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Bateadores que detestan poncharse

Frank Robinson tuvo el apodo "Lápices" durante su carrera como jugador por sus piernas flacas pero esa pudo haber sido su única falla. El resumé de Robinson incluye 586 cuadrangulares, una Triple Corona, un premio como Novato del Año, honores como Jugador Más Valioso en ambas ligas y estado de pionero como el primer dirigente afroamericano en la historia del béisbol.

La mancha más grande en el récord de Robinson vino con Cincinnati en el 1965, cuando se ponchó 100 veces por primera y única ocasión en su carrera.

Entró al partido número 162 del año con 99 ponches y abanicó en su penúltimo turno al bate de la temporada ante Bobby Bolin de San Francisco para pasarse de la raya.

Robinson puede vivir con la transgresión porque había cambiado su postura de bateo esa temporada y se enfrentó con unos tropezones inesperados. Sólo está contento que no lo convirtió en una costumbre.

"Odiábamos poncharnos cuando jugaba", dijo Robinson. "Un ponche era un out no productivo, y no ayudaba al equipo en lo absoluto -- así era como lo veíamos. Probablemente me hubiera cortado las venas si me hubiese ponchado 100 veces cada año".

Robinson personifica el prototipo del bateador poderoso con la habilidad de tener contacto consistentemente, pero tenía mucha compañía durante su época. Entre los grandes bateadores miebros del Salón de la Fama con carreras destacadas, Hank Aaron, Ted Williams, Johnny Mize, Al Kaline y Billy Williams nunca se poncharon 100 veces. Willie Mays y Ernie Banks lo hicieron una vez, cerca del final de sus carreras. La marca mayor de Stan Musial en una temporada fue de 46 ponches. Joe DiMaggio llegó hasta 39 y Yogi Berra hasta los 38 ponches.

Por supuesto, hablamos de algunos de los bateadores elites de todos los tiempos. Pero a medida que los totales de ponches aumentan y la falta de hacer contacto se vuelve más pronunciada, los bateadores con la habilidad de poner la bola en juego y añadir un poco de fuerza se vuelven cada vez más en una comodidad apreciada.

Abanicadores a montones

Hojeando la lista de jugadores con la proporción más baja de ponchetes por turnos al bate esta temporada la encontrarán poblada de los tipos de bateadores de sencillos que abren la alineación, provenientes de la "inoportuna" escuela ofensiva. Los cuatro jugadores de las mayores más difíciles de ponchar esta temporada: el jardinero de Milwaukee Norichika Aoki y los siempre presentes Marco Scútaro, Plácido Polanco y Juan Pierre.

La presencia más imponente en el club de los "más difíciles de abanicar" en el béisbol del 2013 es el tercera base de Texas Adrián Beltré, quien genera varios momentos destacados al año al abanicar tan fuerte que cae sobre su rodilla en su seguimiento. Pero se ha vuelto más competente cada año en hacer contacto y su relación de porciento de ponchetes de 10.8 esta temporada es la número 15 en las mayores. ¿Así que cuál es el secreto de Beltré?

"Es tan bueno en ir en dirección contraria en las bolas rápidas y los lanzamientos rompientes, y tiene una habilidad de repeler los lanzamientos de lanzadores buenos con dos strikes y mantenerse vivo", dijo el dirigente de los Medias Rojas John Farrell. "Y tal vez en alguna ocasión, en la secuencia, le llega un error y es capaz de hacer algo con él. Te preguntas cuánto el parque entra en juego, también. ¿Si la bola viaja al jardín derecho central en Texas, le permite mantenerse con la bola por más tiempo, verla por más tiempo y todavía tener poder para sacarla del parque por el otro lado?

Beltré pegó 13 de sus 36 cuadrangulares la temporada pasada con dos strikes, así que no se encuentra exactamente asumiendo una postura defensiva cuando está tarde en el conteo. El entrenador de bateo de los Vigilantes Dave Magadan piensa que Beltré y el segunda base de Texas Ian Kinsler comparten un disgusto por poncharse tan profundamente arraigado que instintivamente ajustan su concentración como un proceso mientras están al bate.

"Pienso que parte de la ecuación es el no querer poncharse", dijo Magadan. "Hay algunos tipos que no ven la diferencia entre un out por un bombo, un roletazo o un ponchete. Adrián e Ian solo tienen la mentalidad que poncharse no es bueno. Piensan que han sido derrotados y si la ponen en juego por lo menos tienen una oportunidad de tener un hit. Tienen un disgusto por poncharse y sienten que es un gran negativo".

A través de la década pasada, Barry Bonds, Gary Sheffield, Carlos Lee, Magglio Ordóñez, Vladimir Guerrero, Víctor Martínez, Joe Mauer, Pablo Sandoval y Kinsler todos han demostrado una habilidad de acumular hits de extrabases mientras evitaron los 100 ponchetes. Pero Albert Pujols se encuentra por encima de la multitud. Pujols se encuentra séptimo en la historia de la MLB con un porcentaje de .602 y llegó a un máximo de 93 abanicadas en su año de novato. No se ha acercado desde entonces.

Pujols compartió su disgusto con las abanicadas y falladas en una entrevista con ESPN.com. "Me enfado cuando me poncho", dijo. "Me molesto. Por lo menos si pones la bola en juego, un tipo puede cometer un error, y le das una oportunidad a tus compañeros de impulsarte y anotar una carrera. Cuando te ponchas, ni siquiera tienes una oportunidad".

