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Historias mínimas

BUENOS AIRES -- Como es habitual, en ESPNtenis.com repasamos las historias paralelas de la semana tenística. Detalles, curiosidades, frases destacadas y todo el color del circuito.

Los hermanos no sean unidos
No es extraño ver que hermanos sean, además, compañeros como doblistas. Abundan los casos a lo largo de la historia. Sin ir más lejos, en la actualidad Andy Murray suele hacer pareja con Jamie, los tailandeses Sonchai y Sanchat Ratiwana se especializan por el mundo con la actividad y Bob y Mike Bryan lideran el circuito en forma indiscutida y fueron los máximos favoritos en el Conde de Godó que terminó este domingo.

Pero la novedad es ver dos hermanos enfrentados. Esto pasó en Barcelona donde Marcel Granollers junto a Marc López partía como segundo favoritos, pareja difícil de separar a partir de los éxitos en 2012 profundizado con el título en el Masters de fin de año y la estabilidad como dupla en Copa Davis. Por eso, era imposible que Marcel sea pareja junto a su hermano. Gerard Granollers, de 24 años, fue invitado a disputar el ATP 500 catalán, tanto en single como en doble, donde fue la pareja de Albert Montañés. Pero la mayor sorpresa se dio cuando el sorteo determinó que los hermanos se vean frente a frente.

Lejos de complicarles la vida, fue victoria por 6-4 y 6-4 para la dupla preferida del público español. A minutos del desenlace Marcel se expresó en las redes sociales, con sincera y entendible ambigüedad por semejante situación agridulce: "Hoy ha sido la victoria que menos alegría me ha dado. Ha sido una sensación extraña jugar contra mi hermano pero bonito a la vez".

La chica 10
¿Quién debe entregar los trofeos a los finalistas, coronando una semana de puro tenis y sin aburrir en una ceremonia protocolar donde intentan saltar a la fama hombres de traje por sobre los verdaderos protagonistas? Últimamente es un verdadero desafío. La foto del campeón no recorre el mundo junto a un desconocido. Los fotógrafos hacen malabares para que el ganador pose en soledad para que la postal no pase desapercibida.

Y en Bucarest lo saben. En 2010, Ion Tiriac e Illie Nastase le entregaron el trofeo a Juan Ignacio Chela. Dueños del torneo, sí, pero con apellidos de renombre en el tenis mundial. Pero ellos fueron más allá: valoran al máximo este concepto y conocen al dedillo quién es el ícono rumano en materia deportiva. Nadia Comaneci, la mejor gimnasta de la historia, la "Chica 10" en la época en la que el "10", justamente era la nota máxima. Es la máxima referencia.

En esta edición, y como desde 2011, la ganadora de nueve medallas olímpicas (cinco doradas) viajó a su país para entregar el trofeo de campeón en manos de Lukas Rosol. Bien por la dupla Tiriac-Nastase que dejó los egos de lado. La rumana no vive en su país, pero la postal recorre el mundo.

La chica 11
Todavía vigente en el circuito y ubicada en el 21° puesto del ranking mundial, Venus Williams aprovechó la semana de descanso post Fed Cup para colaborar con su hermana en un evento de caridad. Evento, claro, que contó con el sello Williams y tuvo karaoke de por medio. En ese marco descontracturado, la norteamericana dialogó con ABC News y, además de hablar de la relación con su hermana, asumió el rol que representa para las jóvenes que crecen admirando su figura, más aún desde el lugar que le significó su problema de salud y la posterior recuperación: "Cree en ti misma. Tienes que tomar riesgos. Incluso si es difícil, si no tiene sentido. Solo cree en ti. Con la confianza en una misma viene el autoestima. Todo eso contribuye a tomar buenas decisiones".

Con otro impulso y desde un contexto bien diferente, como es lógico, Venus contempló esos riesgos y persiguió el sueño propio: su propia línea de ropa. La marca "EleVen" ("once", en inglés) salió al mercado en 2007 y el nombre, como predica la mayor de las Williams, habla de "dar lo mejor de una, ir más allá del 10, no conformarse". "Así ha sido mi vida", remató. Y si bien siente que todavía tiene "mucho más para dar en el tenis", con los Juegos de Río de Janeiro 2016 en el radar, remarcó que se toma muy en serio su "segunda profesión": "Estudié diseño de modas en el pasado y hoy me divierte mucho lucir mi ropa en una cancha. Igualmente suelo ponerme ansiosa; ni bien sale una colección ya estoy lista para la siguiente. Así que es triste, nada es lo demasiado bueno para mí, aparentemente", bromeó.

Finalmente, Venus calificó a Serena como la jugadora por la que más respeto siente, aunque destacó que "la rivalidad se mantiene". Fuera de la cancha, como debe ser, todo cambia: "La gente se sorprendería si supiera lo inmaduras que somos. No hemos crecido nada", sonrió. "Puedo volver a casa un día y encontrarla a Serena cantando karaoke a las, no sé, dos de la tarde. Y cuando te quieres dar cuenta estoy allí cantando con ella y dos horas han pasado. Ese es el tipo de hogar que tenemos. Nos divertimos, así es nuestra vida. Eso sí, ninguna va a sacar un disco pronto, dejemos eso claro", cerró.

