ESPNdeportes.com 11y

Desde la pizzería

BUENOS AIRES -- No alcanzaba la ciudad para contener la alegría de los hinchas de Independiente. Y no era para menos, el famoso Diablo de Avellaneda, sacó su chapa de protagonista histórico y le ganó sin problemas (pero sufriendo) al mejor equipo argentino de los últimos viente años: Vélez.

Con un presente distinto, ambos se enfrentaron anoche en Liniers y jugaron un partido vibrante. Independiente, con un gol de otro partido, ganó el duelo y ahora puede respirar más aliviado.

No era un partido mas para el equipo de Gallego: era el partido a ganar. El clásico partido bisagra que hace que los equipos cambien a partir de ese momento. Ojalá Independiente a partir de ahora, comience a jugar bien y con suerte a su favor.

Conozco el barrio de Liniers como si fuera la palma de mi mano. Trabajé muchos años por esa zona. Y me dirigí a ver el partido cerca de la cancha en la pizzería El fortín.

Televisores gigantes, grandes trozos de pizzas de muzzarela, botellas de cervezas que se vaciaban al ritmo de la ansiedad de los hinchas de Vélez. Desde afuera, ingresaba con la onda expansiva de un meteorito, el griterío de los hinchas en la cancha.

Los últimos minutos del partido fueron mortales para los hinchas de Vélez.

-¿Qué le pasa a Gago, pateó por encima del arco? ¡Todavía no entiende que es el dueño del mediocampo para abirr la cancha!
-Se metieron todos atrás, defienden como pueden. Hasta el Negrito Caicedo está en la boca del área.
-Che, la verdad que estos de Independiente tienen buenos defensores, cabecen todo lo que le tiramos...

- Y la figura del partido es el arquero, sin dudas...

Los hinchas se desesperaban y yo, hincha del Rojo, me moría por dentro. Vélez no tenía ideas para entrarle por abajo a la férrea defensa de Independiente.

Puros centros o pelotas muy divididas.

Los hinchas en la pizzería El fortín, opinaban. A todo esto, llegaban unas especiales de jamón y morrones que me daban antojo de pedir un par de porciones en la barra.

De pronto, entraron a la pizzería dos rubias infartantes, con la camiseta de Vélez. Hubo silencio total en la pizzería. Todos los parroqueanos nos dimos vuelta para ver a las bellezas. ¿Quiénes eran? ¿Tenían cara conocida las chicas?

Caicedo se mandó el único pique de la noche que pudo haber terminado en gol si se jugaba y encaraba al defensor de Vélez.

Después de unos minutos de mucho dramatismo porque Vélez atacaba y atacaba, pero no encontraba los flancos para ingresarle al Rojo, el partido se acabó y entonces sí, lo que sucedió es algo que no se volverá a ver en el fútbol argentino.

Los hinchas de Vélez aplaudieron a su equipo y a Independiente. Y nadie dijo nada más, la vida continuó como si nada, la pizza llegaba caliente y terminaba en las bocas de los hinchas felices.

Hinchas de Vélez, me dije yo para adentro. ¡Qué ejemplo! Recién cuando estaba en el andén del tren, rumbo a Once, me pude desahogar y pegué un grito fuerte.

¡Tenemos esperanzas, el Rojo se recupera!

^ Al Inicio ^