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Agridulce

ROMA -- La ida de dieciseisavos de la UEFA Europa League tuvo un sabor agridulce para los italianos: por un lado e estuvieron el triunfo casero ante Cluj de Inter y el empate en Alemania de Lazio, por 3 a 3 de visita a Borussia Monchengladbach; dos resultados sin dudas positivos, que los dejan a ambos bien parados para el pase del turno.

Por el otro, sin embargo, estuvo el tremendo papelón de Nápoli, que de local ante el poco peligroso Viktoria Plzen perdió por goleada, nada menos que por 3 a 0. Una caída que lo deja al conjunto celeste prácticamente afuera de la competición.

Resultó una lástima haber asistido otra vez más a la indiferencia de un cuadro italiano en frente de esta competición que no deja de ser un prestigioso torneo continental, por cuanto muchos clubes en tierra cisalpina lo olviden a menudo.

La próxima semana los tres tendrán los desafíos de regreso y la impresión es que el Calcio en octavos se quedará con apenas dos representantes. O cuanto menos la esperanza es que no fallen en esa ocasión ni el Águila ni los nerazzurri.

UNA VERGÜENZA
Lo de Nápoli no se puede definir de otra manera, porque simplemente fue una vergüenza. La superficialidad con la que los celestes bajaron a la cancha ante Viktoria Plzen fue abominable: de eso se trató en efecto, de superficialidad, porque Mazzarri, más allá de una comprensible rotación paró un equipo competitivo, con el ataque titular y muchos jugadores importantes.

Sin embargo, el cuadro interpretó el match con demasiada displicencia, jugando como si tuviesen que formalizar un trámite ya liquidado. No se puede decir que los partenopeos no hayan jugado, porque crearon muchísimas ocasiones de gol y, en general, concedieron muy poco.

Pero eso es lo más preocupante, porque perder en casa 3 a 0 sin jugar mal significa haber bajado a la cancha con presunción y sin pensar a entregar el máximo, subestimando el desafío y sin respetar al adversario.

Un rival que, en cambio, por su parte preparó este desafío con meses de anticipo y se lo jugó a lo mejor de sus posibilidades, aprovechándose al máximo de cada yerro del Burro.

Una lástima que equipos del calibre de Nápoli muestren una imagen tan triste de sí mismos y si los celestes estaban pensando más en el campeonato, hubieran hecho mejor a jugársela con el cuchillo entre los dientes, a ganar o morir, quizás gastando hasta más de la energías que servían: en efecto, luce improbable que un papelón como éste no condicione negativamente los próximos desafíos de este equipo en Serie A.

Como decíamos, el anfitrión tuvo muchas ocasiones y concedió poco. Efectivamente, dominó la primera media hora de cada etapa y en sus mejores momentos construyó muchas chances de gol. Sin embargo, cada vez que un partenopeo llegaba adelante del arco la impresión era la de ver un jugador durante un entrenamiento, cuando se define sin categoría y sin furia agonística, y no en un partido en el que cada jugada podía marcar diferencia.

Misma historia atrás: Nápoli concedió poco y nada, pero cuando le dejó espacio a sus rivales falló las marcas, los movimientos y más de uno cometió errores técnicos groseros, como el de Zúñiga en ocasión del 2 a 0.

Nosotros veíamos a Nápoli como posible candidato para llegar hasta la final, pero el Burro nos desilusionó enormemente luciendo todos los límites que se habían visto en la derrota del Stamford Bridge del año pasado en lugar de mostrar lo mejor de sí mismo, como en los partidos anteriores a su eliminación en esa Champions.

Si equipos de semejante poder siguen sin darle la justa importancia a esta copa es difícil que el fútbol italiano crezca: tanto porque se seguirán perdiendo posiciones en el Ránking UEFA cuanto porque, de esta manera, los equipos que deberían cumplir un salto de calidad nunca lo lograrán. Vencer en Europa es determinante para escalar y si alguien tiene dudas en propósito, que le pregunten al Atlético de Madrid.

Claro, queda aún un partido y no todo está perdido: el fútbol en más de una ocasión nos entregó sorpresas inesperadas. Pero más allá del resultado, es la actitud del Burro la que no hace pensar que los celestes no lograrán cumplir ninguna hazaña la semana que viene.

LO BUENO TRAS LO MALO
Inter nos dio la noticia mejor en este turno, pero al mismo tiempo tuvo la mala suerte de ver totalmente arruinada una noche positiva con la lesión de Milito: el Príncipe tuvo que salir en los primeros minutos por un grave infortunio a la rodilla izquierda, que se reveló ser la rotura del ligamento cruzado anterior con inclusión también del colateral externo.

