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Hay vida después de Rondo

Avery Bradley ha tomado el puesto de base armador ante la salida de Rajon Rondo Howard Smith/USA TODAY Sports

Rajon Rondo despierta admiración. Su juego, elegante, parece formar parte de otra época y lugar. Es básquetbol de galera y bastón, sin roces, con armas que apuntan sólo al manejo de tiempos. Un mago que seduce con una mano y ejecuta con la otra, en un truco que se presenta infinito.

Rondo pertenece a la raza de jugadores nacidos para acumular responsabilidades. Desde hace años es un reloj disfrazado de jugador de básquetbol, que no necesita de anotaciones maravillosas ni piruetas escandalosas para cumplir sus objetivos. Mejora cuando crece el resto. Mientras está en cancha, es el mundo según la directriz que se desprende de sus manos. Sin interferencias: regula la energía de sus compañeros y ejerce el rol de líder en los dos costados de la cancha.

El juego de equipo está en su ADN. Ordena, asiste, toma rebotes y anota puntos cuando ya no queda otra cosa por hacer. Sin embargo...

Los Celtics lo están haciendo bastante mejor sin él.

¿Qué es lo que sucede? Hay una razón emocional y otras tantas deportivas para explicarlo. Empecemos, como debe ser, por lo primero.

Todo equipo que sufre una baja por temporada de una pieza tan importante se ve obligado a dar un paso al frente con el resto de sus jugadores. La necesidad no sabe de elecciones: en este apartado, cada uno de los profesionales que ejerce un rol específico comienza a tomar determinaciones extra y pasa de ser actor de reparto a ejercer un rol protagónico.

El otro punto es que Rondo, además de ser un jugador extraordinario, ejerce demasiado control sobre sus compañeros. Emocional y también en el movimiento certero de las acciones. En este punto, los jugadores de Boston, antes de la lesión de su base estrella, se movían al ritmo de él. Esperaban a que la pantera se lance sobre la presa para comer lo que dejaba. Sin pedir explicaciones, era agachar la cabeza y aceptar el orden establecido. En un jugador de las características de Rondo, el exceso de dribbling es casi una forma de identidad basquetbolística, pero la repetición sistemática de este recurso, a través de los años, pudo haber significado un problema. La defensa, en definitiva, ya sabía lo que debía esperar, sin ejercer sobresaltos.

Al día de la lesión de Rondo, los Celtics tenían un récord de 20-23. Tras la lesión de su base armador, han acumulado un récord de 12-4, con una mejora considerable en los dos costados de la cancha. Antes de enfrentar -y vencer a los Golden State Warriors- Boston tenía, luego de la salida de Rondo, una eficiencia ofensiva de 102.6 y una eficiencia defensiva de 97.2, lo que significa que superaron a sus oponentes en 5.4 puntos cada cien posesiones.

Incluso la cantidad de asistencias por encuentro se mantuvo. Esto, en serio, es muy, muy raro.

"Son un equipo diferente", observó el entrenador de los Clippers, Vinny Del Negro, luego de la derrota de sus dirigidos ante Boston. "Otros jugadores están dando un paso al frente y de eso se trata este juego".

Esto que dice Del Negro es absolutamente cierto, pero además de la voluntad de las fichas lo que está cambiando es el ordenamiento de los hombres en el tablero. El carácter hosco de Rondo le ha dado lugar a un espíritu libre y renovado que se asemeja mucho más a los primeros años del Big Three. El corazón muchas veces puede más que la razón, y así se entiende cuando vemos la profundidad y el talento disponible: pese a no contar con un base y un centro natural, los Celtics ponen el pecho para tapar los agujeros del barco.

El primer paso diferencial tiene que ver con la rotación defensiva. Este equipo tiene muchos defectos en ese aspecto, pero se nota que se preocupa con el alma por mejorarlos. Los jugadores, con Kevin Garnett y Paul Pierce al mando, se hablan entre ellos como en los viejos tiempos de Ubuntu. Se apoyan, se palmean la espalda. Las críticas existen, claro, pero se ve que es primero pensar en uno para luego hacer hincapié en el resto. Y cuando eso sucede, llegan las soluciones.

"Somos nuevos en muchos sentidos, pero principalmente en que el balón llega al hombre abierto", dijo el coach Doc Rivers tras el último triunfo ante los Sixers. "Es simple, pero es difícil de hacer si no compras la idea. Todos la han comprado".

El perímetro ha cambiado por completo, sobre todo en defensa. El ajuste entre Avery Bradley y Courtney Lee modifica por completo la experiencia para cualquier jugador que se ponga enfrente. Son perros de presa sin el balón y dagas afiladas en ofensiva. ¿Qué genera esto? Si un jugador es una amenaza en ataque, sobre todo si, como en estos casos, tiene la habilidad de ir hasta el fondo del aro a pura velocidad, la defensa se ve obligada a moverse para rotar y, por lo tanto, el atacante encontrará jugadores abiertos con un primer o segundo pase. En este sentido, los Celtics han convertido un equipo corto -al menos en los papeles- en un equipo largo y plagado de variantes. Eso es virtud del entrenador para convencer a sus jugadores de una idea global, por encima de cualquier estrella.

