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Las armas escondidas

La NBA está entrando en su recta final rumbo a la postemporada. Y mientras quitamos hojas en el calendario, dos equipos siguen rompiendo todo tipo de barreras: Miami Heat y San Antonio Spurs.

Sería redundante meternos de lleno en lo que están haciendo LeBron James y compañía. De todas formas, podríamos marcar, sólo para darle algo de brillo a este análisis, que el número 6 de Miami atraviesa el mejor momento de su carrera. Es un Boeing 737 con el cambio de dirección de una Ferrari. Cuando él decide, pasa de ser humano a Increíble Hulk en una ráfaga de segundos: siempre hay una velocidad más en su caja de cambios. Y un laberinto de espejos para detectar a sus compañeros en los lugares donde ningún radar parece encontrar vida a tiempo.

Dwyane Wade, mientras tanto, sigue haciendo de las suyas. Chris Bosh y Ray Allen también. Han ayudado a que el Heat reúna 24 victorias consecutivas y sueñe con alcanzar las 33 de los míticos Lakers de 1971-72, en lo que sería una proeza digna de sumergirse en la historia.

El caso de los Spurs es diferente, porque no tienen un jugador tan dominante como LeBron. Por lo tanto, han conformado un equipo que funciona con la lógica de que nadie es mejor que todos juntos. En ese recorrido grupal, Tim Duncan parece haberse dado algunos chapuzones en la piscina de Cocoon. O desayuna con la espinaca de Popeye. No lo sabemos. Lo cierto es que cada noche luce más joven que el día anterior. De misterios está hecha la vida, sobre todo cuando observamos de cerca la radiografía del faro construido en las Islas Vírgenes.

Los dos equipos cuentan con un entrenador de elite, siendo Gregg Popovich, por su currículum, el más reconocido. Pero Erik Spoelstra ha hecho un trabajo fascinante en Miami, manteniendo a raya los egos de un grupo que, antes de empezar, lucía como un tsunami en potencia.

De todos modos, hay dos jugadores que son el equilibrio psíquico y deportivo de estos dos conjuntos. No son necesariamente quienes venden más camisetas ni anotan más puntos, pero su trabajo invisible permite que sus equipos sean netamente mejores. Nos referimos a Shane Battier en Miami y a Kawhi Leonard en San Antonio.

Empecemos por Battier, una pieza fundamental en las Finales de la temporada pasada y uno de los mejores hombres equilibrio de toda la Liga. No recuerdo algún momento de su carrera que no haya volado bajo el radar. Es un defensor de elite en el perímetro, que hace muchas cosas que el resto no quiere hacer. Incluso tiene una lectura maravillosa del juego, porque siempre está ubicado, en el plano ofensivo, para recibir y encender las redes desde la tercera dimensión.

Según nos explica Tom Habestroh, existe una alineación que es la que verdaderamente hace daño en "La chiquita" (últimos cinco minutos de un juego que se define por cinco puntos o menos). Es la que rodea al Big Three con Allen y Battier. Este quinteto domina por 18.5 puntos cada 100 posesiones a sus rivales. Agrega Haberstroh que esto es un acierto de Spoelstra, porque -al 15 de marzo- de los 114 minutos que esta alineación se vio en cancha, 90 se dieron en el último cuarto o tiempo extra.

Sí, en el combo de apellidos ilustres de esta alineación, es posible que sólo Battier deje el básquetbol sin una estatua en las afueras de algún estadio.

De los 179 jugadores con al menos 100 lanzamientos a pie firme, Battier figura 12º en toda la NBA con 1.26 puntos por acción, y segundo en el equipo, con 1.30 por aparición, según nos informa Ernest Tolden del departamento de estadísticas de ESPN.

Y su especialidad, sin lugar a dudas, ha sido el triple en las esquinas. Ha convertido 76 en lo que va de temporada y el Heat, como equipo, ha anotado 239 en total, sólo por detrás de los Rockets, que acumulan 245.

"Lo principal es ver si lo encontramos cuando está abierto", le dijo Spoelstra al Miami Herald a mediados de febrero. "Es un buen indicador acerca de si estamos haciendo lo necesario para mover el balón. Tiene que estar abierto para los triples. Si la pelota no lo encuentra, enotonces quizás no estemos haciendo lo adecuado", completó el coach.