Temporada terminada así, una noticia pésima para Stramaccioni que ahora dispone de pocos delanteros y por encima de apenas un goleador, Palacio. Respecto al ex xeneize, tenemos que agradecerlo por haber confirmado nuestras palabras.

Durante la semana, en efecto, en nuestra visita al centro de entrenamiento de Appiano Gentile, Rodrigo se demostró sorprendido a nuestra afirmación "que la está rompiendo" y negó estar jugando tan bien, a pesar de haber tenido que admitir que está anotando muchos goles. En San Siro ante Cluj, sin embargo, confirmó sobre el césped lo que negaba con palabras, puesto que con dos goles y un partido de gran categoría decidió el resultado y le puso una buena hipoteca al pase del turno.

El desafío ante los rumanos no estuvo muy complicado para Inter, que parado con una alineación prácticamente titular, con un 4-3-1-2 en el que Guarín se movía entre líneas, no tuvo problemas en controlar el desafío en el que venció con un gol por tiempo y sin conceder prácticamente nada.
La superioridad del equipo milanés fue evidente en todas las fases del juego y, en efecto, de haber jugado con mayor convicción y decisión, Inter hubiese podido golear y cerrar así el discurso de la clasificación, que no parece estar en discusión pero que sin dudas pasará por un match de regreso en el que los nerazzurri no podrán relajarse.

De todas maneras, es muy positiva la clara recuperación del conjunto de Stramaccioni, que debe aún trabajar pero está levantando partido tras partido. La esperanza es que este cuadro tenga la seria intención de llegar hasta el fondo: hace mucho tiempo que un italiano no gana la segunda competición continental para clubes y ya es hora de que las cosas cambien.

UNA BUENA LOCURA
De los tres italianos Lazio es el que dio de manera más clara la sensación de jugar en este torneo con la misión y el objetivo de llegar a la final. En ese marco, no nos parece absolutamente una coincidencia que el entrenador sea Petkovic: un extranjero que tiene en su cultura la importancia de respetar una competición de tanto prestigio, especialmente para un equipo que en el continente ganó realmente muy poco.

En efecto, a pesar de haber terminado su ronda en primera posición, al Águila le tocó el sorteo más difícil, ante el equipo que en la pasada campaña llegó cuarto en el campeonato alemán: un rival sin dudas complicado para dieciseisavos.

Pero los albicelestes supieron hacer lo suyo, jugaron con gran solidez y atención y no se desmoralizaron tras haber regalado el penal del 1 a 0. Al revés, crecieron paulatinamente y con un gran inicio de complemento dieron vuelta el marcador con tantos de Floccari y Kozák, ambos muy bellos.

Fundamental, para esa acelerada, el ingreso del checo, lo que nos lleva nuevamente al tema de que Lazio debería jugar con dos delanteros y una actitud más agresiva.

Dicho eso, el esfuerzo para remontar fue muy grande y, al mismo tiempo, los alemanes supieron jugar bien sus cartas, empujando mucho apenas pasaron en desventaja para aprovecharse del cansancio del Águila y salir a buscar el empate. Así los capitalinos sufrieron y perdieron metros sobre la cancha.

De todas maneras el conjunto de Petkovic parecía poder aguantar, de no ser que Días, de manera realmente inexplicable, terminó por regalar otro penalty más, en el desarrollo de un córner en el que no había peligro para su cuadro tanto que realmente no se entendió porque haya cometido la falta.

Por encima, esa infracción le costó la segunda amarilla al brasilero y la consecuente expulsión que dejó a su equipo con diez. Todo parecía derrumbarse encima de los italianos, pero Marchetti neutralizó el horrible penal de Stranzl e infundió nuevas esperanzas en sus compañeros, quienes lucharon con todo para aguantar el resultado y regresar a casa con un triunfo.

La misión parecía al alcance, pero lamentablemente en los últimos minutos el cansancio regresó con todo y trabó las piernas de los celestes, así como les quitó lucidez en sus cabezas. De todas maneras, Borussia para igualar precisó de otro penal (¡el tercero!), esta vez cobrado por una falta de Cana y transformado por Marx.

El 2 a 2 parecía sellar el empate, en cambio Marchetti, héroe pocos minutos antes, se durmió pocos minutos más tarde y dejó entrar un tiro libre de Arango sin muchas pretenciones. Por suerte, a pesar de la inferioridad numérica, Lazio supo reaccionar y al cuarto minuto de descuento metió el gol del empate, que aumenta de manera exponencial sus chances de pasar el turno.

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