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Diario de las Finales NBA: 13 de junio

LA FOTO: LISTO PARA OTRO DESAFÍO

EL ANÁLISIS: El MVP en lo que va de las Finales

Por Bruno Altieri, enviado especial

SAN ANTONIO -- Extraer una definición jugosa de la boca de Kawhi Leonard es una misión imposible.

En el primer día de práctica de las Finales, en el American Airlines Arena de Miami, el alero de San Antonio esperaba en soledad con un banner de la NBA de fondo. Todos los periodistas estaban agolpados en las estaciones más visitadas, haciendo escala entre Manu Ginóbili, Tiago Splitter y el propio Tracy McGrady.

Tony Parker, Tim Duncan y Gregg Popovich estaban en conferencia de prensa cumpliendo las obligaciones de la Liga. Mientras tanto, Leonard esperaba. ¿Qué esperaba? Simplemente que todo eso llamado contacto con la prensa terminase de una buena vez.

Fuera de la cancha, Leonard es una persona tímida e introvertida. No disfruta de los reportajes y es frecuente encontrarlo con la mirada baja, sumergido en su mundo, exhibiendo una mezcla justa de concentración y sobriedad.

"Hago lo que puedo para ayudar al equipo y estoy agradecido de que me hayan dado la oportunidad de mejorar", dijo al ser consultado sobre su rol en estas Finales.

Sus respuestas cortas, monosilábicas, contradicen el crecimiento vertiginoso que ha tenido en estos playoffs. Estamos en condiciones de decir que Leonard, construido desde el silencio, es hasta ahora el MVP de estas Finales de NBA.

"Sólo trato de enfocarme en el juego, en lo que pasa en la cancha. He aprendido con Gregg Popovich a estar concentrado en eso y nada más", agregó.

Leonard es, detrás de LeBron James, el jugador más completo de esta definición de campeonato. Un exponente elegante del básquetbol total, cuyo aporte transforma el escudo en espada y viceversa. En esta definición, su trabajo silencioso está siendo el factor crucial para que San Antonio esté a un partido de ponerse match point.

El alero de los Spurs ha limitado a James a los números más bajos de su carrera. El Rey anotó menos de 20 puntos en los tres partidos de Finales, algo que sólo había pasado ante Dallas Mavericks en las Finales de 2011. No sólo eso: LeBron promedia 16.7 unidades, con 38.9% en tiros de campo, y dos tiros libres por juego.

Dejemos de lado una etiqueta equivocada: Leonard no defiende solo. Al contrario, es un equipo que se mueve en función de una idea madre. Pero sin Leonard, esta situación hubiese sido completamente distinta. La estrategia de limitar a James a que pise la pintura con comodidad requiere de un primer jugador con talento, tanto para controlar el pick and roll evitando los cambios sistemáticos en las cortinas, como para estar atento a los movimientos defensivos en el poste.

El desplazamiento lateral de Leonard es una verdadera maravilla. Es un Arkanoid humano, tapando con la cintura todos los espacios libres. Muchas veces han comparado a Leonard con Bruce Bowen, y si bien se puede trazar un paralelismo por las virtudes defensivas, hay que decir que el nuevo alero de San Antonio es infinitamente mejor.

Leonard es una rueda de auxilio imponente. Carga al rebote como nadie gracias a unas manos gigantescas que le permiten tomar el balón como si fuese, literalmente, una naranja. Tiene la intensidad de un potrillo indomable que desata su furia en la cancha, aunque con un mensaje contradictorio en su expresión facial: parece haber comprado los gestos de Tim Duncan, inmune a los elogios y las críticas.

Popovich, uno de los tipos más fríos de la tierra, lo ama. Dijo, antes de empezar la temporada, que Leonard "estaba destinado a ser una estrella de la Liga". Agregó que será "la cara de los Spurs en los próximos años".

Leonard ha subido un escalón más en su carrera, y no será el último. Es el arte de decir poco y hacer mucho. Donde la mayoría ve un jugador de rol de elite, yo veo una figura notable de la NBA. Un todoterreno capaz de tomar el rebote y correr costa a costa para anotar o descargar. Convierte tiros de corta, media y larga distancia. Corrige tiros, pasa el balón, penetra con un sprint picante de afuera hacia adentro.

En el otro costado, neutraliza el arma más poderosa del oponente en el perímetro como un cancerbero que controla el espacio invisible entre la línea de tres puntos y la zona pintada. Lo mejor de todo: tiene sólo 21 años.

Al cierre del tercer juego, el vestuario de los Spurs era un mundo de periodistas. Gary Neal y Danny Green, dos de las figuras del encuentro, hablaban con la prensa. Leonard, fiel a su estilo, ni siquiera se hizo presente.

"Algunos jugadores son afectados por las luces y otros no. No hemos hecho nada para que sea de la forma en que es. Callado, trabajador, quiere ser un gran jugador y trabaja antes y después de cada práctica para serlo. Lo que estamos viendo en la cancha es parte de su personalidad", dijo Popovich en conferencia de prensa.

El alero de los Spurs es el MVP de lo que va de Finales NBA, sin ninguna duda. En una Liga que se construye a partir de las estrellas, Kawhi Leonard conspira contra el orden establecido, resaltando las cosas importantes del juego y empujando al abismo lo superficial.