entonces.