José Antonio Cortés 11y

Vettel, ¿las órdenes se hicieron para romperlas?

¿A algún aficionado le disgustó haber visto un duelo en la pista tan hermoso como el que sostuvieron Mark Webber y Sebastian Vettel en Malasia?

Sinceramente no lo creo.
Los que estaban que se jalaban los pelos eran Adrian Newey, Christian Horner y Helmut Marko, mandamases de Red Bull, que veían que un ligero toque podía acabar con un perfecto uno-dos para convertirse en tragedia.

Este asunto, tiene dos caras, evidentemente una la representa Vettel y la otra Webber, y por la del australiano es por donde voy a empezar.

@Aussiegrit, como se hace llamar Webber en el Twitter, hizo un gran trabajo poniendo buenas vueltas y saliendo de los pits por delante de su compañero de equipo.

Red Bull vio a sus hombres en una cómoda posición para obtener primero y segundo lugares y dio la orden de "quietos".

Webber, inocentemente pensó algo así como lo que hipotéticamente reproduzco "bueno, ahora me tocó ganar a mí, que siempre he tenido que cuidarle las espaldas al alemán", y redujo el paso como buen 'niño', pero no contaba con que el jovencito que le pone nombres de mujer a sus autos (el actual se llama 'Hungry Heidi', la hambrienta o voraz Heidi) iba a echársele encima.

Cuando lo tuvo atrás, el australiano ya no pudo hacer más de lo que se vio: pelear con limpieza y fiereza ante un encelado Vettel, que en esas circunstancias y con la ayuda del DRS es muy complicado de contener. Incluso ahí, Webber volvió a ser un hombre de equipo y no tocó a su enloquecido coequipero.

Luego Webber, no enojado sino envenenado de ira mostró el dedo medio al alemán, para demostrar que no sólo los directivos o capitanes de selecciones del tercer mundo del futbol (como llama Blatter a Concacaf) pueden hacerlo, con la diferencia de que el 'aussie' nunca pretextara una vieja lesión.

Webber actuó de buena fe y es complicado saber qué hubiera pasado si el equipo no hubiera dado órdenes. A lo mejor habría aumentado el ritmo de carrera o tal vez aunque lo hubiera hecho Vettel lo habría cazado. No lo sabemos, pero él fue un hombre de equipo, institucional, y ¿cómo no serlo si así tenía un GP en la bolsa? Luego de que siéndolo ha tenido que cuidar al hoy tricampeón mundial.

La posición de Red Bull y la de Webber es la que menos popularidad tiene entre los aficionados, que se habrían quedado sin ver el agarrón por la punta que se dio en Malasia, con la espesa entrevista posterior de Martin Brundle, donde el australiano le espetó a su compañerito su desobediencia en pleno podio. Pero hay que recordar que quien paga el cheque quincenal de Vettel es Red Bull y ellos tienen el derecho de decirle cómo y por dónde hacer las cosas. >

¡Ah, calma! No se me tiren a la yugular, yo no defiendo las órdenes de equipo, y me parece una delicia haber visto a un piloto que pensó en caliente: "¿Detenerme? ¿dejarlo ganar? ¡Nunca!", porque eso es por lo que pagan los fanáticos que van a los autódromos, por ver batallas por posición en la pista, y si es entre coequiperos, mejor. Así la honestidad y pureza del deporte se mantienen intactas.

Y aquí es donde voy a la otra cara de la moneda: Vettel. ¿Cómo se le ocurre a un equipo que un tricampeón mundial reinante con 25 añitos en las venas va a tomarse como si nada un 'bájale'? Pues no, no fue así. Las nefastas órdenes de equipo que están aceptadas tácita y formalmente en la Fórmula Uno están hechas para que cualquier día un piloto con carácter las rompa.

Ahora, ¡lo ideal hubiera sido que Webber fuera avisado con tiempo que el niño prodigio de Heppenheim no iba a obedecer! Así el nativo de Queanbeyan, Nueva Gales del Sur, habría tomado sus precauciones y el 'tiro' habría sido más parejo.

