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Atrapado entre dos amores

Atlético de Rafaela fue el mejor equipo de la fecha 10. Le ganó por 2-0 a Independiente DyN

QUILMES -- Temblar, morderse las uñas, sudar frío y llorar si es necesario, llorar como un cocodrillo, soltar lágrimas con la fuerza de una canilla abierta. Esto es exactamente lo que siente Raúl Veizaga, hincha de dos clubes.

¿Cómo no ser hincha del club del barrio donde se nace? ¿Y cómo no ser hincha de Independiente si se vive en Bernal? El fútbol es un tema de identidades, afectos, lugares comunes y mucha pasión.

El sábado me citó en el bar Tres Estrellas, de Retiro, el hincha Raúl Veizaga. La causa de este encuentro es conmovedor, Veizaga quería contarme lo mucho que sufrirá este fin de semana. Los dos equipos amores de su vida, se juegan mucho en estos días. Quilmes e Independiente, luchan por no irse al descenso.

Veizaga nació en Quilmes y vive en Bernal, es hincha de ambos equipos. Por eso, cuando Quilmes hizo el gol en el último minuto de juego ante Estudiantes de La Plata, por primera vez no lo pudo gritar. El gol perjudicaba de forma directa a Independiente de Avellaneda, su otro amor.

Como un hombre enamorado de dos mujeres que no sabe qué hacer. Imposible decidirse por alguna de las dos; imposible dejar a una porque se ama a la otra y viceversa. Lo mismo vive Raúl Veizaga, cada domingo.

El domingo a la noche me llamó a casa y me dijo: "Cucu, este fin de semana fue el más triste de mi vida". Ganó Quilmes e Independiente acaba de perder por 2-0 ante un flojísimo equipo santafesino como Atlético Rafaela. "Cucu, no puedo estar peor, uno gana y el otro pierde y no puedo ni festejar, ni estar completamente amargado".

Me fui a la cama pensando en Veizaga. Hay muchos hinchas que aman a dos equipos por causas distintas. Y les cuesta mucho ser feliz, estar bien, disfrutar del triunfo de un equipo porque pierde el otro. Pero lo de Veizaga, no tiene parecidos.

Parece que nada ni nadie podrá salvar de su destino al pobre Rojo de Avellaneda. Una historia llena de triunfos y hazañas, hoy atraviesa su peor momento.

Por causas que ignoramos, Independiente no puede ganar ni un solo partido. Camina al ritmo de River hacia la B absoluta. Los hinchas alientan, pero ya sin fuerzas, resignados, saben que no hay hinchada que pueda salvar a este equipo herido de muerte.

Quilmes, el otro comprometido, pelea más, tiene un plantel mas picante y no se da por vencido. Quilmes no quiere irse a la B y hará hasta lo imposible por mantener la categoría. En cambio, en Independiente, el clima es muy distinto, juegan como si ya hubiese descendido.

Es duro ser hincha de dos clubes a la vez y que ambos estén comprometidos y uno deba mandar al descenso a otro. Es duro, durísimo. El sábado gana uno, el domingo pierde el otro.

Independiente o Quilmes, Raúl Veizaga no sabe qué camiseta ponerse. Por eso me llama a mí, me pide consejos y me ruega que haga algo por su Rojo de Avellaneda. Más allá de escribir, es tan poco lo que un cronista puede hacer en una situación límite como la que hoy atraviesa Independiente.

Parece que nada ni nadie podrá salvar a Independiente, ni técnico, ni jugadores, ni hinchas, ni dirigentes, la suerte está echada y a menos que pase un milagro, Independiente está con un pie en la B. Pobre Rojo querido de Avellaneda...