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Descender o no descender...

Bazzi, interventor elegido por FIBA, dejará el cargo de la Asociación de Clubes Ligateunafoto.com

BUENOS AIRES -- Con saludable anticipación los clubes de la Liga Nacional comenzaron a discutir la organización de la temporada 2013-14. Entre los aspectos que más los preocupan está, lógicamente, el económico. Para frenar la notable disparada de los presupuestos de los últimos años la amplia mayoría de los clubes quiere eliminar los descensos.

El argumento, que a mí no me resulta para nada convincente, es que la pelea por no perder la categoría los embarca en grandes erogaciones...

Sin embargo, en la temporada que aún no terminó no fue esa la preocupación por lograr la permanencia en la LNB la que movilizó a esa misma mayoría, ya que a excepción de Unión Progresista, Argentino de Junín y 9 de Julio, el resto de los equipos se armó para pelear, como mínimo, para meterse entre los 8 mejores. O sea, gastaron mucho para estar en la lucha por el título.

Tener preocupaciones con el descenso está implícito dentro de cualquier competencia abierta, tratándose, como es el deporte, de una actividad lúdica, que resulta impredecible y siempre expone a sus participantes a situaciones inesperadas.

A mí me queda la sensación de que lo que buscan los dirigentes es evitar exponer sus propias equivocaciones y que con un equipo mal armado, un mal fichaje, la designación de un entrenador inconveniente, queden expuestos en los resultados.

Por eso, no sorprende que clubes como Obras, Libertad o La Unión, que en esta temporada alcanzaron peores resultados de los esperados como consecuencia de errores previos, y que deambularon cerca del fondo de la tabla, se sumen a este pedido de eliminar los descensos.

Estoy convencido que eliminar los descensos no asegura bajar costos. ¿Sin descensos, en qué le cambia la situación financiera a Peñarol, Quimsa, Regatas, Boca, Atenas, Sionista, Libertad, Obras, Lanús, Bahía Basket o La Unión? Si estos, más de la mitad de los participantes de la LNB, se armaron en los últimos torneos para pelear arriba y nunca se fijaron en el fondo de la tabla cuando armaron sus presupuestos...

La conducción de la LNB tiene situaciones que alarman por lo absurdo: el presidente de la AdC, Eduardo Bazzi, remarca siempre, a la pasada, nunca con demasiado énfasis tampoco, que los clubes deben gastar menos. Pero los clubes que lo rodean en la mesa directiva, Peñarol, Boca, Quimsa y Atenas, pagan contratos altísimos, irreales para lo que genera hoy la propia competencia.

Pensar que la escalada de los presupuestos que mostraron estos clubes en los últimos años está emparentada con la lucha por el descenso, es una mentira total.

A su vez, todas las medidas que se tomen con una competencia deportiva profesional deben incluir el interés del público. ¿Se lo tiene en cuenta en este debate? ¿Se pensó en cuál será su respuesta?

¿Hay educación deportiva o tradición en disfrutar de un espectáculo deportivo sin importar el resultado final? En un deporte argentino absurdamente apoyado en la pasión del hincha como único sustento, ¿habrá acompañamiento cuando el equipo deambule en el fondo de la tabla, sin la presión del descenso y muy lejos de pelear el título? En la historia de la LNB para muchos equipos esquivar la zona de la permanencia se festejó como un gran logro y permitió que el balance deportivo terminara positivo.

Insisto, esta medida huele a manotazo de ahogado de dirigentes que no quieren pasar sobresaltos ante posibles errores de planificación.

Si esto se concreta, ¿no se puede caer en clubes que "hagan la plancha", inviertan poco, solo para figurar en el mapa deportivo nacional y sin pagar costos de imagen?

Lo que no se dice es que al sacar los descensos algunos clubes se relajarán en su ambición deportiva. Eso pasará irremediablemente. ¿Alguien analizó si la quita de los descensos no terminará redundando de una caída del nivel deportivo? ¿Ese es el precio que está dispuesta a pagar la competencia?