Estos Celtics son una realidad que para la mayoría es un espejismo: lo que para el resto parece un charco, en realidad es un lago. El corazón es un músculo que empuja mucho más que los demás.

El talento es virtud de pocos. El esfuerzo, obligación de todos. El esfuerzo sin talento genera cosas. El talento sin esfuerzo, muere.

Sin un base natural, Bradley tomó el timón y lo está haciendo muy bien, porque permite ser una variable de anotación que despeja el camino para Pierce y Garnett, los verdaderos referentes. Jason Terry está creciendo y se ve que está más cómodo en este sistema. Jeff Green es la lanza de la segunda unidad y una inyección anímica clave.

El problema sigue siendo el puesto de centro, porque Brandon Bass se mantiene sumergido en la irregularidad y es Chris Wilcox quien termina siendo la llave en la pintura cuando le toca entrar. Más allá de esto, lo fundamental es que Garnett entienda que necesita jugar cerca del aro, sobre todo porque el equipo carece de centímetros de calidad. Él debe ser amo y señor de la pintura.

D.J. White, quien firmó un contrato por diez días y llega procedente del Shanghai Sharks de China, puede ser una herramienta más en la rotación, sobre todo teniendo en cuenta que el brasileño Fab Melo bajó a la Liga de Desarrollo.

Jordan Crawford y Terrence Williams responden a la lógica de Bradley, Lee y Terry: perimetrales con puntos bajo el brazo para poder abrir la cancha en las mejores condiciones. En ese sentido, ante la falta de centímetros de poder, los Celtics apuestan a correr en las oportunidades que se presentan y a no descuidar el balance defensivo.

Parecía que las pérdidas de balón iban a ser un gran problema sin Rondo, pero sin embargo, el porcentaje de pérdidas era de 15.3% antes de que Rondo se lesione (11º en la Liga) y sin él ha bajado a 13.9%, según indica Chris Forsberg de ESPNBoston.com. Estamos hablando de que hoy por hoy, los Celtics poseen el quinto mejor porcentaje de la competencia en este apartado.

Si bien Rondo tenía un alto porcentaje de pérdidas (22.6 veces cada 100 posesiones) lo cierto es que eso se explica por dos factores: a) la tasa de uso b) lo que significa arriesgar todo el tiempo, porque la parte buena de este dato es la altísima cantidad de asistencias cada 100 posesiones. Los pases riesgosos son bellos al ojo del hombre, pero pueden traer problemas: se entiende, entonces, que lo lindo tiene que ver también con lo malo y lo feo. La baja en eficiencia ofensiva en la era Rondo se justifica al apoyarse en el dato de la cantidad de balones perdidos.

Pese al juego destacado de Rondo, hoy en día Boston, en equipo, se mantiene en los números grupales de pases-anotación. Esto significa que entre todos hacen lo que antes hacía uno.

Brian Robb, periodista de Celtics Hub, indica el porcentaje individual de pérdidas de cada uno de los jugadores de Boston cada 100 posesiones, a lo largo de su carrera: Pierce: 12.8, Green: 12.7, Lee: 10.7, Bradley: 9.7, Wilcox: 9.6, Terry: 7.9, Crawford: 7.4, Garnett: 7.3,
Bass: 6.3.

Son números bajos, lo que significa que, hasta fin de temporada, estas matemáticas -si la lógica se impone- se van a mantener sin cambios bruscos.

La gran pregunta es si los Celtics completarán este periplo en playoffs, el hábitat en el que Rondo ha demostrado dar siempre un paso al frente. Considero que Rajon le da un salto de calidad a los Celtics en lo deportivo, pero en lo emocional el ánimo de este equipo ha cambiado mucho tras su salida. El clima es diferente, sin tantos nubarrones ni caprichos sobre la mesa. Esta versión de Boston, en carácter, parece enfocarse en romper barreras, sin darle tanta trascendencia a las cosas menores.

"Mira, cuando alguien se lesiona, debes salir adelante", dijo Rivers. "Nuestros jugadores saben que antes de que Rondo se lesione no estaban jugando a su máximo potencial. Pero creo que lo estábamos empezando a encontrar justo antes de que salga. No presto atención a lo demás. Dejo que el resto se ocupe", dijo el coach de los Celtics, a Peter May de ESPNBoston.com, a principios de febrero.

Hace menos de dos meses, el cielo de Boston se oscureció por completo. Hoy, después de la lluvia, la tierra verde da señales de esperanza. Hay vida después de Rondo.

Y eso, en la carrera hacia los playoffs, es un empujón para soñar en grande.