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Ls suerte de otro planeta

BUENOS AIRES -- El Torneo Final comenzó con un alto saldo positivo para Quilmes y para Boca. Jugaron en La Bombonera, lo que será, el mejor partido de la fecha. Tuve la suerte de estar a media cuadra de la cancha, de recorrer el barrio por esas contingencias de la vida que explicaré a continuación.

Hace un par de días, cometí una severa infracción de tránsito con mi camioneta Peugeot S-10, me subí a la vereda y un juez (que ha leído varios libros míos), no tuvo mejor idea que sancionarme con una medida ejemplar: me mandó a barrer las calles desde Irala y Martín García hasta Irala y Brandsen para luego retomar barriendo por Brandsen derecho hasta Almirante Brown, donde cometí la infracción.

Hacía un calor infernal, era mediodía y yo estaba barriendo con un escobillón gigante y un carrito del gobierno de la Ciudad. Me topé con los hinchas de Quilmes que, ya a esa hora, ingresaban al estadio para ver a mi querido equipo. Muchos hinchas con la remera azul con la inscripción de Quilmes me chocaban mientras yo barría y barría.

Algunos me conocieron en la cercanía. "¿Qué hacés, Cucu, te echaron de ESPN?, me preguntaban y yo les contaba sobre la pena que cumplía. Muchos se reían, pero al final me preguntanban mordiéndose las uñas por el resultado del partido. A más de uno le dije: "Terminamos el primer tiempo ganando 2-0". Puro positivismo sin razón.

Por otro lado la gente de Quilmes me cae muy bien, son del barrio donde nací y tengo mi corazoncito con el club del barrio. Todos saben: soy hincha de Quilmes desde toda la vida.

Comenzó el partido y yo continuaba barriendo, una cámara de C5N me reconoció y se acercó a dar una noticia de "color" sobre mi situación ante la ley. Les conté todo y seguí barriendo hasta que escuché un tremendo alarido de gol que venía del estadio. ¿Había sido gol de Boca?, me pregunté al instante. Encaré a un muchachito con la camiseta de Boca Juniors y una radio y me dijo que no. "¡Gol de Quilmes!". No lo podía creer.

Y menos lo pude creer cuando se escuchó el segundo grito de gol. ¡Quilmes ganaba dos a cero! El partido era intenso, la gente lo comentaba en todas las calles. Los jóvenes se mordían las uñas sentados en los cordones de las veredas, los policías estaban con los auriculares en las orejas y hasta los choripaneros vivían emocionados las peripecias del evento.

Debo decir que el barrio era todo tristeza, hasta que llegó el gol de Erviti... Decidí abstraerme y terminar con la limpieza de las calles para irme lo mas pronto del barrio y de las cercanías del estadio.

Pero entendí rápido que la cosa no sería tan veloz. Las calles estaban muy sucias. Se me acercaban los hinchas de Boca saltando de alegría porque Boca había empatado a pocos minutos del final. El equipo de Bianchi, increíblemente, había levantado el dos a cero.

Pero lo que sucedería en los próximos minutos sería inexplicable. Si durante toda la tarde los hinchas xeneixes estaban con caras largas, al final de la tarde explotó la alegría total. Cauteruccio erró un penal y de esta forma Quilmes selló su fracaso. Boca convirtió un gol y ganó el partido.

Estalló la fiesta en el barrio. Yo no podía completar mi barrida, me faltaban apenas un par de cuadras. Pero la gente salió del estadio dejando envases vacíos, papeles, diarios, publicacidades de ofertas de los supermercados. Y tuve que comenzar a barrer todo de nuevo. Los hinchas de Quilmes, ya como a los diez de la noche, cuando salian de La Bombonera, me decían, "Cucu, le erraste al resultado". "¿Qué pasó, Cucu? ¡Nos golearon al final!". Yo les decía que yo no me equivoqué: se equivocó el equipo. Sin duda.

Barrí hasta las doce de la noche, cuando ya la luna de verano se columpiaba encima de los fierros del puente de La Boca. ¿Nos habían goleado?, me pregunté. No, señores, queridísimos lectores, Boca Juniors tuvo una suerte de otro planeta. Eso pienso.

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