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Diario de las Finales NBA: 21 de junio

LA FOTO: Miami campeón

EL ANÁLISIS: El mundo a sus pies

Por Bruno Altieri, enviado especial

MIAMI -- LeBron James es el dueño absoluto de la NBA. Si alguna vez el Rey estuvo desnudo, esos tiempos han quedado en el olvido.

El Heat es bicampeón de la NBA y lo ha conseguido gracias a un excelente trabajo de equipo combinado con el talento del mejor jugador de la tierra. La gran historia de James ha llegado para quedarse. No sólo convirtió 37 puntos y bajó 12 rebotes, sino que tuvo máximo control en todos los pasajes del juego.

Pasó el balón con maestría, anotó todos los tiros importantes --dentro y fuera de la llave-- y efectivizó la sensación de ubicuidad que su propio físico sugiere; LeBron demostró esta noche lo que significa el básquetbol de híbridos en su máxima expresión.

"LeBron es el mejor jugador del mundo", dijo Pat Riley, presidente del Heat, luego del juego. "Se merece todo lo que está recibiendo".

El juego se arruinó cuando él lo dispuso. Encendió las turbinas y ya nada tuvo sentido, porque escribió en su propia casa el principio, el nudo y el desenlace de las Finales, casi como algo inevitable.

Con el tiempo dejaremos de lado el éxtasis del ganador y recordaremos esta serie como una de las más sensacionales batallas jamás vistas. Siete partidos, alternando resultados y héroes, incluyendo un sexto juego que tuvo un final tan abrupto como impredecible.

Ya nadie puede discutir a James. Olvidemos por un momento el condimento emocional de cada fanático y abordemos sólo lo deportivo: LeBron pertenece a una raza diferente. Un jugador que puede ser un gigante en un mundo de enanos y un enano en un mundo de gigantes, con sólo un chasquido de dedos.

Según nos dice ESPN Stats, James promedia 34.4 puntos en séptimos partidos, el máximo en historia de Finales. No sólo eso: en esta serie promedió 25.3 puntos, 10.9 rebotes y 7.0 asistencias.

Prometí no ser injusto con el equipo completo de Miami, que debe ser reconocido por el excelente trabajo realizado. La consistencia de ese fenómeno llamado Dwyane Wade, el aporte silencioso de Chris Bosh, el trabajo sucio de Chris Andersen, los puntos de Mike Miller y Mario Chalmers. El Big Three de Ray Allen en el Juego 6... La historia es larga.

Pero lo de James fue tan increíble e impactante que se roba la primera, la segunda y la tercera fila de las consideraciones. Spoelstra fue quien lo llevó a ser lo que es hoy en día, porque este jugador está a años luz de su versión de Cleveland Cavaliers. Ganó en serenidad, en oportunismo, en entereza, en liderazgo. En juego de equipo. El talento siempre fue el mismo, pero hoy se ramifica de manera diferente. Sus brazos no terminan en los dedos, sino que se extienden a lo que hacen sus compañeros. El equipo en primer lugar y él para contar el último cuento. Tan es así que sus números, incluso, podrían haber sido mejores si algunos lanzamientos abiertos de sus compañeros, tras pase de James, se aprovechaban.

"Trabajé en mi juego muchísimo en la temporada baja", dijo James, quien recibió su segundo MVP consecutivo en Finales. "Puse mucho trabajo para salir y que los resultados se produzcan".

La aparición de un segundo perimetral incisivo, que entre a la pintura, le permitió a James jugar más liberado en esta eliminatoria. Cuando no fue Wade, fue Chalmers. Eso le impidió a San Antonio llevar adelante su defensa sostenida de Kawhi Leonard sobre LeBron con ayudas del resto, algo que sí se vio muy efectivo en los primeros tres juegos de la serie. La alineación de cuatro perimetrales y un interno del Heat pudo ser utilizada por la versatilidad de James para hacer lo que se le ocurra contra el rival que se ponga enfrente. Gregg Popovich se vio obligado a jugar el juego de los espejos, que consistió en copiar a Erik Spoelstra en sus movimientos para no quedar emparejado de manera incorrecta.

"Sólo dénle el crédito a Miami Heat. LeBron estuvo impresionante. Dwyane también. Creo que encontraron el camino para resolverlo", dijo Tim Duncan. "Estuvimos en partido. Nos dimos oportunidades de ganar. Pero no pudimos darlo vuelta".

El ataque sostenido a la llave del Heat dio sus frutos: fueron puntos o descargas a los jugadores abiertos producto de la congestión defensiva de los Spurs. Si no me creen, pregúntenle a Battier, quien estuvo perfecto desde la tercera dimensión con 6/6 en sus lanzamientos.

Los detalles ganan o pierden campeonatos. El Heat se apoyó en su defensa grupal, con excelentes rotaciones, para hacer diferencias. La intensidad también jugó un papel trascendental y mucho de eso se vio con la carga del rebote ofensivo de los jugadores perimetrales de Miami.

El Heat y los Spurs jugaron unas Finales maravillosas. Épicas, entre dos equipos de ADN diferente que dejaron la piel en cada una de las presentaciones. Nos enseñaron que el básquetbol puede verse de muchas maneras, por la complejidad y profundidad de variantes.

Hemos visto ajustes, actuaciones sobresalientes, cierres agónicos. Cada equipo obligó al otro a mejorar de cara al encuentro siguiente, con la salvedad de que fue el propio espectáculo el que ascendió un escalón más a medida que avanzaba la eliminatoria.

LeBron James abrazó a Tim Duncan al cierre del séptimo juego en el centro del campo. Había algo de reconocimiento en esa mirada conjunta y también, por qué no, una cuota de alivio, porque el desgaste fue enorme. Los Spurs exigieron a James a dar lo mejor de sí, con todo lo que eso significa. Y el astro de Miami respondió al punto tal de exhibir, a los ojos del mundo, una evolución maravillosa. La mente se apoderó del escenario y se nutrió del talento. Eso es algo que todos los fanáticos del mundo, algún día, deberán agradecer.

La competencia fue extrema pero leal. "Fue una gran serie y todos sentimos eso", dijo el coach de Spurs, Gregg Popovich. "No sé si 'disfrutar' es la palabra adecuada, pero siendo honesto, aún en la derrota, estoy empezando a entender lo que consiguió nuestro grupo", agregó.

Un año después de su primer campeonato, el Rey vuelve a tener el mundo a sus pies.

Externo o interno. Facilitador de juego o anotador. En el perímetro o en el poste. En ataque o en defensa. Todo junto en un mismo envase. "No uno, no dos, no tres, no cuatro, no cinco, no seis, no siete..."

Luego de lo que vimos esta noche, todo aquello que dijo LeBron en su presentación en el Heat puede, en el futuro, ser posible.