Pero, acá entre nos, ¡qué bueno que Vettel desobedeció a Red Bull! Eso nos regaló un duelazo de antología y un momento para guardar en el cajón de los encontronazos entre coequiperos, que es lo que le da sazón brillo al traje, a veces tan formal y estricto, de la F1.

La indisciplina que la arregle Red Bull, a los aficionados nos gusta ver carreras y las órdenes de equipo son el mayor antídoto contra la emoción.

Que fue una irresponsabilidad, porque de tener 43 puntos en la bolsa para Red Bull, todo pudo a haber quedado en cero.

Que Adrian Newey lo regañó, y más bien quería ponérselo sobre las rodillas y darle unas buenas nalgada, en televisión mundial antes del podio.

Que luego llegó Webber y de haber podido hacerlo lo habría subido al globo de Félix Baumtgarner y lo habría tirado de ahí sin paracaídas.

Que tuvo que responder preguntas incómodas en el podio frente a la cara "de vas a ver cuando bajes" de Horner, Marko y Newey.

Que no le quedó más que ofrecer una disculpa a Webber en plena conferencia de prensa. Que a lo mejor hasta una multa económica secreta se lleva de parte de su escudería.

Pues sí, todo eso es cierto, pero como diría la cantante mexicana Lucerito, ¿Y?, ¿y?, ¿y?, ¿y? ¿y qué? Lo bailado ya nadie se lo quita, y tampoco nos lo quita a nosotros, es más les aseguro que en el momento que estuvo solo, Vettel soltó la carcajada, apretó los puños y dijo "¡Yeeeeeesssss!" para luego recomponerse y regresar a la postura de arrepentimiento políticamente correcto.

Niños, no repitan esto en casa, obedezcan a sus padres y a sus mayores, y siempre dejen ganar a su compañerito... ¡Naaaaa! ¡Pórtense mal como Vettel!

PD: Señores Horner, Marko y sobre todo Newey, entendemos perfecto que tengan que poner cara de enojados, pero nadie les creyó, parecían de esos papás que delante de la señora reprenden al hijo travieso, pero que por dentro le festejan al chamaco que haya tirado al hijo del vecino. bien por ustedes, hay que hacer lo correcto.

Siguiente pregunta: ¿a algún periodista o fanático de la Fórmula Uno no le atrajo como nunca la conferencia en el podio al final, donde Webber tenía cara de querer reventarle la botella de champaña en la cabeza a Vettel?

Sin ánimo de parecer amarillista, a quién no le gusta un poco de polémica, intriga e historia con carne y hueso reales en el deporte, luego de estar acostumbrado a las huecas declaraciones "queda bien" de los futbolistas, con sus 'mouriñescas' excepciones.

No sé quién inventó esas entrevistas en el podio con los pilotos calientitos, pero son una maravilla, los agarras como señoras después de que un camión le pegó a su Van: a flor de piel y no se guardan más que el saludo.

La Fórmula Uno es un deporte sin diplomacias, pero donde la 'caballerosidad' de ahora, contrasta con el encono de los años 70's, donde los pilotos no tenían empacho en decirse sus verdades a cada momento.

Sin la osada y hasta deschavetada maniobra de Vettel nos habríamos quedado con una carrera de pocos rebases de polendas, con más cosas que comentar sobre lo que pasó en pits que lo que anduvo un la pista (lo de Lewis Hamilton fue una auténtica chulada).

Y como consecuencia nos habríamos quedado sin la polémica de fin de carrera y ese podio con un alemán con cara de "me perdonan", un australiano con mirada de asesino serial y un británico con mueca de "yo no fui".

Los puristas me comeran vivo y dirán que el deporte es otra cosa y que el fairplay y bla, bla, bla, pero esta telenovela llamada F1 necesita héroes, villanos, viejos feos y poderosos, novias hermosas, mujeres bellas de reparto en los pits, pero sobre todo un guión impredecible lleno de pecados y errores, que muestre gente imperfecta, y donde la final, afortunadamente no siempre gana el niño bonito ni se queda con la chica.