Roger, el futbolero
Se sabe que una de las debilidades de Federer es "su" Basilea, el centenario club de fútbol del norte de Suiza que por estos días es noticia en el mundo deportivo debido a su andar en la UEFA Europa League. Por eso no sorprendió verlo en el duelo de semifinales ante el Chelsea, junto a otro tenista nativo de esa ciudad: Marco Chiudinelli. ¿Pero cómo es Roger durante un partido fútbol? ¿Abandona, acaso, su perfil tranquilo, impoluto? ¿Grita, canta, protesta?

"Si nadie me conociera, seguramente sería más ruidoso", concedió, risueño, el séptuple campeón de Wimbledon en charla con el periódico Basler Zeitung. "Puede haber un pase malo como en el tenis hay errores no forzados. Si hay una buena idea detrás de ese error, me molesta todavía menos. Sí me desagrada cuando solo quieren sacarse la pelota de encima", amplió un analítico Roger. Además, el suizo destacó al capitán Marco Streller y, en el marco de la dura eliminatoria con el vigente campeón de la Champions, enfatizó que "en el fútbol, más que en el tenis, todo es posible".

Los Juegos Olímpicos de Savannah
Casi nueve años atrás, Nicolás Massú vencía a Mardy Fish y hacía historia. ¿El contexto? Inolvidable: final de Atenas 2004, cinco sets en el camino y cuatro horas de batalla para dejar su nombre en el Olimpo. El chileno lograba su segunda medalla de oro en menos de 24 horas y la segunda de su país en toda su historia. Un hito que lo acompaña hasta el día de hoy, alejado de esos primeros planos que lo llevaron al top ten y buscando recuperar puntos y confianza en el circuito Challenger.

La curiosidad fue que la última semana a Massú se le unió el mismísimo Fish; sí, dos finalistas olímpicos de nuevo protagonistas... pero en un Challenger. Fue en Savannah, Estados Unidos, torneo que terminó ganando el local Ryan Harrison a cuenta del argentino Facundo Argüello. Fish partía como máximo favorito. Después de todo su situación en el ranking es radicalmente opuesta a la del chileno (hundido debajo del puesto 500). El norteamericano figura 44° (hubiera sido preclasificado, incluso, en el ATP de Bucarest) y no jugaba en el segundo circuito de la ATP desde 2006.

El sorteo los mantuvo alejados (recién se podrían haber cruzado en semifinales), pero para ambos el torneo resultó particular: Massú sorteó una durísima primera ronda ante el ucraniano Denis Molchanov, que se extendió por más de cuatro horas, y logró hilvanar cuatro triunfos seguidos por primera vez desde enero de 2010 (sí, el chileno venía de la qualy). De todas maneras, el cansancio se haría sentir en el duelo siguiente y el nacido en Viña del Mar abandonaría tras el primer set. Para Fish se trató de su segunda competencia en todo 2013 (Indian Wells, la otra), después de una ausencia de seis meses por su afección cardíaca. Fue debut y despedida para el de Minnesota, que días después se bajó de Tallahasse (otro Challenger estadounidense) por "razones personales", resembrando las dudas sobre su estado de salud. El oro y la plata, lejos y en el tiempo.

Andy, mi amigo fiel
Hace unos años, Alize Cornet confesaba su devoción adolescente por Andy Roddick y revelaba que esa veneración la había llevado a ponerle a su perro el mismo nombre que el de su ídolo. Un detalle más en el particular universo de los fanatismos, si no fuera porque ambos terminaron siendo colegas en un ámbito súperprofesional. "Me divierte contar la historia porque muestra cuánto lo amaba", recordó, entre risas, en una entrevista con el Daily Mail inglés. "Me encantaba imitarlo en la cancha", añadió.

También remarcó su admiración por la belga Justine Henin, a quien eligió, de entre todas las tenistas de la historia, como la rival que elegiría para jugar un partido. Tiene su explicación: nunca, en los años que compartieron en el circuito, se vieron cara a cara. "Me hubiera encantado enfrentarla. Hubiera sido interesante ver qué podía hacer yo en la pista ante un juego tan bueno como el de ella", cerró la francesa.

Maria Sharapova, o la máquina de hacer dinero
Fue la gran atracción del WTA de Stuttgart. No solo por el trofeo que levantó el domingo, y que la perfila de manera inmejorable de cara a Roland Garros. Tampoco por el publicitado choque de cuartos con la serbia Ana Ivanovic, otra de las bellezas del torneo. Ya en la previa del certamen, cuando ni siquiera el cuadro se había determinado, la rusa se robaba todos los flashes. ¿Por qué? Por el acuerdo comercial (uno más) que firmó con la marca Porsche -patrocinadora del evento- y que, con buen tino de los organizadores, se anunció mediante una producción de fotos de la N°2 del mundo.

Sharapova "combina elegancia y poder", como la elogiaron los empresarios responsables del acuerdo. Saben que la rusa es garantía en el mundo de la exposición y la publicidad. No por nada la tenista mantiene un largo y heterogéneo listado de patrocinios, que la posicionan como la deportista mejor paga del mundo. Un combo que se potenció con la llegada de Sugarpova, su propia línea de golosinas. "Hace tiempo tenía la certeza de que algún día empezaría mi propio negocio. Poco a poco fui aprendiendo de la gente de las distintas marcas con la que debía reunirme", contaba tiempo después. Con o sin sello propio, la máquina sigue funcionando.