Por otro lado, si se protege del descenso a los clubes actuales y se mantienen los dos ascensos, se generará un efecto contrario, ya que la demanda de jugadores será mayor, porque habrá 20 equipos dentro de dos años, y está demostrado que la oferta (cantidad de jugadores de buen nivel) tampoco es muy alta.

Llevar la LNB a 20 equipos tendría un efecto contrario, ya que entonces habrá más equipos de floja jerarquía y jugadores sin méritos para estar en la élite se seguirán colgando de las virtudes de las principales figuras para firmar contratos inmerecidos.

Estos mismos clubes que hoy debaten la eliminación de los descensos hace 4 años pusieron la regla de un tercer extranjero optativo para bajar los costos de los jugadores nacionales, prefiriendo un importado antes que un nacional de dudoso nivel.

¿Qué pasará con lo que, supuestamente, los clubes se ahorren en contratos de jugadores, gracias a que no habrá más descensos? Sería bueno que si los clubes se sacan los descensos para aliviar sus economías, asuman algunos compromisos deportivos y de organización.

¿Lo invertirán en infraestructura, para mejorar los estadios? ¿En marketing, para captar más público y luego de eso, más sponsors?

Está perfecto que los clubes debatan el futuro de la Liga Nacional. ¿Pero no sería mejor debatir cómo aumentan el interés del público por la competencia y las concurrencias a los estadios (un objetivo complejo, en el que deben participar especialistas), antes que apelar a un recurso sencillo (sacar los descensos), que debilita aspectos elementales del torneo?

¿Podemos ilusionarnos con que los clubes destinarán parte de ese ahorro a desarrollar sus divisiones inferiores? Hay clubes que hace mucho tiempo que no generan un jugador capacitado para participar dignamente en la LNB.

¿Preferirán los dirigentes el silencioso trabajo de recorrer el país buscando nuevos valores e invertir en su desarrollo antes que el impacto mediático del fichaje de un jugador ya formado?

Y después, ¿quién se encargará de controlar si esos compromisos se cumplen?

Los clubes dispararon desenfrenadamente sus gastos y se opusieron al mismo tiempo a ser revisados y controlados. Ninguno quiere dejarse auditar, para no poner en evidencia que se paga mucho más de lo que se genera.

Esto se compensa, en parte, con el libre deuda, una medida que hace que los clubes acumulen compromisos de dos temporadas al mismo tiempo: la que transcurre y lo que se quedó debiendo de la anterior.

Me gustaría mucho más que en la discusión entre los clubes, además de métodos para achicar gastos, que se deben lograr, se discutan con más solidez formas de generar mayores ingresos.

Desde la AdC se mostró una incapacidad notoria para construir un marco de acción que les permita a los clubes aumentar la generación de recursos con los que sostener estructuras profesionales, y estos tampoco mostraron avances organizativos sustentables y solo levantan la voz para reclamarle un mayor beneficio por derechos de televisión (el actual contrato no es malo) o por reparto de publicidad.

Se sabe que la AdC destina lo que recauda con algunas publicidades a pagar el retiro de los árbitros, sin pedirles a los clubes un aporte efectivo para afrontar ese gasto comunitario. Sin embargo, esto no suelen reconocerlo los dirigentes de los equipos.

Está claro que se hará lo que los clubes quieran, ya que está entre sus potestades fijar las políticas generales.

Sospecho que esta decisión de eliminar los descensos volverá a emparejar hacia abajo. Este viene siendo un mal endémico que aqueja a la LNB desde hace más de dos décadas y que está emparentado de manera directa con un modelo de gestión perimido, en el que los clubes toman decisiones de acuerdo a su conveniencia coyuntural o están de acuerdo a su conveniencia puntual, y no a que se beneficie a la propia Liga Nacional.