El modo de batear con dos strikes

Durante sus años picos, Pujols fue una combinación rara de velocidad al bate, fuerza, cobertura del plato, disciplina de plato y mecánicas consistentes.

No tenía que hacer un swing tan fuerte como otros jugadores para mandar la bola lejos. Y estaba perfectamente contento con un sencillo de roleta por el jardín central o derecho cuando la ocasión lo merecía.

Los mortales deben de ser un poco más laboriosos. Luis González, quien pegó 354 cuadrangulares en 19 temporadas en las Grandes Ligas, se ponchó 102 veces como novato con Houston en 1994 y nunca abanicó en 100 ocasiones nuevamente luego de eso. Durante la temporada de campeonato de Arizona en el 2001, González pegó 57 cuadrangulares y se ponchó solamente en 83 ocasiones.

González traza su adoctrinamiento en bateo de contacto a las horas largas que pasó mirando a su colega nativo de Tampa Wade Boggs, uno de sus ídolos de béisbol de la niñez, batear de foul lanzamientos en conteo de 3-2. Con el tiempo, desarrolló su apreciación por el valor de un buen "modo de batear con dos strikes". González tuvo una discusión larga al respecto en el 2010 con el dirigente de Arizona Kirk Gibson, cuando Mark Reynolds, Adam LaRoche, Justin Upton, Chris Young & Co. revolcaron la tormenta y los Diamondbacks terminaron con unos asombrosos 1,529 ponchetes.

¿Así qué, exactamente, es el modo de batear con dos strikes? Típicamente significa abrir las piernas un poco más, pegar desde una base más amplia y tal vez encorvarse un poco -- a lo Pete Rose. Y muchos jugadores de las grandes ligas, justo como todos esos chicos serios en las ligas juveniles, achican el bate en varios grados. Farrell dijo que el inicialista de Boston Mike Napoli se encorva de una "buena pulgada a una pulgada y media" y trata de pegarle a la bola con dos strikes.

"En las ligas menores, siempre te dicen que te aguantes y la pongas en juego", dice el jardinero de los Medias Rojas Shane Victorino. "Me aguanto una fracción solo para darme un poco más de control con el bate. La gente no se da cuenta, pero muchos tipos lo hacen más de lo que piensas".

El Big Hurt y el Little Pedey

Frank Thomas tuvo 270 más bases por bolas que ponches durante su carrera de 19 años con los Medias Blancas, los Atléticos y los Azulejos. Tenía la ventaja de tener un ojo extraordinariamente perceptivo en el plato pero también desarrolló una filosofía consistente con ayuda del veterano coach de bateo de Chicago Walt Hriniak. Bajo el tutelaje de Hriniak, Thomas se enfocó en pegarle a la bola por el medio hacia el jardín central-derecho temprano en el conteo en vez de tratar de halarla. Sus temporadas mayores de ponches vinieron tarde en su carrera, cuando perdió velocidad al bate y se volvió más consciente de batear temprano en el conteo.

"Era un bateador de promedio", dijo Thomas. "Me importaba quedarme con la pelota y de pegarle al jardín derecho. No me importaba enganchar la bola, y a Walter no le gustaba que la engancharas. Decía que era la manera fácil de pegar y la manera barata de hacerlo, y no te quedabas tanto a través de la bola. Eso fue clave muy temprano en mi carrera -- mantenerme bateando hacia el medio y afuera".

Thomas y otros jugadores que se enorgullecieron en los totales bajos de ponches hablan de cambiar la mentalidad en el béisbol -- como es más permisible para jugadores de abanicar y fallar estos días. Porque las recompensas financieras son abundantes para los jugadores que pegan con poder y hay tan poco estigma atado a poncharse que los grandes abanicadores tienen poco incentivo para cambiar. Thomas, quien se retiró en el 2008, ve el fenómeno en juego rutinariamente como analista de estudio de béisbol en Chicago.

"Adam Dunn es un tipo que veo ahora", dijo Thomas. "Tiene una gran coordinación entre las manos y los ojos, pero busca pegarle a cada bola fuera del parque y por eso es que de poncha tanto. Podría dividir sus ponches a la mitad. Es así de talentoso. Pero nadie le ha dicho nada acerca de todos los ponches así que continúa haciéndolo".

Tener un talento natural para hacer contacto ayuda. Dustin Pedroia de Boston, mide 5 pies con 8 pulgadas y le hace un swing grande a la bola, y con todo y eso mantiene la cabeza del bate en la zona por mucho tiempo y tiene la habilidad de ajustarse ante diferentes lanzamientos. Es una propuesta más difícil que nunca antes, con tantos estelares lanzando en las medios-altos 90 mph y con relevistas especialistas disponibles para cada ocasión.

"No me gusta poncharme", dijo Pedroia. "Estoy seguro que a ningún bateador le gusta. Pero a veces regresas al dugout y dices, 'me ganó en esa. Hizo sus lanzamientos en su localización, y me agarró'. Eso pasa."

Algunos bateadores no parecen afligirse con la situación. El aumento de totales de ponches se ha vuelto una tendencia en el béisbol. Pero Pedroia y sus hermanos bateadores de contacto, pasarían con mucho gusto.

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