Tercera pregunta, ¿a quién no le pareció una delicia ver a Lewis Hamilton en el podio con cara de pena porque sabía que el tercer escaño del mismo le correspondía a su coequipero Nico Rosberg, pero por las órdenes del equipo se tuvo que conformar con el cuarto puesto?

A mí me gustó para completar el cuadro de los desavenidos Red Bull, pero al mismo tiempo nos mostró la amargura de la otra faceta de las órdenes de equipo: un ganador apenado (Hamilton) y un perdedor (Nico, quien no se veía, pero no creo que estuviera muy contento viendo la premiación desde el cuarto lugar) resignado.

Mercedes nos quitó el placer de ver a fondo un interesante duelo entre Hamilton y Rosberg, y la disciplina del alemán hijo de Keke trajo paz a sus boxes, pero hay que recordar que Nico no es un campeón mundial ni mucho menos, él apenas ha ganado un Gran Premio en su vida y cometer un desacato como el de Vettel (quien es tricampeón y se puede dar esos lujos) le podría haber costado en futuros contratos o renovaciones.

Si uno es valiente pero no tanto, para qué buscar ruido al chicharrón, para qué investigar si Toto Wolff, hoy hombre fuerte de Mercedes tomaría con sentido del humor la gracejada de pasar al morenito Hamilton. No, mejor Nico dejó todo como estaba y se limitó como todo el mundo a burlarse de Hamilton por haberse metido por error al pit de McLaren en plena carrera, en un evidente 'lapsus brutus' provocado por la costumbre de seis años entre las filas de los de Woking.

Lewis 'se la sacó' con que no había sido el primero en regarla de esa manera y embarró a Jenson Button, al decir "Hice un Jenson" en alusión a cuando el inglés se metió al pit de Red Bull, también por error, en el Gran Premio de China de 2010.

Ese momento va, pero al colorido cajón de sastre de los 'bloopers' del Gran Circo, que también tiene lo suyo de pintoresco.

Checo y Esteban, bien a secas
De los mexicanos podemos decir que las cosas terminaron mejor de lo que parecían, pero deben empezar a ver dentro de casa porque ya se empieza a sentir diferencia con sus coequiperos y eso les debe traer presión.

Me explico. Sergio Pérez, que aunque puso la vuelta más rápida de la carrera en los estertores de la misma, de no haber sido por la falla de McLaren en los pits con Jenson Button, habría terminado por segunda carrera consecutiva detrás del inglés.

Al primero que debe ganarle Checo es a Jenson, y por el momento en prácticas, calificaciones y carreras, Button se ha visto más regular a pesar del MP4-28 que era un desastre y ahora sólo no es tan competitivo como los equipos de punta.

Ok, Checo. Eso fue el inicio, ahora sí a ponerle presión a Jenson, no vaya a pensar que la tiene fácil.

De Esteban Gutiérrez nos quedamos con que se mantuvo en la pista y cerca de los puntos, pero tuvo un par de despistes que lo pudieron haber marginado de completar los giros.

En su caso, en la primera carrera no hubo punto de comparación con su coequipero Nico Hulkenberg, porque el alemán no arrancó la justa, pero en Malasia sí, y demostró que el Sauber puede andar en el Top 10 sin problemas y pelearle a Lotus, McLaren y Force India.

Así que Guti ya quítate el mandil de novato tímido y precavido, mantén la cabeza fría como sabes pero dale calor a esas manos tal y como lo hiciste en la vuelta que te metió a la Q2.

Del venezolano Pastor Maldonado podría hacer escarnio y decir que está dibujando su propio circuito a cada pista que llega, buscando atajos y armando rallies, pero eso sería lo más sencillo.

Creo que el bolivariano volante atraviesa una severa crisis de manejo. Algunos dirán que comete errores desde siempre, como cuando con Hugo Chávez en un balcón le dio por estrellarse con una banqueta en pleno Caracas, pero creo que es algo más profundo. Pastor es rápido y lo ha demostrado, es aguerrido hasta la necedad, pero ahora ni rápido ni aguerrido, parece desconcentrado.

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