Battier es una herramienta que funciona en los dos costados de la cancha, con todo lo que eso significa. Una espada que con sólo agitarla un par de veces logra transformarse en escudo. ¿Cuánto vale eso para un entrenador? Bueno, podemos ponerlo en números: con Battier en cancha, el equipo anota 102.8 unidades cada 48 minutos, 39.8% en T3 y permite 94.2 puntos cada 48 min. de los rivales con 48.7% en TC. Sin Battier, anotan 101.7 puntos cada 48 minutos, 37.4% en T3, 95.1 puntos cada 48 min. de los oponentes con 50.3% en TC.

"Spo' me ha dicho: 'no te preocupes por los pick and roll. No te preocupes por cortar hacia al aro. O por postearte. No te preocupes por salir de las cortinas. Quédate abierto en el perímetro y lanza triples todo el día", le dijo Battier a Jeff Zillgitt de USA TODAY Sports.

Rescata USA Today que, en 2011-12, el 62.7% de los tiros de Battier
fueron desde detrás del arco.

Las matemáticas nunca mienten.

El caso de Leonard en los Spurs también merece ser revisado. Recuerdo cómo se tomaban la cabeza los fanáticos de Spurs cuando R.C. Buford y Popovich decidieron cambiar a Leonard por George Hill en la noche de Draft de 2011. Otra movida de ajedrez que terminó con una versión 3.0 de Bruce Bowen en la plantilla texana.

Leonard es más joven, más dinámico para correr la cancha y más explosivo que Battier, pero le falta algo de sapiencia en momentos definitorios. Sin embargo, ambos reúnen características que los ubican como productos de la misma gama. El alero de los Spurs tiene mucho futuro por delante y en la actualidad combina con maestría con Tony Parker, Manu Ginóbili y Tim Duncan, sin alterar el funcionamiento del terceto principal de San Antonio. Es, también, un arma clave desde la tercera dimensión, síntoma obligado de la buena rotación de pelota.

Con Leonard en cancha, informa el departamento de estadísticas de ESPN, los Spurs permiten cerca de siete puntos menos cada 100 posesiones de los rivales. Junto a Tiago Splitter ha sido el jugador de más desarrollo de San Antonio en esta temporada y no es descabellado pensar que puede ser, próximamente, una súper estrella de la Liga.

En ataque, la salida de Leonard no cambia demasiado porque con jugadores de la talla de Gary Neal y Danny Green -sumados, por supuesto, a Ginóbili- ese hueco se cubre fácil. Eso no significa que Leonard no sea un buen jugador ofensivo. Tiene recursos, metodología y criterio conceptual para entender el juego. Con él en cancha, SAS anota 103 puntos cada 48 minutos, con 50.1% en TC, permite 91.8 puntos del rival y un 44.2% en TC. Sin él, SAS anota 103.6, con 47.8% en TC y permite 98.2 puntos del oponente (44.1% en TC).

"Creo que será una estrella. Y como va progresando, será la cara de los Spurs en un tiempo", le dijo Popovich a NBA.com a comienzos de la actual temporada.

Por ahora, la gran apuesta de la franquicia -y del viejo Pop, por qué no- ha traído muchísimos dividendos en la cancha. No sólo en puntos y defensa perimetral sino también en la carga rebotera, donde promedia más de cinco rebotes por aparición.

En definitiva, hablamos de dos jugadores que funcionan con la virtud de los comodines. El público muchas veces no repara en ellos, pero al final del día comprende que es mucho mejor tenerlos en casa que en el jardín vecino. Son ruedas de auxilio, armas invisibles que se esconden en la guantera. Hacen varias cosas y juegan a ocultarlas, como si necesitaran que parezca que no hacen nada. Tienen grandeza y humildad. En las sombras conspiran para ser engranajes fundamentales en las dos franquicias más poderosas que tiene la Liga, algo que, en la realidad concreta, no tiene precio.

Battier y Leonard. Leonard y Battier. Con ustedes, las armas escondidas de los candidatos.

No es poca cosa.

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