LZ Granderson 11y

En busca de un cambio de nombre

BRISTOL -- Con el fin de que entiendan lo repugnante que es que el equipo de la NFL de Washington, D.C., siga llamándose "Redskins", tienen que conocer la historia de la franquicia.

Tienen que entender que George Preston Marshall, el hombre que compró los derechos de una franquicia de la NFL con tres socios y comenzaron los Boston Braves en 1932, era un declarado segregacionista. Deben entender que la franquicia fue renombrada en "honor" a un hombre que fue criado por padres blancos que adoptaron a una persona nativa americana (los investigadores dicen que era alguien que se hacía pasar por un Sioux). Y cuando el equipo se mudó a Washington, D.C. cinco años después de su fundación, la ciudad era controlada por políticos blancos del sur, y su residente más poderoso, Franklin D. Roosevelt, invitó sólo a deportistas blancos que compitieron en los Juegos Olímpicos de 1936 para que lo visitaran en la Casa Blanca.

"Hitler no me despreció, fue Roosevelt quien me despreció", declaró Jesse Owens, quien ganó cuatro medallas de oro. "El presidente ni siquiera me envió un telegrama".

Así que antes de que alguien deseche la protesta para cambiar el nombre del equipo de fútbol americano como otro ejemplo de lo políticamente correcto, deben recordar el primer equipo de la NFL en reintegrar jugadores no blancos fue el de Los Angeles Rams en 1946 y el último fue el de los "Redskins" de Marshall en 1962.

Pero para apreciar plenamente lo repugnante que es que el equipo aún lleve ese nombre, deben saber que Marshall no firmó finalmente a un jugador negro porque ya no era racista.

La NFL había firmado un gran acuerdo de televisión un año antes, y el entonces comisionado, Pete Rozelle, fue alentado por los demás propietarios para hablar con Marshall, sin duda temían de que su fanatismo empañaría la imagen de la liga. El gobierno federal también estuvo involucrado, ya que el nuevo estadio del equipo fue construido en tierra controlada por las autoridades federales. Así que la administración de John F. Kennedy solicitó que Marshall cumpliera con la ley federal.

Esta es la historia de la franquicia que ha se ha aferrado al nombre de los "Washington Redskins".

Así que cuando el comisionado, Roger Goodell, dijo, "Creo que Dan Snyder y la organización han dejado muy claro que están orgullosos de ese nombre y esa herencia", espero que recuerde esto: Marshall, junto con la actitud del país en el momento en el que se eligió el nombre, es esa herencia.

Quizás si hubiera más nativos americanos jugando en la liga, o si los nativos americanos fueran parte de una organización tan poderosa como la NAACP (Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color por sus siglas en inglés) --la cual protestó el racismo de Marshall en múltiples ocasiones-- las cosas serían diferentes. Pero en este punto, ¿por qué Snyder y Goodell necesitan pancartas y boicots para hacer lo correcto?

Puede que no sea ilegal usar un insulto deshumanizante como "Redskins", es por eso que los intentos para obligar un cambio de nombre a través del sistema legal siempre se han quedado cortos.

Sin embargo es inmoral continuar llamando a un equipo con esta reliquia racialmente insensible.

Es inmoral para el escudo de la NFL proteger un nombre creado por un racista y que nació en una época en la que el país expulsó a un par de velocistas judíos del equipo olímpico por "respeto" al anfitrión de los juegos, la Alemania Nazi.

Es inmoral retractarse de hacer "lo correcto" porque a los constituyentes puede no gustarles, como hizo recientemente el alcalde de Washington, Vincent Gray. El mes pasado dijo que "le encantaría poder sentarse a conversar con el equipo y ver si se debe hacer algún cambio", y que "hay un precedente para esto, y creo que debe haber una discusión sin pasiones acerca de esto, y hacer lo correcto".

Este mes, declaró esto al Washington Post: "Lo que estaba tratando de decir en aquel momento era que está situado en tierra federal. Saben que el problema surgirá si esa es la propuesta, construir el estadio ahí. Eso es lo de lo que estaba hablando".

En otras palabras, en lugar de comprometerse en la lucha le pasó la pelota a la Casa Blanca.

Si el equipo vuelve a Washington, D.C., desde su actual estadio en Maryland --y la franquicia regresa de nuevo a tierra controlada por las autoridades federales-- entonces la administración de Barack Obama podría flexionar sus músculos de la manera en que lo hizo la administración de Kennedy en 1961.

Pero de nuevo pregunto, ¿por qué alguien tiene que forzar a Snyder --o Goodell-- a hacer algo? ¿Por qué no pueden ellos simplemente ver la verdadera historia del nombre y hacer lo correcto? Los aficionados no dejarán de ver el brillante juego de Robert Griffin III más de lo que los aficionados de los New Orleans Hornets le darán la espalda a Anthony Davis una vez que el equipo cambie el nombre a Pelicans.

Recientemente, el Museo Nacional Smithsonianano de los Indios Americanos celebró un congreso llamado los Estereotipos Racistas y la Apropiación Cultural en los Deportes Americanos, y como pueden imaginar, el uso del nombre de los "Redskins" fue un punto importante en la discusión.

"No necesitamos honores como ese", sentenció Robert Holden, director adjunto del Congreso Nacional de Indios Americanos.

Y cuando se ve la historia verdadera y repulsiva del nombre de los "Redskins", la palabra "honores" debería ser lo último que se nos venga a la mente.

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