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Federer y su relación con Wimbledon

Roger Federer resuelve en el césped británico Getty Images

BUENOS AIRES -- Londres 2012 era un acontecimiento único. La ciudad recibía por tercera vez en la historia los Juegos Olímpicos y, claro, estuvo a la altura. Allí se reunieron estrellas, entrenadores, directivos, periodistas, fanáticos... todo el mundo del deporte pendiente de esta ciudad durante 15 días.

En estos casos, en los momentos en los que cada uno puede elegir su propia aventura, se suele priorizar al deporte favorito o los representantes de su país. Con dos excepciones: Usain Bolt y Roger Federer.

Miles de personas tuvieron agendado durante meses hacerse un tiempo para trasladarse hasta el sudoeste de la ciudad para ver al suizo. Federer jugó siempre a estadio lleno.

Dentro de la gran organización que rodeaba los Juegos, una sola vez le costó a este periodista trasladarse por el All England Lawn Tennis Club. Intentar ingresar a la sala de prensa se había hecho incómodo. Cientos de personas bloqueaban el ingreso. Ni con un deportista local esto sucedía. El máximo ídolo se encontraba en una de las terrazas brindando entrevistas tras vencer a Juan Martín Del Potro 19-17 en el tercer set y acceder a la final. Era el único capaz de alterar el orden establecido. Federer era palabras mayores en un mundo plagado de deportistas de élite. El suizo no se incomodó. Por el contrario, y a pesar del cansancio, siempre con una sonrisa intentó contentar a todos.

La relación tendrá otro capítulo. A días del comienzo de Wimbledon, el suizo superó la etapa que más lo enfada tenísticamente hablando, y cortó una racha de 10 meses sin títulos. Llega a la Catedral con el sexto festejo en Halle en su carrera, y 13º en césped, récord en la Era Abierta, sumando sus siete títulos en la Catedral.

Así, se volvió a catalogar como candidato en el único torneo del Grand Slam sobre esta superficie. ¿Tiene con qué? En el ATP de Halle, días atrás, no comenzó con rivales de riesgo. Es cierto.

También es verdad que el duelo ante Tommy Haas fue exquisito, de esos encuentros que enamoran a los que ven tenis por primera vez. Otra muestra de que se puede brindar un buen juego sobre césped sin abusar de las voleas y los saques que rozan los 220 km por hora. Más bien, la idea es combinar esto con perfectos drives de fondo y también reveses con slice. Y además, ganar. Contradice a los pocos que aun no se amigan con la superficie, convencidos de que, sin un gran servicio y dos metros de estatura, su estilo de juego nunca funcionará allí.

Nada se descubre al afirmar que la gran variedad de recursos del tenis de Federer resultan ideales para su juego sobre el césped, el terreno en donde mejor resuelve con un 87,7 % de efectividad en partidos oficiales. Curiosa relación teniendo en cuenta que el Old Boys Tennis Club de Basilea que lo vio crecer deportivamente hace más de 20 años respira canchas lentas. De hecho, el Roger Federer Centre Court es de polvo de ladrillo. Todo un símbolo.

¿El público? La empatía con el ya adoptado suizo hará que no se deje de admirar cada acción suya, aunque se contraponga con los anhelos de ver a Andy Murray como campeón luego de 77 años sin conquista británica en el cuadro masculino aunque ya venció al suizo en la definición de aquellos Juegos Olímpicos.

El suizo soportará rallies pero también momentos en donde el servicio hará acortar los puntos, los games y los sets. A sus 31 años, la espalda (problema que renació en estos meses y que ya hace 10 años lo exentó del servicio militar de su país ), los gluteos, los aductores y bíceps femorales de Federer estarán agradecidos.