Jorge Morejón 11y

Diferencias entre terreno y papel

Si el béisbol se jugara en el papel, Estados Unidos debería ganarlo todo en este Clásico Mundial de Béisbol.

Pero las cosas son diferentes cuando se llevan al terreno de pelota, donde los estadounidenses, creadores del deporte de las bolas y los strikes, están en deuda con sus fanáticos tras las dos primeras ediciones de estos certámenes.

Luego del fiasco del primer Clásico en el 2006, en que Estados Unidos quedó eliminado en la segunda ronda, el equipo de las barras y las estrellas consiguió incluirse entre los cuatro grandes en la edición del 2009, pero no llegó al podio tras caer frente a Venezuela en la disputa del tercer puesto.

Para esta ocasión han llamado a Joe Torre, un manager con mucho prestigio, para tratar de llevar a la selección a un plano superior.

No son todos los que están, ni están todos los que son, pero aún así, Torre tiene en sus manos a un grupo que incluye a tres ganadores de premios de Jugador Más Valioso, 16 participantes en Juegos de Estrellas y un ganador del Cy Young.

Cualquier manager daría cualquier cosa por tener una alineación titular con Jimmy Rollins (SS), Brandon Phillips (2B), Ryan Braun (LF), Giancarlo Stanton (LF), David Wright (3B), Mark Teixeira (1B), Adam Jones (CF) y Joe Mauer (C).

Además, un cuerpo de abridores encabezados por el ganador del premio Cy Young de la Liga Nacional en el 2012, el nudillista R.A. Dickey, que tiene además a los zurdos Gio González y Ross Detwiler, de los Nacionales de Washington, y Derek Holland, de los Vigilantes de Texas, junto al derecho Ryan Vogelsong, de los campeones Gigantes de San Francisco.

También exhiben los norteamericanos gran profundidad en el bullpen, con hombres como Luke Gregerson (San Diego), Chris Pérez y Vinnie Pestano (Cleveland), Steve Cishek (Miami) y Craig Kimbrel, el estelar cerrador de los Bravos de Atlanta.

Por supuesto que a los seguidores de Estados Unidos les habría gustado ver en el equipo a Josh Hamilton o Mike Trout entre los jugadores de posición o Justin Verlander y David Price encaramados en la lomita.

Pero al menos en teoría, el grupo se ve más sólido de lo que pareció en un principio, cuando se anunció la nómina preliminar, con suficiente material humano para llegar a la fase de San Francisco y optar por una de las tres primeras posiciones para mejorar en comparación con hace cuatro años.

Estados Unidos aparece en el grupo D, que se disputará en Phoenix, Arizona, junto a México, Italia y Canadá, en el que, salvo sorpresas, debe avanzar a la segunda fase junto con el combinado azteca.

Serán precisamente los mexicanos los primeros rivales de los estadounidenses, el 8 de marzo.

El problema es que a estas alturas, los integrantes de la selección siguen preparándose por separado, cada cual en sus respectivos campos de entrenamientos primaverales de sus equipos de Grandes Ligas.

Entonces, ni Joe Torre con toda su sapiencia que lo llevó a ganar cuatro Series Mundiales con los Yankees, ni el mismísimo Casey Stengel si volviera del más allá, serían capaces de proporcionarle en tan poco tiempo la química necesaria al equipo para convertirlo en ganador.

Sobre todo, si se sabe que las selecciones asiáticas y la de Cuba llevan más de un mes concentradas, preparándose a conciencia, pues es ahí donde radica la diferencia entre el papel y el terreno.

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